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Rafa sanz del Río
Sábado, 14 de mayo 2022, 13:18
'Drinkspiking' es un término, acuñado en Gran Bretaña, que hace referencia a cuando alguien pone alcohol u otras drogas en la bebida de otra persona sin su consentimiento, y con fines que suelen rodear el robo o el abuso sexual. El alcohol es la ... sustancia más común en este tipo de ataques, pero el uso de otras drogas, como las benzodiazepinas (como el Rohipnol), el GHB (también conocido como éxtasis líquido) o la ketamina, es frecuente.
Sin embargo, el uso de estas drogas aumenta la peligrosidad, ya que estas son incoloras e inodoras, por lo que son menos fáciles de detectar. Causan somnolencia y pérdidas de memoria en dosis altas. Desde el Ministerio de Igualdad, dirigido por Irene Montero, explican que «es una de las fórmulas que utilizan los agresores sexuales para poder agredir con impunidad y sin el consentimiento y la voluntad de las víctimas».
El añadir esta sustancias a las bebidas puede provocar la hospitalización o incluso la muerte. Pero incluso antes de esto, el peligro radica en que la víctima podría sufrir efectos psicológicos después de ser atacada, especialmente si también es agredida.
Los síntomas de estos actos a veces se pueden confundir con una intoxicación grave por alcohol, lo que lleva a la suposición común de que la víctima estaba borracha en lugar de drogada. Además, en el momento en que la víctima decide denunciar algunas drogas pueden haber sido eliminadas del cuerpo, lo que entorpece la detección de las mismas. Esto dificulta el trabajo policial, ya que la obtención de datos sobre la frecuencia de estos delitos y las pruebas pertinentes son muy complejos de conseguir. Solo cuando los ataques emplean una inyección con efecto narcótico existen pruebas palpables en las víctimas.
Lo que sí parece claro es que estos actos narcóticos no son novedad y están en aumento. Ya en 2004 hubo estudios, como el realizado por el Gobierno australiano, que demostraron que había alrededor de 3000 a 4000 incidentes sospechosos de intoxicación de bebidas al año en el país. Se cree que menos del 15% de esos incidentes fueron denunciados a la policía.
A este terrible fenómeno, que ha ido en aumento, se suma los efectos de la pandemia, ya que medicamentos y compuestos farmacéuticos se han vuelto más accesibles a través de los pedidos en internet y las entregas a domicilio. Por otra parte, hay informes que certifican la subida en el uso no médico de las benzodiazepinas, que se emplean como un sedante muy potente.
En 2021 el repunte de casos ha sido notorio. En noviembre del año pasado centenares de mujeres se concentraron en Bruselas para denunciar la violencia, las agresiones sexuales y el uso de drogas en bares y discotecas del país. Acusaron a la policía de no tomar en cuenta los casos de chicas drogadas y/o abusadas sexualmente, que habían subido considerablemente desde octubre. A partir de ese momento la campaña #Balancetonbar se expandió por Europa, sobre todo en núcleos urbanos como París o Londres.
En España, la situación no ha sido muy diferente. Por ejemplo, el Gobierno autonómico de la capital confirmó a finales de 2021 el incremento de sucesos que incluían sedación con sustracciones, delitos de homicidio y abusos sexuales. Además de definir el problema como «sumisión química», lo relacionaron en particular con delitos de índole sexual. El informe de la Comunidad de Madrid incluyó un dato desgarrador, y es que este tipo de crímenes han pasado de ser el 14% de las agresiones sexuales contabilizadas en 2019, al 35% el año pasado.
Además, la polémica en torno a los bares también ha llegado a tierras españolas. En noviembre de 2021 salieron reportes sobre un bar de la zona madrileña de Ópera, donde varias mujeres alegaron que tras ser invitadas a un chupito por el camarero, no recuerdan nada más de esa noche; sólo un dolor vaginal a la mañana siguiente. Esta noticia movilizó protestas cerca del establecimiento, al grito de «Ocio nocturno seguro para mujeres», y también en las redes sociales, con el hashtag #Denunciatubar.
En poco tiempo la cuenta homónima acumuló más de 10.000 seguidores en Instagram, y desde la misma aseguran que reciben nuevos testimonios frecuentemente. Mientras los servicios médicos intentan mejorar la detección de estos casos en urgencias, la libertad condicional del ocio nocturno femenino sigue en entredicho.
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