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«Cuando marzo mayea, mayo marcea». Tras semanas de lluvias y frío, el sol comienza a asomarse en Salamanca, trayendo cierto alivio a los agricultores. Sin embargo, el exceso de agua ha dejado leves secuelas en los cultivos.
Las abundantes lluvias de marzo han afectado especialmente a los cultivos de cereal, donde muchas plantas han enfermado debido a la acumulación de humedad. La imposibilidad de acceder a algunas zonas para aplicar tratamientos con sulfatos ha agravado el problema, provocando el deterioro de las plantaciones y retrasando la siembra.
En las tierras de regadío y secano, la siembra de cereal, patatas y otros cultivos se ha visto retrasada, y la humedad ha favorecido la aparición de hongos que debilitan las plantas, haciendo que sus hojas adquieran un tono amarillento con manchas. Además, los caminos de acceso a las explotaciones han sufrido un fuerte deterioro, dificultando el trabajo en el campo.
Un agricultor con cultivos en Doñinos de Salamanca, Carrascal de Barregas y Parada de Arriba explica que está aplicando fertilizantes y un fungicida especial para tratar de recuperar la hoja madre del trigo, que es clave para el crecimiento del grano. Aunque aún es pronto para evaluar la pérdida de cosecha, reconoce que las zonas más húmedas y bajas han sufrido más por las inundaciones. «Se puede solventar, no se dan por perdidos los cultivos», señala.
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Las características del terreno también juegan un papel importante. Mientras que las tierras más pantanosas y de suelo rojo resisten mejor el exceso de agua, las más ligeras tienden a encharcarse, afectando gravemente a las plantas. En zonas como Barbadillo y Calzada de Valdunciel, los terrenos presentan diferencias que influyen en la capacidad de drenaje.
En los últimos años, algunos agricultores de Salamanca han comenzado a utilizar drones para aplicar tratamientos en las zonas de difícil acceso, una alternativa eficaz pero costosa. Sin embargo, cuando el suelo está demasiado húmedo, estos métodos pierden efectividad.
A pesar de las dificultades, los agricultores coinciden en que prefieren un exceso de agua antes que la sequía, aunque reconocen que cualquier extremo es perjudicial. Ahora, con la llegada del buen tiempo, confían en que la situación se estabilice. «La cosecha es en abril y mayo, que es cuando tendría que llover más», afirman. Además, los días más largos y con mayor luz en los próximos meses meses ayudarán a los cultivos a fortalecerse tras las intensas lluvias de marzo.
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