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Qué hacer cuando mereces reconocimiento, pero tus jefes no te lo dan

Qué es el síndrome de la tiara

Qué hacer cuando mereces reconocimiento, pero tus jefes no te lo dan

La actitud pasiva da lugar al llamado 'síndrome de la tiara' y a la frustración. Los expertos aconsejan atajarlo y no echar balones fuera

Julia Fernández

Domingo, 26 de mayo 2024, 19:27

Azucena hace horas extras cuando es necesario. Se queda a acabar informes para que su jefe los tenga a primera hora del día siguiente. También atiende a sus clientes con una sonrisa, haciendo de tripas corazón cuando tiene un día oscuro. Si hay que echar ... una mano a alguien es la primera que se acerca. Y si desde la cúpula piden compromiso y más esfuerzo, se ata los machos, tensa las mandíbulas y sigue adelante. Ni una mala cara. Hasta ahora. «No puedo más, llevo diez años y no he tenido ni un solo reconocimiento. Si no necesitara el dinero, me iría ya mismo del curro. Estoy quemadísima», cuenta a este periódico.

Es un ejemplo casi perfecto de lo que se ha dado en llamar el síndrome de la tiara, que pese a su nombre glamuroso –inmediatamente uno piensa en esas joyas de diamantes y rubíes que portan reinas y princesas en actos oficiales– es todo lo contrario. Aunque Azucena se siente a disgusto en su trabajo, lo cierto es que no se puede mirar al resto como los culpables de lo que le pasa, sino que es su propia responsabilidad:espera una recompensa a sus esfuerzos pero sin pedirla y sin hacer notar que eso que hace de más no es por 'amor al arte'.

El término de síndrome de la tiara se les ocurrió a Carol Frohlinger y Deborah Kolf, fundadoras de la asesoría Negotiating Women, que «ayuda a las mujeres y las empresas a maximizar sus oportunidades». Hace referencia a esa actitud pasiva del sujeto que espera que le coloquen una medalla o una diadema por lo que hace. Pero esto no sucede y surge la frustración. Quienes lo sufren esperan que el reconocimiento llegue sin pedirlo, pero el mundo laboral no es un cuento de hadas: en él no hay varitas mágicas. Y tampoco funciona la meritocracia, ese sistema según el cual cuanto más nos esforcemos, más trabajemos y más nos formemos, más posibilidades de triunfar tendremos. «Es un bulo del sistema para exprimirnos al máximo hasta rompernos», señala Amanda Sierra, profesora de investigación Ikerbasque en el Departamento de Neurociencias de la UPV/EHU y el Achucarro Basque Center for Neuroscience. Dolors Liria, psicoterapeuta experta en salud profesional y vicedecana del Colegio Oficial de Psicólogos de Cataluña añade que «las relaciones interpersonales tienen un papel fundamental y que hay mas factores que influyen en que llegue ese reconocimiento».

No obstante, en el trabajo no hay que esperar que las cosas nos las regalen ni vengan por ciencia infusa. Si creemos que hemos trabajado lo suficiente como para merecernos algo, hay que ir a por ello. Y pedirlo. En nuestro país, no se mira bien a quien exponen sus méritos sin ambages para ciertas cosas. Se valora más la modestia... O mejor dicho, la falsa modestia. Y va casi contra natura:«Mostrar la mejor cara de nosotros mismos, realzar los atributos, es una práctica habitual. No solo entre los humanos sino en muchas otras especies animales», defiende, Santiago Iñiguez de Onzoño, presidente de IE University en un artículo en 'The Conversation'.

«Realzar los atributos es una práctica habitual no solo entre humanos, sino entre otras especies»

Enfrentarse al síndrome de la tiara supone también mover el peón de la responsabilidad, que ponemos en otros, para situarlo en nuestra casilla. Y tomar cartas en el asunto: si queremos algo, tenemos que elaborar una narrativa para vender nuestras virtudes. Es marketing. Y hay que pensarse como un producto que habita en las estanterías del supermercado: si estás continuamente al fondo de la balda, nadie te vera.

5.000 euros menos

Este síndrome tiene rostro eminentemente femenino, aunque hay hombres que también lo sufren. «En el mundo laboral las mujeres siempre hemos tenido que demostrar más, así que es más frecuente que aparezca», razona Liria. Todavía hoy la brecha salarial entre hombres y mujeres en España existe: se calcula que las mujeres ganan de media un 18,89% menos que los hombres por el mismo trabajo, es decir unos 5.000 euros. Ahora bien, nada de esto justifica que se mantenga la actitud pasiva. Hay que pasar a la acción:«Si creemos que nos merecemos un reconocimiento, hay que expresarlo de forma clara y objetiva».

«Busca estrategias para visibilizar tus logros»

Pedir reconocimiento nos cuesta «porque lo vivimos como un acto infantil o un signo de inmadurez. También por temor a que no nos lo den, a un conflicto o por baja autoestima», explica la psicoterapeuta Dolors Liria. Pero es necesario. Y para ello, da algunos consejos. El primero es «tomar consciencia de nuestra actitud pasiva» y no echar balones fuera. «Hay que utilizar estrategias más explícitas como poner límites a las demandas excesivas, buscar el 'feedback' de nuestros responsables y encontrar una forma estratégica de visibilizar nuestros logros». De todos modos, si tenemos problemas con esto en el entorno laboral, «es probable que también nos resulte complicado en nuestra vida personal».

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