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Después de arrasar con las antiguas Urgencias, el siguiente objetivo en el proceso de derribo del Hospital Clínico de Salamanca ha sido el viejo comedor y el tanatorio. Dos estancias que conformaban la rutina hospitalaria y que hoy se convierten en el pasto de la ... maquinaria más pesada. Una máquina de grandes dimensiones acelera la fase final del derribo con la demolición de la parte lateral del edificio principal. Se trata del ala más cercana al Centro de Investigación del Cáncer y supone un paso más en la destrucción total de lo que fuera uno de los grandes centros de referencia de Castilla y León.
Hace apenas un par de semanas, se acababa con una de las partes más conocidas y reconocidas por los salmantinos: las urgencias. El histórico cartel amarillo cedía y se cerraba una etapa en la atención sanitaria de la capital. La demolición de esa parte concreta del hospital despertaba la nostalgia de muchos salmantinos que veían caer recuerdos, -no siempre buenos- con cada ladrillo que se sumaba al bloque de escombros. Durante semanas, los trabajadores se han dedicado a limpiar la zona de esos cascotes y decenas de camiones recogían los restos del derribo. Hasta que no se ha conseguido alisar los alrededores, no se ha continuado con lo que queda del edificio.
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Por el momento, los plazos se siguen cumpliendo y se mantiene la fecha estimada donde se podrá apreciar ya el solar sin rastro del viejo hospital de Salamanca. Así, en verano de este año se prevé que los trabajos de demolición hayan concluido y se podrá ya comenzar con la segunda fase: la construcción de un edificio que albergue las consultas externas y las nuevas áreas de administración que están siendo rescatadas por el momento por el hospital de la Virgen de la Vega.
El derribo que comenzó a finales de mayo del pasado año, ha pasado por diferentes obstáculos que han comprometido la demolición del edificio. La más importante fue la aparición de más amianto del previsto en distintas zonas del edificio sanitario. Este encuentro inesperado ralentizó el proceso y no fue hasta que se consiguió eliminar la presencia de este material tóxico cuando se pudo agilizar el proceso. El edifico trasero y más cercano al Hospital Universitario de Salamanca fue el primero en caer.
La segunda parte, el edificio central y el más alto, también trajo sus complicaciones. Precisamente las dimensiones de la estructura dificultaron las tareas del derribo y se necesitó una maquinaria especializada para alcanzar esa altura. Un larguísimo brazo acoplado a una de las grandes grúas se encargaba de esa estructura central y lograba alcanzar la altura del inmueble más grande. Aún se mantiene parte de ese edificio puesto que está unido al principal, donde se alojaban las urgencias. Este ha sido el tramo más reciente y la antesala a la destrucción de las antiguas cocinas y tanatorio, que han sido las últimas estancias en caer por el momento.
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