La vida a más de 1.500 metros de altura

Poco más de 38 kilómetros, esta es la distancia por carretera que separa Granada de Pradollano. Ese es el espacio que recorren los cerca de 14.000 visitantes que suben a diario a la estación de esquí de Sierra Nevada. Un viaje de 41 minutos en coche en el que pasan de 738 metros sobre el nivel del mar a más de 2.000 metros.

Este trayecto lo conoce a la perfección Javier Lucas y no porque sea uno de los 14.000 amantes de la nieve que acude cada invierno para deslizarse por las laderas de los picos granadinos. Él llegó hace 18 años a Pradollano para no abandonar el lugar y es uno más de los casi 400 vecinos que tienen el honor de vivir en el núcleo poblacional más alto de España. ¿Y qué supone? «Una vida bastante tranquila y cómoda», responde Lucas al otro lado del teléfono.

Javier es uno de los 5.014 habitantes, según datos del Instituto Nacional de Estadística, que realizan sus actividades diarias por encima de los 1.500 metros de altura. Apenas el 0,01% de la población española. Algunos de ellos viven, como este madrileño afincado en Granada, en pequeños núcleos de población, es decir conjuntos de al menos diez edificaciones, que están formando calles, plazas y otras vías urbanas (Pradollano, por ejemplo, pertenece al municipio de Monachil).

El resto de los españoles, más de 47 millones, vive por debajo de esa cota. «Y son más a medida que se van acercando al nivel del mar», explica Sebastián Álvaro, alpinista y aventurero.

Desde el más septentrional, Mañón en Galicia, hasta el más meridional, El Pinar de El Hierro en Santa Cruz de Tenerife. O desde el más occidental, La Frontera también en Santa Cruz de Tenerife, hasta el más oriental, Mahón en las Islas Baleares. Todos ellos se sitúan por debajo de los 1.000 metros de altura sobre el nivel del mar. Así sucede con el 87,42% de los 8.132 municipios españoles.

En España, a pesar de ser uno de los países europeos con una altitud media bastante alta (660 metros sobre el mar), es complicado abrir la ventana y mirar de tú a tú a los imponentes picos de las cordilleras ibéricas.

El promedio de habitantes para todos los municipios que se encuentran a 1.500 metros sobre el nivel del mar o más es de 159. Lejos de los casi 600 que pasan de 1.000 metros y muy lejos de los más de 6.600 habitantes de media en los municipios que se encuentran más bajos.

Esta vida de altas cumbres no es una excepción ibérica, es una norma no escrita en todo el planeta. Tan solo el 2,2% de la población mundial vive a gran altura, es decir, por encima de los 1.500 metros sobre el nivel del mar. «Es una experiencia especial llena de contrastes», detalla Kilian Arrudi, uno de los cerca de 800 vecinos de Sallent de Gállego (1.309 metros) en el Pirineo aragonés. Apenas 10 minutos le separan de Formigal, núcleo de población con otros 200 vecinos que pertenece al municipio que es cabecera del Valle de Tena y que se ha convertido en uno de los motores económicos de la zona gracias a la estación de esquí. Se encuentra a 1.542 metros.

Este joven sallentino cada mañana al abrir la ventana y elevar la vista observa un imponente pico de 2.321 metros -la Peña Foratata- que le recuerda dónde está. «Tiene sus ventajas como vivir entre montañas, respirar aire puro y disfrutar de paisajes increíbles, que son privilegios que no tienen precio», relata Arrudi.

Aunque también tiene sus contras. Eso lo saben tanto Kilian, en lo alto del Pirineo aragonés, como Javier, en la cima de Granada.

A medida que se asciende a las altas cumbres, los servicios son más escasos. «Tenemos solo un autobús que va a Granada dos veces al día», advierte el vecino de Pradollano. O «el acceso a ciertos servicios o actividades, como ocio, educación o sanidad especializada, puede ser limitado, y a veces hay que desplazarse a ciudades cercanas», añade Arrudi.

Con el paso de los años hemos ido abandonando las zonas altas de la península ibérica. «Basta con observar el altiplano central, donde se concentra lo que llamamos la 'España vacía'.», recuerda Sebastián Álvaro.

Solo tres capitales de provincia se encuentran por encima de los 1.000 metros en España: Ávila, Soria y Segovia. Cuenca se queda en 997 metros.

La tendencia que muestra que a menor altitud las localidades tienen mayor población es similar al observar no solo las capitales, sino también los municipios más pequeños.

Valdelinares, el municipio más alto de España con 1.695 metros sobre el nivel del mar, se sitúa en el corazón de la Sierra de Gúdar y suma unos 80 vecinos en una de las provincias más despobladas del país: Teruel.

«La vida es más sencilla a nivel del mar», aclara. Y lo es no solo por servicios, sino también a nivel salud.

«Mi experiencia me dice que a partir de los 2.000 metros la vida se complica», detalla Álvaro. La frontera, aclaran varios estudios científicos, está en torno a los 2.500, aunque hay poblaciones en el Everest donde sí que están adaptados. «Lo hemos investigado y su genética les permite esa supervivencia», detalla Álvaro.

A este lado del planeta, la vida ya se complica en los 2.000 metros. «Cuando bajamos o subimos de Granada nos recomiendan hacer una parada para que no te dé la pájara», responde entre risas Javier Lucas. «Bueno, es una sensación de mareo que se soluciona con una biodramina o una aspirina», apostilla Lucas. Una anomalía que surge cuando el cuerpo se aclimata a la altura, ya que este funciona mejor a nivel del mar. En estas zonas, la presión atmosférica es de 1013,25 milibares y la concentración de oxígeno (O2) es de 20,9%. A medida que se asciende en altitud, la presión atmosférica decrece exponencialmente.

«No es que no se permita la vida humana, sino que por ejemplo hacer ejercicio es más complicado», comenta el afamado alpinista. «Cuando bajo con la bici y pedaleo a nivel del mar me encuentro con más energía», señala Kilian Arrudi.

Aunque se conoce a España por los cerca de 8.000 kilómetros de costa, más de la mitad del territorio nacional son montañas. Del techo del país, el Teide con sus imponentes 3.175 metros sobre las aguas del Atlántico, hasta los 358 metros de El Toro (Islas Baleares) sobre el Mediterráneo.

El Instituto Geográfico Nacional clasifica las sierras en cinco clases. Hay nueve sistemas orográficos de importancia peninsular, lo que se denominan sierras de primer orden: Macizo Galaico, Cordillera Cantábrica, Sistema Ibérico, Sierra Morena, Sistema Central, Montes de Toledo, Pirineos, Cordilleras Costeras, Sistemas Béticos.

Y casi 4.000 que tienen menos de cinco kilómetros, las sierras de quinto orden.

Aunque la vida en la montaña está reservada a unos pocos privilegiados, disfrutar de ellas cada vez es más sencillo. Las montañas son ricas en especies endémicas. Además de mantener una gran diversidad de tipos de especies y hábitats.

Sin embargo, las actividades que se realizan a decenas y centenares de kilómetros de sus cumbres están poniendo en peligro su supervivencia. Estos ecosistemas son especialmente sensibles a los efectos del cambio climático, como advierte la esfera científica. Año a año, las temperaturas suben centésima a centésima y las precipitaciones otrora en forma de nieve, ahora lo son más en gotas. En 2021, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico alertaba que a mediados de este siglo las estaciones españolas por debajo de los 2.000 metros podrían desaparecer o reconvertirse hacia otras modalidades turísticas por falta o escasez de nieve.

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