Secciones
Servicios
Destacamos
M. J. PASCUAL
Valladolid
Jueves, 16 de junio 2022, 10:23
«La actitud de Óscar tras la desaparición de Esther en ningún momento me pareció normal por la falta de interés e iniciativa en su búsqueda, más cuando ha sido un gran amigo de su hermana». Así se lo comentó Lucio Carlos G, 'Carolo', a ... los investigadores de Homicidios de la Unidad Central Operativa (UCO) en la última declaración mantenida en la Comandancia de la Guardia Civil de Valladolid. Fue justo un mes después de que Óscar S., el principal investigado en el caso, insistiera ante la jueza que dejó con vida a la joven en el cruce de El Romeral sin poder explicar, entre otras cosas, el motivo por el que los dispositivos móviles 'destripados' por los técnicos de la Guardia Civil cuestionan sus afirmaciones. Los agentes de la UCO encargados del caso, tras analizar con lupa estas declaraciones que el agente de viajes realizó en la sede judicial, decidieron interrogar a Carolo.
«Si Esther se hubiera bajado del coche, habría ido a mi casa», sostiene este investigado. Carolo hizo frente a un intenso y calculado interrogatorio de medio centenar de preguntas muy precisas en el que reconstruyó las ultimas horas que compartió con su amiga y su percepción sobre lo ocurrido los días siguientes a su desaparición. Esther López, de 35 años, estuvo con él y con Óscar S. de fiesta la madrugada del 13 de enero hasta que desapareció y su cadáver fue encontrado en la cuneta de la carretera a Traspinedo 24 días después por un 'rastreador' aficionado tras multitudinarias batidas con drones y perros que resultaron infructuosas.
El camarero, cuyo testimonio se ha mantenido bajo secreto hasta ahora, cada vez está más fuera del foco de sospechas porque es el único con coartada: Se bajó del coche de Óscar S. en el aparcamiento del restaurante La Maña, en el kilómetro 342 de la N-122 sobre las tres de la madrugada y se fue a dormir a su casa, que está detrás del restaurante, donde le esperaban sus hijos. La mayor le abrió la puerta porque estaba cerrada por dentro. No despertó hasta poco después de las ocho de la mañana para llevar a su hijo al colegio. Luego volvió a meterse en la cama y sobre la una y media de la tarde empezó a mandar whatsapp a Esther para ver como había amanecido. No obtuvo respuesta. Fue cuando se empezó a preocupar y escribió a Óscar S. quien, a su juicio, se mostró bastante indolente, sobre todo, apunta, cuando restó importancia al hecho de haber dejado sola a la joven, de madrugada, con aquel frío intenso, en el camino de acceso a la urbanización El Romeral. Le puso en el mensaje «qué tal remataste», sin connotación sexual, sino en referencia a cómo habían acabado la noche, explica Carolo. Luego Óscar le llamó y le dijo «te la habrá liao parda» y cuando su interlocutor preguntó el motivo le respondió que ella se había enfadado por no querer ir de fiesta a Valladolid y que se había ido a su casa. Carolo le dijo que a su casa no había ido y el otro especuló con la posibilidad de que «se habría ido con alguien, porque la dejó a la entrada de El Romeral». Según destaca el camarero en su declaración, todos los contactos sucesivos que tuvo con Óscar «fueron extraños» hasta que, finalmente, este se distanció.
Al inicio de su declaración, los agentes de Homicidios le mostraron dos imágenes en las que se observa un terminal telefónico cargando la batería sobre una máquina recreativa. Un dispositivo que Carolo reconoce como suyo y señala que lo puso a cargar mientras Óscar S. jugaba a las tragaperras en el bar la noche de autos, antes de que la fiesta terminara en tragedia. Los investigadores le pidieron entonces que describiera la personalidad de Esther, y la describió como una mujer «muy abierta, confiada, simpática, muy amiga de sus amigos» que cuando bebía «le cambiaba el carácter, se enfadaba y se ponía un poco impulsiva, había que saberla llevar». También indicó que en ocasiones «podía tirarse de fiesta varios días en Traspinedo o Valladolid y empalmar un día con otro, hasta dos o tres días». La joven, según sabía él, trabajó por última vez en la bodega de Vega Sicilia en septiembre-octubre de 2021 y hasta que desapareció residía en la vivienda paterna.
Muerte de Esther López
Camarero de profesión, el segundo de los tres investigados en el caso de la desaparición y muerte de Esther López, Lucio Carlos G. D., alias 'Carolo', de 42 años, es el único que todavía no ha sido llamado a declarar por la magistrada instructora en sede judicial cuando se cumplen cinco meses de investigaciones. Ahora, la titular del Juzgado de Instrucción 5 de Valladolid ha levantado el secreto de sumario de la declaración realizada por este sospechoso ante miembros de la UCO el pasado 26 de mayo, un interrogatorio en el que Carolo insistió en que su relación con Esther era «de amistad estrecha», que nunca hubo sexo entre ellos ni nunca dijo a nadie que hubiera «una relación sentimental» y que la joven, además de ser compañera de futbolín y barra, compartía con él confidencias íntimas.
Noticia Relacionada
Los investigadores le preguntaron también si sabía si su amiga tenía algún problema y Carolo señalo que lo último que le comentó, el 3 de enero pasado, (diez días antes de su desaparición) fue que un novio con el que estuvo tres años de convivencia la acusó de haberle robado un kilo de cocaína («el consumo de droga entre ellos era diario y muy alto») y le dio una paliza. Esta brutal agresión también se la contó Esther a Ramón G., el único de los tres investigados que estuvo cinco días detenido bajo la sospecha de encubrimiento, antes de ser encontrado el cuerpo sin vida de su vecina. Durante su interrogatorio ante la jueza, aseguró que, una noche que ella se quedó a dormir en el salón de su casa, Esther le contó que su anterior pareja le había dado una paliza con un bate de béisbol.
Después, Carolo empezó a reconstruir el día de autos. Desde La Maña, donde tomaron unas cervezas, pasadas las ocho de la tarde del 12 de enero, Óscar y él decidieron desplazarse a Traspinedo y a la altura del polígono de Tuduero pararon el Volkswagen T-Roc de Óscar para consumir dos rayas de cocaína. Luego estuvieron en el bar Teyo (El Castillo) mientras transmitían el partido y, como no había gente de su círculo se fueron andando al pub James Dean, donde se encontraron a Esther y tres amigos suyos. Óscar se puso a jugar a las tragaperras y la joven les recriminó que jugaran con la máquina. Cuando terminó el partido ella se fue del bar con los dos amigos con los que estaba y ellos se quedaron hasta que cerró y luego volvieron a El Castillo. Allí, el principal investigado siguió jugando y le preguntó a Carolo si le quedaba más cocaína y si podía conseguir algo. Por eso mandó un mensaje a Esther en el que le dijo que necesitaban «uno», en referencia a un gramo de esa sustancia. Ella le dijo que no sabía donde conseguirlo. Lo intentó también con Ramón G. (el tercer investigado del caso), pero este no respondió. En eso llegó Esther y mientras Óscar seguía jugando (le tocaron 500 euros, que se los gastó en una segunda máquina), los dos amigos entablaron conversación mientras tomaban chupitos y cervezas. Óscar fue quien menos bebió y pagó todas las consumiciones. Decidieron irse del bar sobre las dos y media de la madrugada.
La intención, asegura el declarante, era dejar a su amiga en su casa con el coche, pero, como aún tenían las consumiciones, ella propuso fumar unos cigarrillos y terminarlas en la zona de las bodegas. Salieron del vehículo un instante pero, como hacía mucho frío, después de estar unos diez minutos dentro del habitáculo, se acabaron las cervezas y se marcharon, de nuevo en dirección al domicilio Esther. Una vez más, cuando estaban a la altura de su casa ella preguntó «qué iban a hacer». Carolo, que para entonces estaba medio recostado y mareado en los asientos traseros del coche, respondió que «estaban los niños en casa y que se quedaba allí». Entonces, asegura, «Óscar le propuso irse a su chalé y que si quería ir a su casa se bajara con él y a las ocho de la mañana la dejaba en su casa». Hasta tres veces le preguntó el conductor del coche que «si estaba segura» y ella asintió. Se dirigieron a La Maña y en el parking, lo más cerca de su casa, se detuvieron. Carolo se despidió de Óscar y Esther sin salir del vehículo. Fue la última vez que vio con vida a su amiga.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La bodega del siglo XIV que elabora vino de 20 años y el primer vermut de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.