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M. J. PASCUAL
Valladolid
Viernes, 13 de enero 2023, 10:19
La tarde del 12 de enero de 2022, Esther López de la Rosa, de 35 años, salió con su sonrisa de la casa familiar en Traspinedo, vestida con un chaquetón de rizo color arena, pantalón negro, botines del mismo color y una pequeña mochila. Su ... padre «la había sentido» ducharse y prepararse poco antes, pues había quedado con sus amigos para ver el partido de la Champions en el pub 'James Dean'. No sabía que no volvería a verla con vida. Cinco días después, el señor Miguel presentaba la denuncia de la desaparición de su hija en el puesto de la Guardia Civil de Tudela. No era la primera vez que la joven se iba de fiesta y encadenaba varios días, pero la madre se alarmó cuando la joven no contestó a sus llamadas.
Se ha cumplido un año desde entonces, sin que los miles de folios de los informes que ya componen el extenso sumario hayan servido por ahora para dar una respuesta concluyente de lo que le ocurrió a Esther y puede que nunca se sepa con exactitud, a pesar de que la Guardia Civil tiene un sospechoso claro en el punto de mira, Óscar S. M., amigo de la víctima, y hacia él están dirigendo sus pesquisas desde hace meses, en el marco de la que han denominado Operación Romeralto. Pero siguen sin respuesta los interrogantes clave que permitan construir el relato y la jueza instructora, Soledad Ortega, acaba de dar seis meses más a los investigadores para dar respuesta a esas incógnitas. Solo se sabe con certeza lo que reveló la autopsia: que la joven murió en horas próximas a su desaparición y que las lesiones que presentaba su cadáver son compatibles con un atropello, pero no dónde pudo ocurrir ni el motivo, si fue accidental o no, ni quién fue el autor. Aún hoy sigue permaneciendo la incógnita de si el punto donde apareció, junto a la cuneta de la carretera de Traspinedo, fue el lugar en el que murió o si fue el cuerpo fue trasladado allí y estuvo guardado 24 días en otro sitio.
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R. C.
De momento, en el juzgado faltan por llegar dos informes: uno para comprobar, mediante tecnología 3D, si el coche de Óscar S. M. estuvo en el autolavado de la avenida de Zamora, aunque él dice lo contrario. Otro, para saber qué tipo de restos orgánicos (saliva, sangre...) son las manchas que aparecieron en el interior del maletero del vehículo, restos que se corresponden con el ADN «indubitado» de Esther. Probablemente, esos informes lleven a la jueza a ordenar nuevas diligencias.
La búsqueda
La de la vecina de Traspinedo desaparecida ha sido, sin duda, la búsqueda del siglo en Valladolid. No hay precedentes, tanto por el despliegue contra reloj de medios humanos y materiales empleados, así como de las tecnologías aplicadas para intentar localizarla con vida. A los perros adiestrados, buceadores, rastreadores profesionales y aficionados se sumaron helicópteros y drones que sobrevolaron el paraje pinareño, el río, el canal hasta Tudela, los pozos de las urbanizaciones próximas a la N-122 y el entorno del restaurante La Maña.
Las multitudinarias batidas en las que participaron activamente vecinos de la comarca no dieron resultado. A los 24 días de ser denunciada la desaparición, un vecino de Salamanca que decidió pasar ese domingo 5 de febrero «rastreando» el término de Traspinedo, avistó el cadáver de Esther a los cuarenta y cinco minutos de echar a andar. El cuerpo, boca abajo, con la cabeza parcialmente cubierta con el abrigo, el móvil a sus pies y la mochila al otro lado, apareció en una cuneta de la carretera que conduce a su pueblo. La posición del cadáver era extraña, pues parecía colocado en sentido contrario de la marcha hacia el municipio. Como lo era que el teléfono móvil apareciera a sus pies y no tuviera ni una sola huella dactilar. Los investigadores sostienen que el escenario fue alterado y, a fecha de hoy, no se ha podido aclarar si siempre estuvo allí o si el cuerpo fue trasladado. Los forenses sí concluyen que la muerte se produjo a las pocas horas de su desaparición y que las lesiones que presentaba eran compatibles con un atropello a baja velocidad. La simulación que hace la ERAT de la Guardia Civil concluye que el vehículo Volkswagen T-Roc de Óscar S. también es «compatible».
Último lugar conocido
El restaurante La Maña es el escenario principal de este drama, de donde parte todo y donde confluye todo. Allí coincidieron por la tarde los dos amigos que luego estuvieron con Esther de fiesta desde las doce de la noche, Lucio Carlos 'Carolo' G., camarero del establecimiento, y el agente de viajes Óscar S. M., que conducía el todocamino con el que se movieron los tres, coinciden en que poco antes de las tres de la madrugada, en el aparcamiento del restaurante, Esther estaba con ellos y seguía viva. Hasta ahí las coincidencias en las declaraciones de uno y otro testigo, que pasaron rápidamente a la condición de investigados, que aún hoy mantienen. Un tercer hombre conocido de Esther, Ramón G. 'El Manitas', también mantiene esta condición de investigado por orden de la jueza. Su vivienda está en una urbanización muy próxima a La Maña y, como los otros actores de esta tragedia, frecuentaba el establecimiento, un día sí y otro también.
Figura en la declaración de Carolo a la Guardia Civil que aquella gélida noche (el termómetro marcaba esa madrugada tres grados bajo cero, según confirma la AEMT), tras cerrar los bares y hacer una parada en la zona de las bodegas del pueblo «para terminarse las consumiciones y fumarse unos cigarrillos», decidieron retirarse a dormir «porque se nos había acabado todo». Cuando el coche enfiló hacia casa de Esther, ella preguntó a sus compañeros qué iban a hacer. No quería irse a casa. El camarero les dijo que se iba a dormir porque tenía a sus hijos y la joven preguntó a Óscar si podía acompañarle al chalé en El Romeral. Este le preguntó por tres veces si estaba segura y como dijera que sí, dejaron a Carolo en el aparcamiento de La Maña, pues vive a pocos metros de allí. El coche, ahora con dos ocupantes, siguió camino hacia la urbanización. Pero, en ese corto trayecto hasta el cruce, algo pasó. Según ha repetido Óscar S. M. en sus sucesivas declaraciones, Esther se enfadó con él porque quería seguir de fiesta y él se negó. Entonces, afirmó, ella se bajó del vehículo «para ir a casa de Carolo, para ver si le convencía» y él continuó hasta su chalé, donde durmió «solo», según reiteró el sospechoso a las preguntas de la jueza que instruye el caso.
Pero Carolo, el investigado que, sin pretenderlo, se ha convertido en principal testigo de cargo contra Óscar, ha declarado en los interrogatorios de la Guardia Civil que mientras estuvieron los tres en el coche en ningún momento la joven expresó la idea de querer ir a Valladolid a continuar la fiesta. Por el contrario, ha insistido en que ella se iba con Óscar a su chalé y en esa confianza el testigo se quedó en La Maña. Carolo tiene coartada: su hija tuvo que abrirle la puerta de la vivienda. A esa hora, asegura, Esther estaba viva.
En el paréntesis entre las tres de la madrugada y la una del mediodía del 13 de enero, los investigadores sitúan la muerte de Esther, coincidiendo con la hora en que el teléfono móvil que llevaba y le había prestado días atrás un amigo, dejó de dar señal. Los investigadores han cruzado los datos de ubicación del dispositivo y el de Óscar a partir de las antenas de las compañías operadoras y la wifi de un vecino y coinciden en lugares próximos a determinadas horas, pero no hay un dato concluyente que permita situar a ambos en el interior del chalé de El Romeral. Del medio millar de muestras recogidas en este escenario, que fue peinado a conciencia por la Guardia Civil, una única fibra se ha revelado compatible con el forro del abrigo de Esther, aunque pudo ser resultado de una «transferencia», pues ambos estuvieron juntos muchas horas.
Tampoco tuvo éxito el registro de la casa de un tercer investigado, el único que fue detenido pero fue puesto en libertad a las 72 horas: Ramón G., 'El Manitas' (sobrenombre por el que se refiere a él la Guardia Civil en el atestado y en el sumario). Los investigadores se apresuraron a poner al sospechoso a disposición judicial ante el temor de que se marchara a Cuba, donde tenía previsto casarse, según declaró él mismo. El hombre, que reconoció que Esther había estado en su casa en varias ocasiones, reconoció ante la jueza que estaba 'colocado' cuando manifestó a Carolo que había hablado con Esther varios días después de su desaparición. En realidad le habló al contestador. La jueza ha rechazado por dos veces la petición de su letrada para que se le excluya del procedimiento o, al menos, se le retire la condición de investigado. La última, el pasado 21 de diciembre. «Todavía es prematuro porque faltan diligencias por completar y no ha llegado el informe final de la Guardia Civil», indicaba la instructora en su providencia. La magistrada confirmó la víspera de Navidad, al fiscal y a las partes, que había decidido prorrogar las diligencias del caso medio año más.
El rastro de los dispositivos electrónicos
Durante estos meses, Carolo y Ramón, aunque ambos siguen en las diligencias como investigados, han pasado a un segundo plano, pues la Unidad Central Operativa (UCO) se ha centrado en Óscar como principal sospechoso. Tratan de desmontar sus declaraciones ante la jueza, como las de que Esther no estuvo con él en el chalé de El Romeral y que nunca lavó el Volkswagen T-Roc en el autolavado de la Avenida de Zamora, en el polígono de Argales, aunque las cámaras de la zona detectaron allí un vehículo de similares características al suyo el 13 de enero, horas después de la desaparición de la joven. La Guardia Civil espera que el informe pericial en 3D encargado a un equipo de ingenieros expertos en seguridad vial despeje la duda, porque en las imágenes «mejoradas» de las cámaras ni se ve la matrícula ni se distingue a la persona que lo conducía. Los investigadores se agarran a que las centralitas del vehículo fueron manipuladas por alguien con amplios conocimientos en electrónica, quien borró su contenido en dos días distintos, según un informe pericial. Uno de esos días, a la hora en que Óscar asegura que fue a recoger a su hija al colegio, la localización de su móvil le sitúa a pocos metros de un taller en Renedo de Esgueva.
Del cruce de datos realizado por el Grupo de Apoyo Técnico Operativo (GATO) de la Guardia Civil sobre las localizaciones de los dispositivos móviles telefónicos de Esther y Óscar, así como el modem del coche de este, se concluye en el último informe pericial recibido en el Juzgado de Instrucción 5 de Valladolid que el vehículo del principal sospechoso regresó a Traspinedo la tarde noche del 13 de enero, horas después de la desaparición de la joven, aunque el investigado se dejó el móvil en su domicilio de La Rondilla, en Valladolid. Durante unos minutos se sitúa el vehículo en una zona «compatible» con el lugar en el que, 24 días más tarde, apareció el cadáver de la vecina de Traspinedo. Pero los técnicos de la Guardia Civil no marcan el punto exacto junto a la curva de la carretera, sino que delimitan una superficie que tiene varios kilómetros. ¿Buscó Óscar la tarde del 13 de enero en el navegador de su móvil las coordenadas del lugar donde fue encontrado el cuerpo, el mismo punto en el que tiempo atrás tuvo un accidente? Esta es uno de los muchos interrogantes que tendrá que despejar el informe final de la Guardia Civil, que ha conseguido de la jueza instructora una prórroga de medio año más para concluir la investigación del extraño caso de la desaparición y muerte de Esther López.
Mientras, la familia ha convocado la primera concentración de 2023 en Valladolid para este domingo 15 de enero, coincidiendo con el primer aniversario de la muerte de la joven. Por primera vez, la concentración tendrá lugar fuera de los límites de Traspinedo y se espera una respuesta multitudinaria al llamamiento de 'Justicia para Esther'.
En este especial aniversario del caso Esther López, las defensas de los investigados han declinado participar o hacer algún tipo de declaración al respecto de las actuaciones. La familia lo ha hecho a través de su abogado.
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