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Se levanta todos los días a las cinco de la mañana. Es la única forma que tiene de comer algo antes de hacer ejercicio físico. Souley se encuentra en pleno Ramadán, un mes en el que los musulmanes deben cumplir una serie de normas relacionadas con el aspecto físico, pero también con el trabajo psicológico individual. El esfuerzo es aún mayor si cabe en deportistas, que no pueden beber ni comer desde que sale el sol hasta que se pone, con partidos y entrenamientos de por medio.
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En 'El Latido del Deporte de Salamanca' conocemos una vida de futbolista ligada a la religión. Unos valores traspasados al día a día, con un mes en el que la sed y el hambre son protagonistas, junto a la «especial» parte de ayudar a los demás.
Nadie en su equipo vive la misma situación que él, no hay ningún musulmán, algo que lleva con naturalidad. Reconoce que muchos no lo entienden y que más allá, llegan a sentir curiosidad, pero que la religión forma parte de su vida, de su rutina y eso también implica el fútbol. Reza por el equipo y por él antes de cada partido.
«Creo que los valores de la religión pueden adaptarse al deporte. Rezo siempre antes de cada partido y no solo por mí, por mis compañeros, por el equipo, porque quiero que las cosas vayan bien, porque ganamos y que no haya lesiones graves. En la religión musulmana uno tiene que comportarse de manera que no haya daño a otro ser humano y esa es la verdadera enseñanza, tanto en la vida como en el fútbol», explica.
La religión también le motiva a que después de cada temporada recoja ropa, botas de fútbol y zapatillas de sus compañeros o del club y llevarlas a África, donde «un pequeño gesto que alegra a los más necesitados». «Siempre lo he hecho, en otros cubles también», aclara.
Souley, jugador del Salamanca CF UDS, explica lo que para él significa el Ramadán, haciendo mayor hincapié en aspectos menos sonados y palpables como el rezar o pedir perdón.
«Supone un gran sacrificio. Al final... estar sin comer es un esfuerzo en sí mismo, pero el Ramadán lo que tiene de especial es que sirve para ayudarnos entre nosotros. Se dona comida, dinero, ropa... a los más necesitados. Te lleva a hacer acciones buenas durante un mes. Es muy especial e importante. Hablamos de un esfuerzo también espiritual. Para mí es más importante lo mental que el hambre o la sed», reconoce.
Él envía dinero a su familia. Piensa en los demás. Y pasa mucho, mucho hambre, «sobre todo a partir de las 16:00», ríe, pero, sin embargo, Souley refleja lo mejor de la religión. Su mejor versión.
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