Hannah Horvath: Lena al desnudo

Insegura, pedante, perezosa, neurótica, egocéntrica, inestable y con la peor capacidad para tomar decisiones que se recuerda. Así era la protagonista de 'Girls', Hannah Horvath, y el aborrecimiento que muchos sintieron por ella fue directamente proporcional a su capacidad para ponerles (ponernos) ante el espejo.

Horvath tampoco era una muñequita delgada y pizpireta, algo que hoy jugaría en su favor pero que, en el momento en el que 'Girls' comenzó a emitirse, provocaba rechazo: tanto la exhibición impúdica de su cuerpo blanco y blando como la forma en la que se mostraba el sexo (sucia, torpe e insatisfactoria la mayoría de las veces) resultaban demasiado realistas tras décadas de protagonistas ideales y de escenas de cama entre sábanas de satén al ritmo del saxo flácido de Kenny G. Con 'Girls', el naturalismo feísta propio del 'indie' había llegado a la televisión.

Y todo eso lo hizo Lena Dunham. Con solo 25 años, la creadora, escritora, directora y protagonista de 'Girls' había conseguido colarse en la conversación. Y protagonizarla: sí, era la voz de su generación, como decía en el primer capítulo, pero no a todo el mundo le gustaba su sonido porque Dunham, con la osadía y el descaro propios de su edad, se deshacía de filtros y mostraba a los 'millennials' en pelotas literal y metafóricamente: ni existían los príncipes azules (¿ha habido personaje más desasosegante que el de Adam Driver o más estúpido que el de Desi, el novio de Marnie?) ni Hannah y sus amigas se pasaban la vida abrazándose y pintándose las uñas unas a otras, sino juzgándose y compitiendo. «No podemos ser amigas porque no podemos estar en una misma habitación sin que una de nosotras quiera convertirse en el centro de atención», dice Shoshanna en el penúltimo capítulo.

Pero, quien empezara odiando 'Girls' tildándola como un retrato de universitarias quejicas e insoportables, tuvo que claudicar según iba avanzando la serie o, lo que es lo mismo, según Dunham iba madurando en pantalla a lo largo de seis temporadas. Porque la Hannah, o la Lena, del principio no es la misma que la del final. Porque las torpezas y las esperanzas juveniles fueron dando paso al desencanto y a la asunción de responsabilidades tras recorrer un camino errático lleno de ensayos y errores. Porque la desnudez física era mucha, pero mayor aún era la emocional. Porque no hay que olvidar que nos dejó capítulos absolutamente memorables como 'American Bitch', en el que abordaba, lúcidamente, temas como el acoso sexual y el consentimiento. Porque nos presentó a Adam Driver, Gaby Hoffmann, Zosia Mamet (sí, hija de ESE Mamet), Jemima Kirke, Allison Williams y Ebon Moss-Bachrach. Y, sobre todo, porque Dunham, o Horvath, tuvo la valentía de examinarse a sí misma y a su generación para mostrarla con pelos, señales y celulitis. Que no es poco.

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