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La vida es un largo camino por la salud y la enfermedad que termina en la muerte. «No hay médico al que no se le mueran todos sus pacientes», advierte el reconocido paliativista Marcos Gómez Sancho. Puede que a veces vivir no parezca una tarea fácil, pero tampoco ha de ser algo tan dramático. La diferencia entre parecer un viejo a los 60 años o estar como un chaval a los 70 reside, en buena medida, en cuidarse un poco desde muy joven.
Es cierto que en el estado de salud, físico y mental, influyen de forma decisiva tanto la genética como las diferentes condiciones de vida de cada persona. Pero el destino de esa ruta metabólica y social no esta escrito. Puede cambiarse sin grandes esfuerzos ni dietas que le obliguen a uno a ser esclavo de lo que come. Así lo aseguran, al menos, los tres especialistas que participan en este reportaje.
Son los médicos internistas Manuel Landecho, de la Clínica Universidad de Navarra (CUN), y Pilar Cubo, de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) junto a la geriatra de la red IMQ Naiara Fernández. Los hemos reunido para repasar las enfermedades más comunes que aquejan a hombres y mujeres a la largo de la vida y la manera de protegerse frente a ellas. El objetivo es llegar a la vejez de la forma más envidiable posible. ¡Y no hay grandes secretos...!
Juventud No tan inmortales
El titular: No somos inmortales.
La adolescencia y primera juventud es el momento de la vida en que uno se siente más fuerte. La fortaleza física es entonces tan grande, uno se ve tan pletórico y tan guapo con quince o veinte años, que a menudo tiende a creerse inmortal. Claro, se equivoca. Esa falsa imagen de uno mismo es, de hecho, el mayor riesgo de este grupo de población, que se muere sobre todo por suicidio y accidentes de tráfico.
En esta etapa de la vida, el sistema de defensas humano está más fuerte que nunca, pero a su cerebro, que no alcanzará su pleno desarrollo hasta los 25 años, le falta aún madurez. Necesita aún recorrido para poder tomar decisiones serenas y ser consciente, por ejemplo, de que las imprudencias al volante y el consumo excesivo de alcohol se pagan muy caros. No es que no quieran verlo, es que no pueden.
Hábitos peligrosos. La forma abusiva de beber alcohol impuesta entre los jóvenes está directamente relacionada con multitud de problemas de salud. A corto plazo, esa ingesta descontrolada incrementa el riesgo de accidentes de circulación, agresiones sexuales y, embarazos no deseados. A la larga se sabe que propicia la aparición de enfermedades mentales, el aparato circulatorio, el corazón y también diversos tipos de cáncer. «Definir un envejecimiento de éxito pasa por establecer cuanto antes un estilo de vida saludable», advierte el especialista de la Unidad de Chequeos de la CUN.
Las enfermedades de transmisión sexual, al alza desde el cambio de siglo, también se presentan como un desafío para la población en general, pero para los jóvenes en particular. Perdido el miedo al sida con la aparición de la terapia antirretroviral, los casos de sífilis, gonococia y otras infecciones de corte sexual se están disparando en España.
32% suicidios
Los casos de suicidio entre los años 2019 y 2021 en España aumentaron un 32% en España, un hecho que según un estudio de la Universidad Complutenese de Madrid no puede atribuirse sólo a la pandemia. Junto a los accidentes de tráfico, constituye la principal causa de muerte entre la población de 10 a 24 años.
Qué hacer. Desde niños es importante acudir una vez al año a la consulta del odontólogo y a la del oculista o oftalmólogo para revisar el estado de la boca y los ojos. No sólo se trata de mantener la dentadura y la visión de manera correcta, sino de prevenir enfermedades graves que quizás uno no relacionaría con ambas especialidades. Como ataques cardiacos, artritis, diabetes, cánceres...
El riesgo de enfermedad oncológica debería estar presente siempre en la cabeza de las personas, pero especialmente en los hombres a partir de los 20 ó 25 años, y en las mujeres desde los 40. Para ellos, aprender a palparse los testículos en busca de posibles nódulos o malformaciones les puede servir para protegerse de un tumor quizás maligno. Ellas, a partir de los 40, deberían asistir al menos anualmente a la consulta del ginecólogo para protegerse frente al cáncer de mama, que puede ya aparecer. «Cuando una descubre un bulto en el pecho puede ser tarde», explica el internista. Y hay un tercer cáncer que debe comenzar a prevenirse en edades tempranas, el melanoma. La piel tiene memoria y cuanto menos expuesta y protegida esté frente al sol, mejor.
Inicio de la de adulta Primeros avisos
La transición. Aunque en salud no pueden establecerse barreras, porque cada persona es un mundo, podríamos fijar los 35 años como el momento en que todo cambia. La Organización Mundial de la Salud marca en esa franja el límite de la juventud. Comienzan a aparecer las enfermedades crónicas, que darán más lata en la siguiente etapa de la vida. Hipertensión, diabetes... y en ocasiones, infartos.
La famosa copita de vino en las comidas ha suscitado en los últimos años una tremenda controversia entre los profesionales médicos, divididos entre su conveniencia y perjuicio. La Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) ya se ha pronunciado abiertamente en su contra. El consumo de alcohol, según dicen, no es bueno para la salud en ninguna cantidad. La geriatra Nahiara Fernández así lo cree, aunque en una posición intermedia defiende que tampoco niega un poco de vino en la comida a las personas mayores. «También hay que disfrutar de la vida». La Clínica Universidad de Navarra está desarrollando un estudio científico para saber «definitivamente» si ese consumo, a partir de 35 años resulta saludable.
Madurez Enfermedades crónicas
El titular: La salud se complica.
En la madurez comienzan a pagarse las consecuencias del paso del tiempo y de una vida ajena a la prevención. Falla el sistema circulatorio y puede sufrirse un infarto o un ictus. Lo más preocupante, sin embargo, es que todos esos accidentes puntuales pueden ser sólo el aviso de algo que para entonces ya suele haber llegado a nuestras vidas y, lo que es peor, con intención de quedarse. Son las enfermedades crónicas.
Los hospitales están llenos de pacientes maduros con crisis provocadas por la diabetes, enfermedades cardiovasculares, insuficiencia cardiaca, cardiopatías isquémicas, patología renal y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC, lo que antes se llamaba bronquitis crónica). Es, en la mayoría de los casos, el pago de una vida sedentaria, con una alimentación desordenada y con frecuencia de hábitos tóxicos, sobre todo alcohol y tabaco, según recuerda la medico internista de la SEMI Pilar Cubo.
27,1% Enfermedades cardiovasculares
El 27,1% de las muertes registradas en España en el último año se debieron a enfermedades cardiovasculares, principal causa de fallecimiento, por encima del cáncer, (25,8%).
Qué hacer. Aunque hay cánceres en todas las etapas de la vida, incluso entre los niños, es en esta franja de edad cuando comienzan a aparecer más. Por eso, es el momento de concienciarse de la necesidad de participar en los programas públicos de detección precoz de tumores de mama, colon, ovario y pulmón, cuando lo haya.
No son la única forma de prevención. «Un estilo de vida saludable, que es algo aplicable a todas las personas, de cualquier sexo y edad podría evitar o retrasar hasta un 90% de enfermedad», apunta la especialista. Es algo tan sencillo como mantenerse delgado con una alimentación sujeta a los patrones de la dieta mediterránea (cereales, fruta, legumbres, pescado y carne preferiblemente blanca), hacer ejercicio (no sólo caminar, también de fuerza, resistencia y equilibrio) y disfrutar de las cosas sencillas para ahuyentar, en la medida de lo posible, la enfermedad mental. «Nunca es tarde para comenzar a cuidarse», anima la experta. «Incluso los pacientes con EPOC que dejan de fumar tienen menos recaídas y mejor pronóstico de vida», asegura.
Madurez En la recta final
El titular: El mayor desafío, la fragilidad.
Como en la juventud, no es lo mismo hablar de una persona de 65 años que otra de 80, aunque la geriatra Naiara Fernández, directora asistencial del grupo IMQ Igurco, asegura que, cuidándose, cada vez es más normal ver a octogenarios que se valen solos, sin la ayuda de nadie. Al llegar a los 65 –«aunque no me gusta, fijemos una barrera»– a la lista de enfermedades crónicas se suman la artrosis y la osteoporosis, especialmente en mujeres. Seguimiento ginecológico y densitometrías a partir de la menopausia son fundamentales. Aparecen ya, además, todo tipo de cánceres, aunque los primeros en asomarse suelen ser los de colon, leucemias y otros de la sangre y, en menor medida, pero también, próstata.
La reserva fisiológica de calcio, inmunidad y de todo comienza a decaer a partir de los 75. Los huesos se debilitan y la mente también. Las complicaciones generadas por problemas de riesgo vascular favorecen a partir de ahora la aparición de alzhéimer y otras demencias.
El mayor desafío de las personas mayores, con permiso de la soledad, es la fragilidad. Las enfermedades crónicas se van acumulando, el riesgo de caídas crece y unas con otras circunstancias comienzan a volver a la persona más dependiente. «Nutrición y ejercicio físico juegan un papel primordial frente a la fragilidad.Tener un músculo pobre –detalla la geriatra– resulta determinante para mantenernos autónomos mucho tiempo, que es la clave, el objetivo final».
Qué hacer. Y más allá de campañas de detección precoz, chequeos y revisiones, ¿existen señales de nuestro cuerpo que deberían llevarmos a consultar al especialista? Pues sí y hay cuatro que son básicas, según apunta Naiara Fernández. Deben ser motivo de consulta médica inexcusable un dolor que no ceda con paracetamol de 500 miligramos, caerse más de tres veces en un año, una pérdida de peso repentina o inexplicable y sufrir olvidos y desorientaciones.
No es para asustarse. Es la vida.
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Javier Martínez y Leticia Aróstegui
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