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Walter White, de humilde docente a villano
Los 50 mejores personajes de series del siglo XXI

Walter White, de humilde docente a villano

«No estoy en peligro, Skyler. ¡Yo soy el peligro!», espetaba Walter White a su esposa en unas líneas de diálogo que resumen a la perfección la trayectoria del personaje

Iker Cortés

Madrid

Domingo, 28 de julio 2024, 17:22

«No estoy en peligro, Skyler. ¡Yo soy el peligro! Si llaman a la puerta de un hombre y le disparan, ¿piensas que ese hombre seré yo? ¡No! ¡Yo soy el que llama a la puerta!». Estas líneas de diálogo que un enfurecido Walter White espetaba a su esposa en el sexto episodio de la cuarta temporada de 'Breaking Bad' resumen a la perfección la trayectoria de uno de los grandes personajes que ha dado la ficción televisiva. Después de pasar años en la clandestinidad, ocultando su verdadero trabajo a su esposa, el humilde profesor de química sacaba a pasear su orgullo y su verdadera personalidad, la de Heisenberg, en una secuencia tan aterradora como exquisita que ya dejaba entrever el curso que seguiría la celebrada serie de Vince Gilligan.

Para entonces, aquella persona ya no tenía nada que ver con el docente tímido y apocado al que al principio de la serie diagnosticaban un cáncer de pulmón. La necesidad de dejar a los suyos una buena fortuna antes de irse al otro barrio le llevaba a contactar con Jesse Pickman, un antiguo alumno, un poquito yonki, que se dedicaba al menudeo. Con él empezaría a cocinar metanfetamina de un atractivo color azul, muy preciada entre los usuarios y, claro está, los traficantes. El clamor por este nuevo producto de autor entusiasmaba a White, y aunque inicialmente entre sus pretensiones no estaba fundar un imperio de la droga ni convertirse en el narcotraficante más temido de Nuevo México, como acabaría sucediendo, la ambición desmedida llevaba al personaje ese punto tras una larga y compleja evolución.

Bien es cierto que la personalidad del protagonista de la serie ya se tambaleaba al recibir la noticia del cáncer de pulmón. Tiene sentido. Cuando la muerte está más cerca es cuando más ganas tenemos de exprimir la vida. Así el precavido y concienzudo White daba paso a un tipo mucho más temerario y decidido, menos enclenque, capaz de hacer auténticas locuras sin pensar en las consecuencias ni en el mañana. Era, sin embargo, muy difícil atisbar hasta donde iba llegar este personaje poliédrico y lleno de aristas al que Bryan Cranston bordó a lo largo de sus seis temporadas.

Hubo, eso sí, un punto de inflexión, de no retorno, y fue casi en los primeros compases de la ficción. Tuvo lugar en el capítulo doce de la segunda temporada. White había establecido una relación casi paternofilial con Jesse, él era el maestro y Pickman su discípulo, pero sentía que lo estaba perdiendo a causa de la novia del chaval, Jane Margolis, otra adicta. En aquel episodio, White la dejaba morir ahogada en su propio vómito tras una sobredosis de heroína. No la mataba, pero no hacía nada por remediar su fallecimiento, mientras Jesse permanecía inconsciente.

A partir de ahí el personaje se fue volviendo más y más oscuro de forma inevitable. Un cambio no solo anímico y espiritual, sino también físico. Con la cabeza rapada, los gestos de su cara se endurecían. Si a eso sumabas las arrugas que le surcan la cara, el semblante era mucho más amenazador. Después llegó la perilla y finalmente el sombrero que a la postre se convertiría en su emblema. Menuda pesadilla.

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