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Christine Baranski es Diane Lockhart. LP
Diane Lockhart: vestida para luchar

Diane Lockhart: vestida para luchar

La protagonista de 'The Good Fight' es lúcida, pragmática, divertida y culta, pero también es una mujer profundamente desconcertada ante la época que vivimos

Viernes, 28 de junio 2024, 19:18

Si en su primera aparición en 'The Good Fight' Diane Lockhart contempla estupefacta cómo Trump toma posesión de su cargo, en la última escena del último capítulo de la serie recibe otro golpe que vuelve a dejarla tarumba: Trump se presenta de nuevo a la presidencia. En medio, seis temporadas gloriosas en las que los King nos han mostrado las costuras del sistema: los algoritmos, la posverdad, la cultura de la cancelación, las 'fake news', los fallos de la justicia, la violencia policial, el racismo o la política espectáculo. Y en todas las temporadas reina Diane Lockhart. O Christine Baranski, que viene a ser lo mismo.

Ya en 'The Good Wife', la serie original, el personaje de Lockhart había ido creciendo progresivamente hasta llegar al aplaudido bofetón final a Alicia Florrick, pero ha sido en el 'spin-off' donde hemos podido disfrutar de Diane en todo su esplendor. Porque Lockhart no es solo una abogada brillante y resuelta, sino un personaje complejísimo y, sobre todo, distinto: Diane, a la que le pasa de todo (empezando por descubrir que ha sido víctima de una estafa piramidal y que su sueño de jubilarse en la Provenza francesa se ha volatilizado), no se flagela ni se regodea en sus desgracias, sino que las contempla con una mirada irónica que suele culminar en una carcajada luminosa. Y es en esa risa donde la inteligencia de Diane encuentra su mayor exponente.

Pero esa Diane lúcida, pragmática, divertida y culta también es una mujer profundamente desconcertada ante la época que vivimos. Incluso se desconcierta a sí misma: cómo es posible que, siendo demócrata y feminista, se enamore hasta los tacones de una republicano miembro de la Asociación del Rifle, aunque termine entendiendo que la mejor forma de acabar con la polarización es dándose un revolcón en la cama. Pero fuera del dormitorio es bastante más difícil soportar una sociedad fragmentada y al borde del colapso, por eso Diane se relaja lanzando hachas, se derrumba amarrada a un whisky, se une a una guerrilla para conspirar contra el gobierno y se droga para salir de la depresión que le produce darse cuenta de que si trata de luchar contra Trump con sus mismas armas se acabará convirtiendo en alguien tan deleznable como él.

Todo eso lo hace Diane cubriendo su tipazo con joyas XXL y con unos trajes que van de Fendi a Altuzarra y la alejan y la distinguen de esa imagen gris y aburrida con la que tantas veces se ha mostrado a las mujeres poderosas. Porque el vestuario colorido, hiperfemenino y hasta recargado de Diane es otra disrupción, y no menor, del personaje.

Pero hay muchos más elementos rupturistas en 'The Good Fight': desde un capítulo que analiza qué hubiera ocurrido en EEUU con el #MeToo si hubiera ganado Hillary Clinton hasta los pequeños cortos de dibujos animados que sirven para contextualizar los capítulos, pasando por la aparición de personajes episódicos y extravagantes que son un regalo para el espectador y ese tono juguetón y mordaz con el que Michelle y Robert King reflejan estos tiempos imposibles. Y, por encima de todo, Diane Lockhart, esa mujer que sabe cómo vestirse para luchar y para protagonizar una de las mejores series en lo que va de siglo.

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