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Sin prisa pero sin pausa, así es como avanza la demolición del viejo hospital de Salamanca que, cada día que pasa, recuerda menos a lo que un día fue: una referencia en la sanidad a nivel nacional. Ahora, ese prestigioso título lo ostenta el Hospital ... Universitario de Salamanca que ve caer, literalmente, a su antecesor. El derribo del complejo asistencial ha alcanzado ya su última fase con los trabajos de destrucción de los dos edificios laterales. Las funciones se centran ahora en el edificio más complicado ya que sus dimensiones han dificultado las tareas de demolición que desde hace meses se suceden en las instalaciones.
La altura del edificio central obligó a intervenir a una máquina de espectaculares dimensiones que lograba alcanzar la parte más alta de la estructura. Diez plantas conforman la pieza central que precisó de una maquinaria especializada con un largo brazo para poder culminar las tareas. Los operarios comenzaron por la parte más próxima al Hospital Universitario, -la parte izquierda del edificio desde el acceso principal del viejo hospital-, y ha continuado por el núcleo de la estructura. Dejan por tanto para el final el último extremo, que sería así la última parte que queda en pie del complejo.
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Una vez que todo se convierta en escombros, el proceso será inverso. De la demolición se pasará a la construcción de un nuevo edificio donde ubicar las consultas externas, -ahora en el hospital de la Virgen de la Vega- y las nuevas áreas de administración. Apremia la necesidad de desalojar la atención sanitaria del antiguo ambulatorio y aliviar de trabajó así al centro del paseo de San Vicente que ocupa ahora las funciones que próximamente serán responsabilidad de nuevo del Hospital Universitario de Salamanca.
El desmantelamiento del interior de las dependencias sanitarias fue el primer paso de lo que se ha convertido en uno de los derribos que más se han hecho de rogar. Hace diez meses comenzaron los trabajos para desocupar las instalaciones aún conformadas por el mobiliario. Las sillas, camillas, estanterías y aparatos médicos se eliminaron para dar la bienvenida a la maquinaria de demolición. La presencia de amianto en los primeros trabajos supuso un frenazo importante al proceso puesto que el proyecto tuvo que adaptarse a la existencia de este material tóxico y precisar de la colaboración de una empresa especializada.
Una vez controlado la primera 'piedra' en el camino, la demolición continuó con la parte que encabezaba el complejo asistencial y que suponía el acceso principal al hospital. Así, se conseguía derribar las dos estructuras extremas a falta de la central que es ahora el foco de los trabajos. El proceso se encuentra así prácticamente en el meridiano al haber comenzado ya la fase final del derribo y a falta de la construcción de la nueva edificación. No obstante, las previsiones son difusas y no hay fecha estimada para ver concluida la instalación.
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