darío menor
Corresponsal. Roma
Domingo, 28 de agosto 2022, 19:47
En una visita que, cuando se anunció la pasada primavera, propició que surgieran rumores acerca de su eventual deseo de renunciar al pontificado, Francisco viajó este domingo a L'Aquila, una ciudad del centro de Italia donde rezó frente a la tumba de Celestino V, ... el Papa que pasó a la historia por abandonar voluntariamente la sede pontificia a finales de 1294. Está considerado el primer obispo de Roma en realizar este gesto extremo, que tomó sólo cinco meses después de su elección, harto de peso del cargo y de las intrigas vaticanas. Incluso Dante le recuerda en la 'Divina Comedia', en la que habla de Celestino V como del Papa «que por vileza cometió el gran rechazo» y lo coloca en el vestíbulo del infierno, junto a los que no tomaron partido por falta de coraje.
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Con su visita a L'Aquila, Francisco, de 85 años, siguió los pasos de Benedicto XVI, que también rezó frente al sepulcro de Celestino V e incluso dejó allí de regalo su primer palio como Pontífice, la banda blanca de lana que se coloca sobre los hombros. Fue en 2009, cuatro años antes de sorprender al mundo al seguir sus pasos por no sentirse tampoco con fuerzas para seguir liderando la Iglesia católica. Jorge Mario Bergoglio, que ha repetido en los últimos meses repetidas veces que «por el momento» no tiene intención de renunciar, se permitió corregir en L'Aquila a Dante al reivindicar la figura de Celestino V, que según dijo «no fue el hombre del 'no'», como lo presenta el padre de la lengua italiana, sino «el hombre del 'sí'». Le aplaudió por su entereza frente a las «lógicas de este mundo» y por «no dejarse encerrar ni llevar» por «ninguna lógica del poder».
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Alabando la valentía demostrada por este obispo de Roma de finales del siglo XIII, dijo de él que dio «pleno testimonio» de la misericordia y que fue un ejemplo de una Iglesia «libre de las lógicas mundanas». Esos dos son elementos que Bergoglio en numerosas ocasiones ha planteado como puntos cardinales de su pontificado, de cuya marcha va a rendir cuentas en la reunión de cardenales convocada este lunes y martes en el Vaticano. Esta insólita cita, en la que participarán cerca de 200 purpurados, es vista como una suerte de precónclave, ya que permitirá ir preparando el terreno de cara al momento en el que a los miembros del Colegio Cardenalicio les toque elegir a un nuevo Papa. Muchos de ellos apenas se conocen.
Francisco aprovechó su breve estancia en L'Aquila, donde participó en la fiesta del Perdón instituida por Celestino V y abrió la Puerta Santa, para recordar el terremoto que se cebó con esta ciudad y sacudió todo el centro de Italia en 2009, dejando más de 300 muertos. En silla de ruedas y ataviado con un casco, visitó algunos de los edificios dañados por el temblor, como la catedral, que todavía no está abierta a los fieles, y pidió dar un impulso a la reconstrucción, pues trece años después del seísmo todavía queda mucho por hacer. Instó a las instituciones a trabajar con «colaboración» y a tener una mirada «al largo plazo», ya que está en juego el futuro «de nuestros hijos y nietos».
En Mongolia, cuya población es mayoritariamente budista, hay menos de 1.500 católicos, pero uno de ellos es cardenal. Se llama Giorgio Marengo y es el prefecto apostólico (cargo equivalente al de obispo en las tierras de misión) de Ulán Bator, que este sábado recibió la birreta y el anillo cardenalicios en el consistorio presidido por el Papa Francisco en la basílica de San Pedro del Vaticano. A sus 48 años de edad, este misionero italiano de la congregación de la Consolata es el miembro más joven del Colegio Cardenalicio. «Me siento pequeño, muy pequeño, y con muchas ganas de aprender de cardenales mucho más experimentados que yo, que tienen una vida eclesial muy larga, llena de muchas experiencias y de mucho conocimiento. Así que tengo muchas ganas de escuchar a todos aquellos que tienen más experiencia que yo», explicó Marengo en la revista 'Misioneros'.
Para este prelado que lleva desde 2003 en Mongolia, cuya Iglesia católica local celebra este año su 30 aniversario, el hecho de que Francisco haya decidido nombrarle cardenal es una señal de su atención «por esas realidades en las que el pueblo de Dios es una minoría absoluta que vive con gran humildad el poder ser cristiano». A su juicio, «si el Papa ha mirado a este remoto rincón del mundo para elegir un cardenal confirma que su corazón es realmente misionero, atento a las realidad marginales y minoritarias», declaró en 'Vida Nueva'. Aunque reconoció que en Mongolia pocos supieron al principio interpretar lo que significaba su entrada en el Colegio Cardenalicio, se hicieron eco de la noticia los medios locales. El nuevo purpurado mostró además su deseo de que su nombramiento sirva para poner en valor la experiencia de humildad y diálogo de la minúscula comunidad católica de Mongolia.
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