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Julio Arrieta
Viernes, 2 de febrero 2024, 00:05
Es un debate que rebrota con frecuencia. ¿A qué edad hay que plantearse dejar el volante y aparcar el coche definitivamente? Hay partidarios de marcar un límite universal. Del mismo modo que solo se puede conducir a partir de los 18, establezcamos que se tenga ... que dejar de hacerlo a los años que se considere oportuno –65, 70, 75...–. Por el otro lado, están quienes recuerdan que cada persona es un mundo y que el envejecimiento no afecta a todas por igual.
No es un secreto demográfico que vivimos en una sociedad en la que la esperanza de vida es cada vez más larga y en la que el hecho de que alguien cumpla cien años ha dejado ser noticia. Esto se traduce en que los conductores de edad avanzada son cada vez más numerosos. El censo total de permisos de conducir es de cerca de 27 millones en toda España. De ellos, 4,1 millones pertenecen a personas mayores de 65 años, lo que supone un 15,5% del total.
La cuestión es que «a medida que nos metemos de lleno en la tercera edad, descienden nuestras capacidades físicas y estas son fundamentales a la hora de conducir: perdemos capacidad de audición, vista y también nos volvemos más lentos en los movimientos», según el Real Automóvil Club de España (RACE). «Sin embargo, mientras que las personas cumplan con los mínimos requeridos por los Centros de Reconocimiento Médico, pueden conducir».
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En la Asociación Nacional de Autoescuelas de España ANAES «consideramos que no se debe limitar la edad de conducción o establecer edades máximas», tal y como apunta Yolanda Delgado, vicepresidenta de esta entidad. «Somos conscientes de que el hecho de conducir es para muchas personas mayores un acto que les da mucha libertad y autonomía a la hora de realizar su vida y no quieren perder eso». Además, «cada persona mayor es distinta y pierde capacidades de forma diferente». El criterio de ANAES es que deben ser los especialistas médicos «quienes determinen, tras analizar las condiciones psicofísicas de sus pacientes, si siguen siendo aptos para continuar conduciendo o no».
No obstante, antes de que sea evidente que una persona ya no debe conducir, hay señales que indican que quizá ha llegado el momento de dejar el volante. Son cuestiones como la aparición de un mal humor conduciendo que no se daba hasta ahora o empezar a recibir multas en número llamativo. Desorientarse en trayectos conocidos o rutinarios también es una luz roja a tener en cuenta, según los expertos. Podría ser un síntoma del comienzo de un deterioro cognitivo que todavía no se ha diagnosticado.
El aumento de pequeños percances y sustos también es un aviso, así como la aparición de 'bollos' y arañazos en el vehículo que el conductor no sabe explicar. Los sobresaltos con peatones y ciclistas que han 'salido de la nada', con los consiguientes frenazos, son otro indicativo de la falta de reflejos y de la pérdida de la visión lateral.
Comprobar que se han perdido capacidades es importante, «pero eso es complicado», observa Delgado. Porque precisamente «las personas mayores se caracterizan porque no suelen darse cuenta de que están perdiendo capacidades psicomotrices para conducir». A eso, hay que sumar que aunque esa pérdida «sí sea claramente notoria para su familia o amigos, y así se les haga notar, tienden a negarse a aceptarla».
Por eso es importante la voz de los especialistas, porque los mayores «sí son más propensos a aceptar las recomendaciones que un médico les haga al respecto». En ese momento, cuando «lo que les dice la familia termina siendo también la recomendación de su doctor, entienden lo peligroso que puede resultarles continuar conduciendo». Por ello, «nosotros recomendamos visitar al médico con regularidad, para que éste pueda analizar y comprobar cuando es conveniente que ese paciente mayor abandone el volante».
La ANAES recomienda a los mayores que siguen conduciendo «que no tengan miedo a ir a una autoescuela a pedir algunas clases prácticas de reciclaje, para ponerse al día o simplemente eliminar esos malos hábitos al volante que se han podido adquirir a lo largo de tantos años de conducción, pueden ayudarles a sentir menos miedo al volante y ganar mayor seguridad».
Horarios: Circule en las horas de menor intensidad de tráfico y evite hacerlo en días de lluvia y por zonas poco iluminadas.
Margen: Cuando la vista y el oído van perdiendo agudeza, se necesita más tiempo ante cualquier imprevisto. Controle la velocidad y aumente la distancia de seguridad.
Tiempo: Si precisa más tiempo que los demás para una maniobra, no pierda la calma. Lo importante es la seguridad.
Más descansos: Es normal que sea más sensible al cansancio y la fatiga. No tenga ninguna prisa: en viajes largos realice más paradas y tómese su tiempo para completar el recorrido.
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