Darío Menor
Corresponsal en Roma
Domingo, 24 de marzo 2024, 11:58
Debido a los problemas de salud que arrastra desde hace meses y que le habían impedido leer por completo algunos discursos y catequesis, el papa Francisco no pronunció esta mañana la homilía que tenía preparada en la misa que presidió en la plaza de ... San Pedro del Vaticano con motivo del Domingo de Ramos. Al final de las lecturas del Evangelio, el Pontífice, que cumplió 87 años en diciembre, sorprendió a los alrededor de 60.000 fieles presentes al renunciar a ofrecer su sermón y optar en cambio por mantener un prolongado silencio. Sí que había tomado la palabra al inicio de la ceremonia, que comenzó con la tradicional procesión de las palmas por la plaza de San Pedro, para pronunciar la monición de entrada, mientras que una vez terminada la liturgia recordó a las más de 130 personas asesinados en el «vil atentado» cometido el pasado viernes en Moscú.
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«Que el señor las acoja en su paz y conforte a sus familias», dijo el Papa antes del rezo del Ángelus. También pidió oraciones por las víctimas de la guerra en la «martirizada» Ucrania, donde «muchísima gente está sin electricidad a causa de los intensos ataques contra las infraestructuras que, además de causar muertos y sufrimientos, suponen el riesgo de una catástrofe humanitaria de dimensiones aún más amplias». Finalmente invitó a los fieles a no olvidarse de Gaza, «que sufre mucho», así como de «muchos otros lugares en guerra».
El hecho de que Francisco no leyera su homilía provoca una cierta preocupación en los fieles ante la maratón de celebraciones que afrontará en los próximos días con motivo de la Semana Santa, junto a la Navidad el período más importante del calendario católico. El Vaticano no ofreció explicaciones acerca de los motivos que provocaron esta decisión de Francisco, que sufrió una gripe hace tres semanas que habría mermado su capacidad pulmonar y de la que todavía no está plenamente recuperado para leer discursos largos. En la audiencia general del pasado miércoles, de hecho, tuvo que renunciar a leer su catequesis, pidiéndole que lo hiciera en su lugar a un sacerdote de la Secretaría de Estado de la Santa Sede, porque él «no podía todavía», según se justificó ante los fieles.
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