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Lleva una pequeña cadena de oro con una barra con pesas a los lados. Siempre va con ella. Se la regaló su entrenador. Llevarla no le supone un esfuerzo físico, pero representa muchas cosas. Viajes por el mundo, metas conseguidas, medallas colgadas, comentarios borrados, incluso superados. Marta García es la representación de todo lo bueno que puede llegar a representar el deporte. Es muchas cosas y todas contadas en 'El Latido del Deporte de Salamanca'.
«No soy de sueños, soy de objetivos». La medalla de bronce en el último Campeonato Europeo y Mundial salmantina nos abre las puertas de su lugar de entrenamiento que comparte con su madre, campeona de España en categoría Máster también de Halterofilia, su deporte, el de toda la familia. Su hermana, Laura García Rincón viene pisando fuerte y competirá en el próximo Campeonato del Mundo Junior que se celebrará en Perú. Su padre también es deportista, dedicado al Crossfit de manera amateur, se desvive por las mujeres que le rodean.
Acelerada, pero con la cabeza en calma. Pequeña en edad y madura en mente. Marta García (Salamanca, 2003) siente el deporte desde muy pequeña; tras pasar por el tenis, balonmano, hockey y patinaje llegó a la halterofilia, un deporte que no conocía, pero que se convirtió en su «amor a primera vista» y que combina con su otra gran pasión, la salud, estudiando Fisioterapia en la USAL.
Además del sustento de la propia institución universitaria valora por encima de todo a su familia de sangre que también es su familia deportiva. «Mi madre lo entiende, mi hermana lo entiende, mi padre... es un apoyo enorme. Hablamos de un deporte individual, pero que necesita del sustento del equipo», explica.
De la afición, gracias al Club de Halterofilia de Salamanca, pasó a la competición, pero siempre con la misma dedicación. «Siempre me he tomado el deporte con la misma seriedad y con mucha disciplina. Ahora es cierto que entreno más tiempo y eso conlleva más esfuerzo -20 horas semanales- pero siempre he dado todo de mí y los resultados han llegado solos», aclara.
También ha tenido que superar comentarios y expectativas, siempre bajas y alejadas del deporte, por su tamaño. Mide 1,50 metros y por ello le impusieron un rol. ¿Cómo se puede meter una chica de esa estatura a levantar tales cantidades de peso? Era una de las preguntas que más escuchaba Marta. Pero ha superado comentarios, ha callado bocas, ha respondido con medallas.
La Halterofilia implica una concentración máxima en un momento concreto, un instante en el que tienes que dar lo mejor de ti, con tres intentos de por medio en los que se pretende reflejar el esfuerzo de meses e incluso años. Esta situación, acompañada por los nervios que caracterizan a la deportista, le ha llevado a trabajar mucho la mente, a encontrar la paz en actividades totalmente diferentes.
«En mi primer campeonato de España salí hiperventilando. No podía competir así. Me resultaba más complicado relajarme que el propio ejercicio en sí, por lo que algo tenía que cambiar. Sin embargo, he tenido la suerte de tener una familia que siempre me ha hecho hacer muchas cosas y he aprendido a regularme de esa manera. Pinto, hago caligrafía, ganchillo... el hecho de estar presente en la actividad me ha ayudado a controlar, a estar presente y saber gestionar mis nervios en la competición. Antes no disfrutaba, ahora no, ahora disfruto, me gusta y lo que tenga que salir, saldrá», explica.
Estas estrategias las utiliza especialmente en la semana previa a la competición, cuando pinta más, lee más y dedica más tiempo al descanso. Eso sí, nada de supersticiones en el mismo momento. «Quiero hacer cosas que dependan 100 por 100 de mí, no quiero crear manías que en función del sitio en el que esté no pueda hacer. Por ejemplo, llevar los calcetines del mismo color (risas)», cuenta.
Como todo deporte minoritario, la dependencia económica es sufrida y prácticamente imposible. Marta García sigue viviendo con sus padres, estudia para labrarse un futuro porque nunca se sabe lo que puede ocurrirle al cuerpo y deja de lado lo económico que, explica, depende en gran medida de la Federación de España.
«No soy independiente económicamente y si lo fuera, tendría muchas limitaciones. No es un ingreso permanente. No podemos depender de ello. Animo siempre a estudiar y a hacer algo con lo que se disfrute. Al final, deportistas profesionales... hay muy pocos», analiza.
Además, ella derrocha humildad: «Soy consciente de mis logros, pero no soy cirujana. Yo no salvo la vida a nadie. Hago lo mejor que puedo con mi mejor intención, pero entiendo que hay que tener los pies en la tierra. Tengo la suerte de que se me da bien el deporte que me gusta».
¿Se considera referente? «Creo que sobre todo para los más pequeños. Yo crecí en este deporte con pocos referentes y para mí lo más importante es que las niñas sepan que da igual cual sea su peso, su estatura o su entorno. La Halterofilia siempre va a estar para acogerlas. Yo tuve muchos complejos, pero aquí no los tengo», finaliza.
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