Hace exactamente un año tomaba posesión el nuevo obispo de las diócesis de Salamanca y Ciudad Rodrigo, José Luis Retana. Una unificación, la de un solo prelado para las dos entidades, que no gustó mucho sobre todo en Miróbriga y suponía todo un reto ... para el nuevo encargado de tomar las riendas de la iglesia en toda la provincia de Salamanca.
Retana Gozalo hace un balance muy positivo de este año de trabajo por todo lo que ha podido avanzarse en la renovación estructural de la diócesis y por la acogida que ha recibido en ambas diócesis.
-¿Considera usted que en este año de mandato ha conseguido junto a sus colaboradores que se disipe el miedo a la posible desaparición de la diócesis de Ciudad Rodrigo?
-Eso habría que preguntárselo a los fieles de Ciudad Rodrigo. Yo creo que realmente estamos ahora en una situación muy tranquila. La acogida ha sido muy buena. La gente de nuestros pueblos es buena, he tenido buenos colaboradores que me han ayudado mucho en este trabajo y yo creo que en el momento en el que estamos, justo un año después de la toma de posesión, realmente ese miedo inicial a un obispo «ausente», se ha ido superando. Por lo que dice la agenda, hemos tenido unos 15 actos al mes en Ciudad Rodrigo y mi relación con los sacerdotes, con las organizaciones, las cofradías, con las autoridades…. Ha dado una normalidad a la ejecución de esta tarea que ni lo era entonces, ni es fácil ahora. Ahora al menos conozco el terreno, pero al principio lo cierto es que sí parecía una cosa muy ardua, «mucho bocado» como decía un amigo sacerdote ya fallecido.
-Hace un año también habló usted de aprovechar las sinergias entre las dos diócesis para mejorarlas. ¿Es algo que ha conseguido?
-Sí claro. Ha sido un experiencia muy bonita cuando nos reuníamos los vicarios de las dos diócesis y ellos me aconsejaban dónde debería yo estar en ciertas fiestas y actos y el grado de implicación de la sociedad en las dos zonas. Ha habido muchas cosas que las hemos hecho en común. Por ejemplo, hemos hecho una normativa nueva para la utilización de los centros que es válida para las dos diócesis, aunque se haya publicado por separado. Hemos organizado el funcionamiento de las dos oficinas que atienden las denuncias por supuestos abusos. Hay documentación y modos de actuar que sirven para las dos diócesis.
-¿A qué se refería cuando en su primera homilía hace un año en la Catedral de Salamanca anunció una especie de renovación espiritual, pastoral y estructural de la diócesis de Salamanca?
-Yo creo que las estructuras en Salamanca son muy fuertes. Llegas aquí ves las universidades, las fundaciones, las asociaciones, cofradías… y no sé si esa estructura exterior que se ve o que se puede vislumbrar, es igual de potente que la vida interior. Además de tener buenos equipos, hay que ver como se llega a la gente y como vamos a hacer ese trabajo, en la Pastoral de la Salud, en la Pastoral Juvenil… Entonces, hemos hecho la renovación del Consejo Presbiteral, la del Consejo de Pastoral y ahora queda hacer un Consejo Episcopal más amplio, en el que la cúspide de la pirámide sea más ancha e introducir más personas en la estructura. Yo recuerdo que además de los vicarios habituales, yo en Plasencia tenía un vicario del norte y un vicario del sur. Es buena una estructura más amplia, incluso con la posibilidad de que haya alguna mujer para oír todas las voces.
-¿Ya se ha acostumbrado a tanto viaje entre sus dos casas abiertas en Salamanca y Ciudad Rodrigo?
-Mi traslado no fue un traslado al uso. Claro, tu metías en la furgoneta cajas que en el mismo viaje dejabas en Ciudad Rodrigo y luego venías a Salamanca. Quizás pudo haber poco orden en el traslado y luego un exceso de generosidad para poder estar en todas las cosas que te invitaban. Y claro que estaba todo el tiempo yendo y viniendo. Yo creo que ahora hemos dado un paso importante ordenando la agenda. Es preferible estar dos días seguidos en Ciudad Rodrigo y organizar aquello, que no andar viajando todos los días. Como he dicho, ya conocemos mejor el campo de trabajo. Conocemos a los arciprestazgos, a sus sacerdotes, incluso al personal laico, yo tengo más paz, no esa urgencia del que llega como un paracaidista. Ya conoces a tu gente y es diferente.
Hay que hacer un esfuerzo grande por sumar a la evangelización a los seglares con sus ministerios
-¿Pueden estar tranquilos entonces los fieles de Ciudad Rodrigo respecto al futuro de la diócesis?
Yo no tengo ninguna instrucción en esa dirección. No he hablado al respecto con el Papa para nada, ni tan siquiera con el nuncio. El problema que tenemos es el de la despoblación de nuestras diócesis. Yo entiendo su preocupación. Yo creo que el deseo de Ciudad Rodrigo de tener un obispo propio, residencial y exclusivo, es lícito. Como cuando uno quiere que le mantengan la escuela o el centro de salud en su pueblo. Desde luego en el tiempo que yo esté al frente, no está previsto que desaparezca la diócesis de Ciudad Rodrigo, no está en la hoja de ruta.
-¿Sigue siendo un grave problema el envejecimiento del clero?
-Yo creo que es la situación que más necesita una solución, pero no solo en Salamanca, en todas las provincias y diócesis. El clero está envejecido. Mi deseo es alentar a los sacerdotes en que vamos a trabajar en la medida de nuestras fuerzas y llegaremos a la tarea que se nos ha encomendado, que es y será más amplia. Hay que hacer un esfuerzo grande por sumar a la evangelización a los seglares con sus ministerios. Es decir, debe haber diáconos permanentes, acólitos, lectores, celebrantes de la palabra.. Por ejemplo, en Ciudad Rodrigo en el envío de este año repartí casi a dos docenas de seglares el ritual de la celebración de la palabra en ausencia o espera de presbítero. Un sacerdote que tenga muchas poblaciones, igual no podrá llegar a una un domingo, pero sí otro día. Deberemos alentar la vida de la comunidad parroquial con otra presencia en la que esté clara la importancia de la comunidad que se reúne, la palabra de Dios que se proclama, y repartir la comunión… Pero hay que tener en cuenta que hay sitios en los que el sacerdote llegue cada cierto tiempo y la vida de la comunidad religiosa sigue adelante. Hay que incorporar otros carismas, que no son el del ministerio sacerdotal, a la evangelización.
-¿Cómo habría que repartir las culpas al comprobar la falta de vocaciones entre los jóvenes?
-Yo creo que no hemos sabido transmitir la fe a los jóvenes. Yo no sé donde está el fallo. Pero nuestros padres, que estaban menos preparados, nos indicaron un camino más claro. Ahora, con tanta comunicación al alcance de todos, tanta falta de criterio en los adultos..., muchas veces no hemos sabido orientar y tampoco trasmitir la fe. Realmente hay que reconocerlo. El problema es el estilo de vida. Es difícil que sin fe, sin seguir a Jesús y sin participar en la comunidad cristiana, pues surja una vocación. Lo que tiene que haber es más vida y mostrar que esto no solo es una misa o una novena. Hay que preguntarse qué tiene que ver Jesús con mi vida, de estudiante, de novio, de matrimonio joven, de cómo quiero a mis hijos. No podemos hacer compartimientos estancos en el sentido de que por un lado va la fe, en el sentido del cumplimiento de ciertos aspectos religioso y por otro va la vida. Hay que convencer de que si uno vive su vida engarzada con la fe, la vive con más belleza y entusiasmo que cuando van separadas.
Yo creo que no hemos sabido transmitir la fe a los jóvenes, pero no sé donde está el fallo exactamente
-¿Cómo van funcionando las oficinas sobre los abusos a menores?
-Este tipo de pecados son gravísimos, aunque solo hubiese uno. Eso en primer lugar. Pero la gente debe saber que de este tipo de abusos, solo el 0,2% están vinculados a la Iglesia. Es un problema social, no de la Iglesia. En todas las diócesis tenemos estás oficinas y pueden surgir casos porque se hacen investigaciones de muchos años atrás. Pero actualmente la situación y la postura de la Iglesia es clara y está muy saneado el asunto.
-¿Se ha sentido usted querido en este años que ha pasado?
-Yo creo que sí. Yo soy una persona fácil y cercana en el trato y eso me facilita mucha las cosas en las relaciones. La dificultad es el tiempo para entrar en relación con ese pueblo de Dios y él contigo. Pero en los actos…, por ejemplo en las confirmaciones, que yo no sé las que habremos tenidos, pues es un momento para hablar con los fieles, hacerte una foto con ellos, contactar y predicar con ellos. Salamanca daba la sensación de que costaba más, pero a medida que ha ido avanzando el tiempo ha sido más fácil, porque la gente percibe que el obispo viene a entregar la vida, solo una vida (risas), no dos, que solo puedo dar una, aunque sea repartiéndola.
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