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Miguel Hernández, Hermano Mayor de la Soledad. Álex López

Miguel Hernández, Hermano Mayor

Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad
«Lo primero de todo es la imagen, después los hermanos y la música inmediatamente después»

Riguroso orden y respeto entre hermandades para llevar a la Señora de Salamanca en la «procesión de los fieles»

Álex López

Salamanca

Viernes, 8 de marzo 2024, 18:31

De origen benéfico y zapatero en 1645, la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad es, más de trescientos años después, la hermandad con mayor número de hermanos de todas las que conforman la Semana Santa de Salamanca. Su imagen titular, Nuestra Señora de la Soledad, es el epicentro de una devoción popular con casi ninguna comparación en la Pasión salmantina. Desde los fieles que se acercan durante todo el año a la capilla de la Catedral Nueva a pedir a su virgen, hasta el tradicional besamanos durante todo el Sábado de Pasión, para el que en la Catedral se realiza un camino de entrada y salida específico como manera de control de la afluencia de gente. En una hermandad tan grande, la juventud tiene su sitio reservado. Los jóvenes son los encargados de portar «La Soledad de la Cruz», paso alegórico que se introdujo en la procesión ante el elevado número de hermanos.

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En la brillante y reluciente capilla de la Soledad en la Catedral Nueva nos espera Miguel Hernández, veterano Hermano Mayor, que aguarda la llegada del Viernes Santo «con ilusión»: «Parece ser que la cofradía va en aumento, con alrededor de sesenta altas ahora y posiblemente lleguemos a noventa».

La Señora de Salamanca no llevará a su alrededor nada nuevo respecto al año pasado: «Somos una hermandad de riguroso orden. Este año no hemos comprado enseres porque los compramos el año pasado. Entonces, nuevo, la idea y la ilusión de llevarla y traerla». Repite también recorrido, que se valoraba como muy corto para el elevado número de hermanos (se llegó a decir que, de seguir así, llegaría de vuelta la cruz de guía a la Catedral antes de que saliese la virgen de ella), pero, un año después, Miguel lo valora positivamente: «Estuvo muy bien porque los hermanos entienden que nuestro paso es super de peso y si le quitas veinte minutos o treinta y las bajadas y subidas, andan mejor. Creo que lució más porque trajimos mucha gente hasta la Catedral en el camino de vuelta. Normalmente digo que esa es la procesión nuestra, cuando salimos del Corrillo, pero el año pasado fue también la procesión de los fieles porque fueron todos».

Álex López

En ese camino de vuelta, en la desembocadura de la calle Meléndez en Compañía, se produjo el anunciado y previsto cruce entre las dos procesiones de esa noche, Soledad y Cristo de la Liberación de la Hermandad del Amor y la Paz. El abrazo entre los hermanos mayores en ese punto, con Francisco Hernández, presidente de la Junta de Semana Santa, de testigo, mientras la Soledad cedía el paso al otro cortejo, simbolizó el buen entendimiento para resolver esa situación: «Hemos estado reunidos también este año para ir puliendo todo lo que podamos. En definitiva, yo les digo a todos los hermanos, quizás por lo de ser mayor, que aquí estamos para unir, no para separar. Todos queremos sacar nuestras procesiones y nuestras imágenes lo mejor posible, pero funciona mucho mejor todo si nos respetamos».

«El ganar una carrera no es ganarla, es mantenerte»

Un aparatado esencial en la procesión es la música: «Para mí es todo. Los ensayos te demuestran que falta lo que falta, que es la música. Lo primero de todo es la imagen, después los hermanos y la música inmediatamente después».

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Miguel, desde la experiencia, termina valorando el progreso de las hermandades, pero con una advertencia: «Estoy muz feliz porque todas las hermandades han progresado enormemente, pero hay que mantenerlo. El ganar una carrera no es sólo ganarla, es mantenerte a esa altura. Lo que pasa es que cada vez hay más historias, más viajes, más cosas y las hermandades, los que las llevamos, nos cuesta más ver a algunos hermanos que se van de vacaciones, o esto o lo otro, pero nosotros vamos a pasar de setenta u ochenta nuevos y no podemos quejarnos».

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