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El equipo de Le Petit Prince, en la avenida Portugal. José Manuel García
Bares con historia

La crepería en el edificio más alto de Salamanca que combina lo dulce y lo salado

'Le Petit Prince' está situado en la Avenida Portugal y se inauguró hace quince años como una idea innovadora

Laura Linacero

Salamanca

Sábado, 11 de enero 2025, 12:07

Está en el edificio residencial más alto de Salamanca, es una de las creperías más antiguas de Salamanca y goza de una buena terraza. No, no es una adivinanza aunque pueda parecerlo pero aunque acierten la respuesta, quizás no coincidan en el nombre. 'El Principito', 'El bar de La Torre', 'La crepería de la Avenida Portugal' y pocos dirán 'Le Petit Prince', su nombre real. A pesar de no dar en el clavo con la denominación oficial su lema de «adaptarse o morir» les ha hecho cada vez más conocidos en la ciudad.

La crepería 'Le Petit Prince' - haciendo honor a su producto estrella también francés- abrió sus puertas en la Avenida de Portugal hace ya quince años con la idea de incorporar algo novedoso a la capital. «Ya había una crepería en Salamanca pero era una idea que todavía no se había explotado demasiado», comenta Guillermo, actual propietario del negocio. Él comenzó como ayudante de cocina tras haber trabajado en el sector de los paneles solares. Sin embargo, la crisis económica le llevó a introducirse en un mundo desconocido para él. «Nunca había trabajado en la hostelería», asegura.

Conocía uno de los socios que se había atrevido con una crepería en Salamanca hace ya más de una década inspirados por el éxito que veían en Madrid, y Guillermo vio en esta oportunidad un nuevo comienzo. Los inicios no fueron sencillos. «Recuerdo las primeras navidades que tuve que dar de cenar a 25 personas», ahora sonríe pero fue su primer gran reto. Después vinieron más: formar parte del negocio ya como socio y un par de años después, tomar las riendas de 'Le Petit Prince'. «Ha habido momentos muy complicados, ha pasado de todo hasta estar asentados», explica.

Subirse al tren o morir arrollado

Una pandemia, altibajos económicos, rejuvenecimiento de la zona y ausencias de trabajadores han dificultado la supervivencia de este local. Sin embargo, el tesón les sacó a flote. «Además de crepería, somos cervecería y bar de copas, intentamos tener una oferta amplia para todos los tipos de clientes», comenta. Con el paso de los años han comprendido qué sí y qué no en base a «lo que demandan los clientes» y con ello se han ido adaptando incluso con una reforma en el local. «En 2019 quitamos las mesas bajas, aunque también tenemos comedor arriba, porque veíamos que era un estilo que encajaba», comenta Guillermo.

Todo ello sin perder la esencia original: una crepería que goza además de una carta de cervezas y copas y una oferta gastronómica para todos los gustos. Con ello han conseguido que la tapa de barra y la cerveza compitan con el café y el crepe -tanto salado como dulce- . «Aunque es la base, hay gente que tira por otras cosas de la carta o las hamburguesas», añade. Crepes de carbonara de boletus para quien opte por lo salado, o de dulce de leche para los más golosos, raciones o hamburguesas para quien apueste por lo clásico, una carta específica de cervezas y una oferta de copas que avalan la versión de Guillermo: «Tenemos un abanico muy amplio para que cualquiera encuentre lo que le gusta aquí», explica.

  1. La anécdota estrella de 'Le Petit Prince'

    Unas piernas olvidadas

«Son quince años, aquí ha pasado de todo», ríe Guillermo. Y con más de una década de trabajo lo más cierto es que así sea. Sin embargo, que llamen preguntando por unas piernas olvidadas no ocurre todos los días. «Estaba trabajando con un compañero y viene un hombre en silla de ruedas, sale de un taxi y entra con un paquete muy grande», comienza. Aquel hombre se tomó «tres vinos» y abandonó el local. «A la hora, llaman por teléfono y era Radio Taxi preguntando si habíamos encontrado unas piernas en el local», continúa Guillermo.

Como si de una broma telefónica se tratase, no daba crédito a lo que le estaban preguntando. «Yo estaba alucinando, y es que el hombre tenía en ese paquete las piernas ortopédicas puesto que tenía las dos piernas amputadas», recuerda Guillermo. Una de las llamadas más surrealistas que ha vivido y que se ha convertido en una de las anécdotas más curiosas que forman parte ya de la historia de 'Le Petit Prince'.

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