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Ramoni, enfermera en Salamanca Álex López
Especial cinco años de la pandemia

La reflexión de una enfermera tras cinco años de la covid: «No hemos aprendido nada»

Ramoni, enfermera en Salamanca, comparte su experiencia en primera línea durante la pandemia y reflexiona sobre la situación tiempo después

Viernes, 14 de marzo 2025, 08:17

Como cualquier día en su rutina de enfermera, Ramoni entra a trabajar, se pone la bata y empieza a pasar consulta en los centros de salud y pueblos de Salamanca. Pero, hace cinco años, su trabajo se vio alterado por la covid y su rutina laboral y personal cambió por completo.

Hasta el 15 de marzo estuvo trabajando en Garrido Norte. En abril empezó en el equipo de muestras. «Estaba todo el día en la ambulancia, yendo a los domicilios y residencias tanto en la ciudad como en los pueblos a hacer las PCR, test de antígenos y cribados masivos».

«Trabajábamos sobre el día a día, no sabíamos lo que venía mañana»

Ramoni

Enfermera

«De un día para otro me cambió todo. Salía de trabajar de una residencia y tenía que desvestirme, echarme lejía por todos lados, cambiarme la ropa, las tres mascarillas que llevaba, el gorro y las gafas». Cuando empezó el confinamiento, tuvo que dejar de ir a los pueblos. «Los pacientes a los que les estábamos realizando curas tuvieron que empezar a ser atendidos por sus familiares. Todo se hacía a través del teléfono».

«El único plan seguro era llegar a las 8:00 de la mañana a la Gerencia de Salud y recibir las indicaciones de la directora de enfermería para cada día porque trabajábamos sobre el día a día, no sabíamos lo que venía mañana».

«Mis hijos me decían: mamá mira a lo que te enfrentas, pero yo sabía que tenía que estar al frente de la guerra»

«Había terror por contagiar a la familia. Cuando llegaba a casa, metía el coche en el garaje y ahí mismo me desvestía de arriba a abajo. Metía mi ropa en bolsas de plástico. Mis hijos estaban cada uno en su habitación, subía las escaleras sin tener contacto con ellos, me duchaba y bajaba a cenar sola».

Lo más duro, asegura, fue el contacto cero con el paciente. «Era muy triste no poder acercarte a ellos ni darles un abrazo. Cuando íbamos a las casas a hacer las PCR, una vez se retiró el confinamiento, llamábamos al paciente y le decíamos que nos esperase con la puerta abierta y de espaldas para poder hacerle la prueba«.

Recuerda que a principios del 2020 empezaron a notar que algo no iba bien. «Nos parecía extraño lo pronto que había llegado la gripe, como a mediados de diciembre del 2019 ya había mucha incidencia y fiebres muy altas. En realidad el virus empezó antes pero no lo sabíamos».

«La pandemia nos hizo bajar de donde estábamos y afrontar una dura e insólita realidad»

«La gente tenía mucho miedo y estaba muy concienciada. A los cribados masivos acudían multitud de personas. Lo peor eran los niños y las personas mayores«.

«Yo realmente no tuve miedo de contagiarme, estaba muy metida en el día a día viviendo la situación de primera mano y nunca nos faltaron recursos, por lo que me sentí protegida. Sabía que era muy difícil contagiarme trabajando porque en todo momento seguía las pautas de medicina preventiva. Y así fue. Tres años más tarde, cuando quitaron las mascarillas, me contagié».

¿Sacas algo bueno de esta vivencia? «Lo único bueno que saco de la pandemia es que se prohibieron las visitas en los hospitales y también la unión que había entre los compañeros, cada uno aportaba lo que podía. Dentro del conocimiento que había y las posibilidades que teníamos creo que se gestionó como mejor se pudo».

«No hemos aprendido nada»

«Actualmente, los pacientes que vienen por una urgencia con fiebre o malestar vienen sin mascarilla. Sólo se las ponen los pacientes respiratorios crónicos o inmunodeprimidos, que están muy concienciados de su patología. En los pueblos, las personas mayores tampoco la utilizan. Al igual que cuando hay un paciente ingresado, a veces hay muchas personas en la misma habitación.

«Esto se va a volver a repetir. Este año ha habido muchos rebrotes. Cada año son cepas diferentes y las vacunas nuevas de la gripe se hacen con la cepa del año anterior, con lo cual los contagios aumentan. La gente ha perdido el miedo. No se podía vivir cómo se vivía pero también en época de gripe o catarros deberíamos de ponérnoslas todos, tanto los pacientes como los profesionales».

Ramoni recomienda tener más precaución, seguir las recomendaciones e indicaciones sanitarias y unos mínimos de cuidados, sobre todo en los meses más dados a los contagios como octubre, cuando empiezan los virus respiratorios. Invita a tener más conciencia en las reuniones de grandes grupos y a realizarse pruebas ante el mínimo síntoma. También recuerda la importancia de vacunarse «aunque no quieras hacerlo por ti, estás poniendo en riesgo a los demás porque tienes mayor riesgo de infección».

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