La curva más estrecha que queda abierta al tráfico en Salamanca cambiará de cara al verano para mejorar la seguridad de los peatones en un punto en el que pasan decenas de autobúses que prácticamente no caben y tienen que ocupar parte de la acera, lo que es un peligro para los viandantes. La curva que hacen los grandes vehículos entre dos monumentos será modicada para arreglar su firme y podría incorporar incluso alguna iluminación, todo en aras de una mayor seguridad.
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Cuando se decidió peatonalizar el centro y suprimir el paso del bus por la plaza del Mercado, el tramo a partir de la plaza de Colón quedó como la única alternativa para que el servicio urbano lograra atender el centro. La calle San Pablo quedó como peatonal hasta la altura de la calle Jesús donde el tráfico rodado tenía permitido acceder en uno de los pocos accesos al centro de Salamanca.
Para hacerlo posible, se trazó un cerrado giro para que los vehículos que llegaban desde la Gran Vía por Juan de la Fuente pudieran incorporarse y seguir camino dirección sur por San Pablo. Sin embargo, la estrechez de todas las calles, acentuada con la ampliación de aceras por la peatonalización, se demostró pronto un problema para la circulación de las autobúses, y no son pocos los que pasan.
En pocos minutos, vehículos del servicio urbano y del metropolitano se enfrentan a uno de los giros más complicados que quedan en la ciudad. En realidad, es una esquina en la que hay las carrocerías sobrevuelan ampliamente sobre la acera. A veces parece que el bus va a acabar en el interior de la torre de los Anaya.
Lo único que separa a los peatones, numerosos en esta zona histórica, de la circulación de los autobúses es una línea que marca lo que es la calzada, pero que se interna claramente en la acera. No hay separación física alguna y las situaciones de riesgo son constantes.
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En sólo unos pocos minutos, media docena de autobúses han girado a tope en un punto en el que vienen vehículos de la zona peatonal; se han encontrado viandantes que pasan pegados a la fachada de la torre de los Anaya y que obligan a frenar para evitar males mayores; y también lidian con vehículos que aparcan sobre la acera.
Para mejorar esta situación, la concejalía de Fomento tiene previsto realizar una actuación el próximo verano. Lo previsto es sustituir la losa de granito sobre la que se ha pintado la línea por adoquín que forme parte de la acera y ayude a delimitar el paso peatonal, aunque no va a ser sencillo porque sitio hace falta y el paso se estrecha notablemente. También servirá para arreglar el pavimento, donde hay losas rotas que se han sustituido ya por aglomerado.
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Además, en el seno de la comisión de Fomento proponen ir más allá. La idea es aportar algún tipo de iluminación, ya sea con luminarias o sobre la calzada, para conseguir una mayor visibilidad de los peatones y que la señalización sirva para avisar del estrechamiento. Todo para que la curva más estrecha del centro histórico no sea un peligro.
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