El bar de Salamanca con Solete que empezó con parrilladas y ensaladas

Laura Linacero

Salamanca

Sábado, 1 de febrero 2025, 12:19

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Hace ahora veinte años, dos amigos decidieron abrir las puertas del restaurante Orquídea. En 2022, recibía un Solete Repsol por su relación calidad-precio. Sin embargo, hasta llegar a soplar las dos décadas y celebrar un reconocimiento como el de la guía gastronómica, el restaurante del barrio Garrido ha experimentado una evolución importante. «Por mediación de mi socio, empecé a trabajar como ayudante en un bar donde él trabajaba hasta que conseguimos montar nuestro propio negocio», explica Quique, uno de los propietarios del establecimiento.

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Se lanzaron con una propuesta sin fallo: parrillada y ensaladas. «Una hostelería muy sencilla para empezar e ir creciendo poco a poco», recuerda Quique. Entonces, funcionaba muy bien ese tipo de gastronomía y decidieron no arriesgar demasiado con la oferta culinaria. Sin embargo, con el paso de los años, buscaron dar un vuelco al local. «A los dos años, nos volvimos locos e hicimos una reforma para que fuera un poco más moderno el local», asegura. Y no sólo fue un lavado de cara superficial, sino que fueron ampliando las posibilidades. «Nos hemos involucrado mucho», añade.

Con la idea de que «a los negocios hay que darles de comer, como ellos te dan a ti» implantaron nuevos platos en la carta de tal manera que trataron de conciliar una cocina tradicional con un toque innovador. «Nos hemos ido complicando cada vez más», asegura. Tanto, que no dejan un sector sin tocar. «Viene gente de todas las edades», apunta. Hasta llegar a concentrar el tipo de cliente que buscaban en el establecimiento, también han tenido que renunciar a otro tipo de consumidor. «Se celebraban muchas despedidas de soltero pero no nos salía rentable conciliarlo con una cena familiar al lado así que nos hemos ido posicionando», añade.

Con esa frase resume Quique el éxito del restaurante Orquídea. «Quien tenga una tienda, que la atienda». En estos veinte años los dos socios han trabajado codo con codo para tratar de dar el mejor servicio a los clientes. «Yo creo que por eso funciona tan bien, porque hemos estado al pie del cañón», asegura. No sólo ellos como titulares, sino también los trabajadores que hacen día a día posible el funcionamiento del establecimiento. Aunque más que trabajadores, hablan de familia. «Aunque no es un negocio familiar, somos una familia», asegura.

Una familia que hace un par de años brindaba por el Solete de Barrio. «Los Soletes de Barrio buscan la capilaridad, llegar a todos los rincones y poner el foco en lugares que merecen una visita pero no suelen aparecer en los medios», así define esta distinción la Guía Repsol. Lo dice la reconocida guía gastronómica y también su comedor cuando se llena de comensales.

Después de veinte años, Quique colecciona muchas anécdotas vividas en el interior del bar. Algunos recuerdos más y otros menos divertidos. Pero entre todos ellos, elige una divertida confusión. «En dos ocasiones han confundido nuestro local con un club de alterne que tiene el mismo nombre», asegura. En una de ellas, un cliente preguntó por un móvil olvidado en un sofá y en otra, la lavandería en vez de manteles, les llevaron sábanas. «Estamos por cambiar el nombre», bromea Quique.