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Un sembrado de cereales en pleno corazón de Tierra de Campos, con Medina de Rioseco al fondo. FERNANDO FRADEJAS
En abril, espigado; en mayo, granado..., pero hay que esperar

En abril, espigado; en mayo, granado..., pero hay que esperar

El desarrollo de lo sembrado hace prever que la de este año será una excelente cosecha por el agua de marzo y abril. Nada que ver con los años secos anteriores. Pero la experiencia aconseja al sector ser cauteloso hasta segar

Miguel G. Marbán

Miércoles, 15 de mayo 2024, 00:41

En abril, espigado; en mayo, granado; en junio; segado; en julio; trillado; y en agosto encamarado». Es lo que dice el sabio refrán popular sobre la cronología de de todas las fases de los cultivos de cereal, como el trigo o la cebada, y que, por ahora, se están haciendo realidad en la presente temporada. Por eso, a nivel productivo, de momento, la cosecha se presenta buena por el agua que ha caído en marzo y abril acompañada de buenas temperaturas, no ha hecho mucho frío ni se han dado grandes heladas. Sin embargo la experiencia aconseja al sector ser cauteloso, porque aunque «este año el campo brilla mejor que los anteriores, eso no significa nada, ya que hay que esperar hasta que finalice la campaña para valorar», explica la agricultora de Medina de Rioseco María José Mulero, que hace 14 años asumió el relevo generacional de la explotación familiar en Villanueva de San Mancio. Ahora «es importante que no granice de aquí hasta la cosecha». Todo ello sin olvidar que «el precio del cereal y los forrajes no acompañan ya que están muy bajos». 

Mulero recuerda que los campos de cereal presentan en la actualidad un gran aspecto, pero hace un año, la situación era muy distinta: heladas en el mes de abril, un mes de mayo con mucha sequía, unido a las altas temperaturas tempranas, se apoderaron de los cultivos y acabaron derivando «en la peor campaña agrícola desde que soy agricultora; y no hablo de una baja rentabilidad, me refiero a tener pérdidas económicas en mi explotación».  

La agricultora riosecana explica que la planificación de los cultivos que va a sembrar los decide antes de terminar la campaña anterior, por lo que se deben de tener en cuenta muchos factores, directos e indirectos, que generan una gran incertidumbre. «Estos siempre están presentes en el campo, sin olvidarnos del principal factor que no podemos controlar, la climatología, y que condiciona todo el ciclo de los cultivos sin ningún tipo de margen para reprogramar la siembra u otras labores».

Tecnología para el futuro

Mulero hace ver que el sector primario está inmerso en una trepidante evolución y es un espacio del desafío ambiental y alimentario que exige una simbiosis de todos los eslabones de la cadena. Por ello, la tecnología es la clave para alumbrar el futuro. Además, «necesitamos herramientas eficaces para luchar contra las plagas y enfermedades, teniendo en cuenta que estas sean seguras para la calidad productiva de los alimentos, además de rentables para las explotaciones».

El sector se sigue enfrentando a numerosos retos relacionados con los costes de los insumos, que mantienen unos precios muy elevados con lo cual se limita la rentabilidad a futuro. «Necesitamos unos precios dignos y estables para ser competitivos». Recientemente, se han aprobado unas flexibilizaciones en el Plan Estratégico de la PAC. Uno de los principales logros conseguidos con las protestas del sector es la consecución de la rebaja en presión administrativa, burocrática y ambiental, «aunque llega tarde para esta campaña».

El sector necesita soluciones efectivas que «aseguren la viabilidad de nuestras explotaciones y un trato digno y respetuoso hacia el sector primario por parte de las administraciones». Es importante que se tenga una coordinación entre el profesional de la agricultura con la administración y que ésta no dicte normativa sin tener en cuenta la rentabilidad de las mismas. «Representamos al campo, al mundo rural, al sector primario que clama por su existencia, por su sostenibilidad y por la continuidad del sector», apunta la agricultora.

Por su parte, el agricultor riosecano Víctor Pedro Frontela explica que «se ve buena cosecha, pero hasta el final nada es dichoso: puede venir una piedra y en 5 minutos has cosechado». Tampoco hace estimaciones, ya que «es una incertidumbre, porque no se puede saber hasta que no estén las maquinas en el campo». Señala que «por poco que se coja será mejor que 2023, que fue un año catastrófico». Además asegura que el problema de esta temporada son los precios tan bajos del cereal y los costes tan altos de producción, entre un 30% y 40% más alto respecto a la temporada anterior, con unos 750 euros de coste por hectárea. Por eso, recuerda las reivindicaciones de las recientes movilizaciones para pedir precios justos, competir en las mismas condiciones que los países a los que se les importa, como Marruecos, Turquía o Ucrania, en los que se tiene benevolencia con los insecticidas que en España hace 40 años que se prohibieron. También se pide menos burocracia sin tanto papeleo, «ya que trabajas 12 horas y te tienes que poner tres horas a hacer el cuaderno digital».

Frontela ve en el campo un futuro tan difícil, en el que una persona que quiera ponerse de agricultor en la actualidad, empezando de cero, es imposible. Además, señala que la mujer es la que fija población, de ahí la importancia de que se incentive para que se quede en el medio rural con políticas beneficiosas con empresas de agroalimentación del sector primario. También indica que «no se puede vivir del turismo, porque el pilar fundamental del medio rural es la agricultura y la ganadería».

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