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Estaban en los almacenes del Prado quizá desde la fundación del museo. Son una veintena de medallones decorativos de mármol de la época del emperador Federico II (1194-1250) que se han rescatado, redatado y restaurado. Es una de las mejores colecciones del mundo ... en su género y a partir de ahora se exhiben en el recoleto Patio norte del edificio Villanueva de la pinacoteca. Pertenecieron a la colección real de Felipe V y se incorporan a la colección permanente del museo.
Catalogados inicialmente en el siglo XVII, su investigación ha permitido cambiar su datación y relacionarlos con la decoración de un desaparecido monumento del Capitolio de Roma. El apoyo del grupo de infraestructuras OHLA permite mostrar ahora el singular descubrimiento tras acondicionar arquitectónicamente el patio del museo para acogerlos. Algunos de los medallones pesan hasta 40 kilos.
Denominados clípeos –escudos de forma circular y abombada usados en la Antigüedad clásica, precisa la RAE– se trata cabezas de perfil que llenan casi toda la superficie esculpida, por los general ovalada, como sucede en los camafeos, con los que tienen una estrecha relación.
De personajes desconocidos, hay rostros barbados o tocados con coronas de laurel y diademas, al modo de los emperadores romanos, mientras que otros lucen tocados de raigambre clásica. «La identificación de las figuras no es posible al carecer de atributos o inscripciones, aunque son personajes laureados como emperadores y todas las piezas comparten la sencilla ejecución de su labra», explica Manuel Arias, jefe del Departamento de Escultura del Prado.
Las coincidencias con piezas localizadas en diversas partes de Italia permiten atribuirles a estos medallones un origen común dentro del estilo llamado 'federiciano' y datarlos hacia 1250. Muy destacado en la glíptica –el arte de grabar en piedras duras–, este estilo se desarrolló en tiempos de Federico II, rey de Sicilia y emperador del Sacro Imperio Romano. Nieto de Federico Barbarroja, se le conoció como el 'stupor mundo' (asombro del mundo). Con inquietudes intelectuales en todo tipo de disciplinas, en sus monedas se retrató como un nuevo Augusto y volvió la mirada hacia la Antigüedad, alimentando un protorrenacimiento en las artes. torno al año 1250.
«Son un hallazgo excepcional dentro del propio Prado de unas piezas que estaban en el museo desde hace 200 años y que ahora ocuparán un lugar destacado», se felicitó Miguel Falomir, director del museo que destacó «el valor absolutamente excepcional» de unas obras que se enmarcan en los principios del Renacimiento.
Algunos de estos relieves se relacionan con la decoración de un desaparecido monumento del Capitolio de Roma, erigido para albergar los restos del 'carroccio', una simbólica carroza militar arrebatada por Federico a la Liga Lombarda en la batalla de Cortenuova, y que el soberano regaló a la ciudad en 1237.
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