El Papa llora y reza por la paz junto a un grupo de jóvenes ucranianos en Lisboa

Por la tarde Francisco pidió a los 350.000 jóvenes peregrinos apiñados en el parque Eduardo VII estar «atentos» para no dejarse engañar «por las ilusiones de lo virtual». Por lo que esconden las «redes sociales» y los «algoritmos», que los utilizan para «estudios de mercado».

Alertó sobre los «lobos que se esconden tras sonrisas de falsa bondad diciendo que saben quién eres pero que no te quieren», que «insinúan que creen en ti y te prometen que llegarás a ser alguien para después dejarte solo cuando ya no les interesas». Aseguró que «en la Iglesia hay espacio para todos» y que Dios ama a los jóvenes «como son».

El Papa charló de buena mañana con los jóvenes ucranianos en la Nunciatura Apostólica de Lisboa en la que se aloja. Durante 30 minutos escuchó las «emocionantes historias» de los jóvenes con quienes rezó un padrenuestro «con el pensamiento vuelto hacia la atormentada Ucrania». «El Papa escuchó a todos, secó sus lágrimas, lloraron juntos y rezaron por la paz», explicó el sacerdote Roman Demush, que acompañó a los jóvenes ucranianos junto a Denys Kolada, el consejero de Volodímir Zelenski para las cuestiones religiosas.

Horas antes en la misma nunciatura y tras escuchar sus testimonios, el Papa pidió perdón «en nombre propio y en el de la Iglesia» a trece víctimas de abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia. El encuentro, fue «difícil» pero «profundamente reparador para las víctimas», según apuntaron medios lusos. Solicitado por el Pontífice, se organizó bajo la mayor discreción en la noche del miércoles y solo se informó de su celebración una vez concluido. Las víctimas representaban a los 4.815 menores que han sufrido abusos sexuales en el seno de la Iglesia lusa entre 1950 y 2022, según el informe de una comisión independiente.

En su cita con los universitarios, el Papa se refirió a los retos humanitarios y ecológicos que afronta el planeta. «En este momento histórico los desafíos son enormes y los quejidos dolorosos. Estamos viendo una Tercera Guerra Mundial a pedazos», afirmó el Pontífice ante miles de personas, en el segundo discurso de su viaje, pronunciado en un encuentro con alumnos en la Universidad Católica Portuguesa de Lisboa. Bergoglio invitó a los universitarios a «buscar y arriesgar», a «ser valientes, sustituir los miedos por los sueños» y protagonizar una «coreografía» que coloque en el centro a la persona.

Afirmó el Papa que las mujeres son «indispensables» y lamentó que «en el inconsciente colectivo esté muchas veces pensar que son seres de segunda». «Son suplentes, no juegan de titulares», lamentó el Pontífice en clave futbolística.

Dijo Francisco a los jóvenes que no es malo sentirse «insatisfechos» porque ese sentimiento es «un buen antídoto contra la presunción de autosuficiencia y el narcisismo». Afirmó ante los estudiantes que un título universitario «no puede ser visto sólo como una licencia para construir el bienestar personal» y que es «un mandato para dedicarse a una sociedad más justa, inclusiva y desarrollada».

Llamó a los jóvenes a ser «maestros de humanidad en la defensa del planeta». «Este anciano sueña que vuestra generación sea de maestros en humanidad, en compasión, y nuevas oportunidades para el planeta y sus habitantes. En maestros de esperanza que defiendan la vida del planeta amenazada en este momento por una grave destrucción ecológica», dijo.

A su juicio hay que «reconocer la urgencia dramática» de cuidar «la casa común», pero señaló que no hay que conformarse con «medidas paliativas o con compromisos tímidos y ambiguos». «Ustedes son la generación que puede vencer este desafío y tienen todos los instrumentos científicos y tecnológicos más avanzados, pero por favor no caigan en la trampa de visiones parciales», recomendó.

También instó a los jóvenes a «escuchar el sufrimiento del planeta junto al de los pobres». ya «poner el drama de la desertificación en paralelo al de los refugiados, el tema de las migraciones».