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Jorge Alacid
Valencia
Miércoles, 6 de noviembre 2024, 00:51
Miles de fotos y cientos de álbumes con imágenes en blanco y negro de todas las poblaciones afectadas, la memoria fotográfica depositada por buena parte del millón de habitantes de los municipios arrasados por la DANA en sus hogares, corrían el riesgo de desaparecer junto al resto de enseres que la riada destrozó. Un peligro, menor si se quiere comparado con la tragedia que azota Valencia desde el el día 29, pero que tendrá su importancia cuando se abra la luz, salga el sol definitivamente, la provincia recupere el pulso vital y la normalidad vuelva a habitar entre nosotros.
Tal vez habrá quien pudiera lamentar en el futuro ese gesto tomado en la inminencia de recomponer su vida al haber enviado a la basura, junto al resto de cachivaches inservibles que se llevó la crecida, una rica memoria fotográfica de su familia y amigos. Sin embargo, cuando Marisa Vázquez de Agredos, profesora de Historia del Arte de la Universitat de València y conservadora de Patrimonio Artístico, observó por las redes sociales que esas imágenes estaban condenadas al vertedero lanzó un llamamiento que ha obtenido un eco extraordinario. Gracias a su iniciativa, se contarán por miles las fotografías salvadas de la DANA.
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«Contamos con cientos de voluntarios», explica Vázquez De Agredos, que se ocupan de la «campaña de recogida». Un proceso cuya puesta en marcha aún se desconoce, dado que los accesos a las zonas más críticas continúan sometidos a restricciones y, por lo tanto, los dueños de las fotografías que aspiran a salvarlas («una posibilidad, no una garantía», avisa la profesora) no pueden comunicar aún con la Universidad de Valencia para que los voluntarios vayan a buscarlas.
«Se recuperarán los álbumes a medida que podamos ir entrando a las poblaciones», advierte. Y añade que «tenemos también alumnos, profesores y personal de administración y servicios de nuestras universidades que están en las zonas afectadas y hacen una gran labor de acopio de estos materiales, para centralizarlos y recogerlos juntos».
La profesora advierte, en todo caso, que hasta que ese material no llegue al laboratorio «no sabremos especificar» qué imágenes se salvan y cuáles son irrecuperables. «Cuando lleguen habrá un examen de diagnóstico inicial, sobre el que se decidirán los criterios de intervención en cada caso», afirma Vázquez de Agredos, quien ya sabe después del primer contacto con los interesados que algunas imágenes sufren severos daños.
«Tienen barro y también hedor, lo que significa actividad microbiológica», explica esta docente. Esto supondrá que muchos documentos tendrán de difícil recuperación, lo cual sería una auténtica lástima, porque, como dice la profesora, se trata de imágenes de gran valor documental y también sentimental. «Son fotos muy conmovedoras», asegura.
También anota que quienes ponen ese material en sus manos «acaban llorando agradeciendo nuestra iniciativa». «Y nos dicen: 'Hemos perdido todo, pero si podemos recuperar las fotos de los yayos estamos felices».
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