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Sábado, 31 de diciembre 2022
Benedicto XVI escribió en 2006 su testamento espiritual, un documento desvelado este domingo tras su fallecimiento, y en el que reclama por escrito que el mundo y también su Alemania natal se mantengan «firmes en la fe», al tiempo que pide perdón a los que ... haya hecho daño.
«Manténganse firmes en la fe! ¡No se dejen confundir! A menudo parece como si la ciencia -las ciencias naturales, por un lado, y la investigación histórica (especialmente la exégesis de la Sagrada Escritura), por otro- fuera capaz de ofrecer resultados irrefutables en desacuerdo con la fe católica. He vivido las transformaciones de las ciencias naturales desde hace mucho tiempo, y he visto cómo, por el contrario, las aparentes certezas contra la fe se han desvanecido, demostrando no ser ciencia, sino interpretaciones filosóficas que sólo parecen ser competencia de la ciencia», asegura en el documento publicado ahora por el Vaticano.
Así, relata cómo desde hace sesenta años acompaña el camino de la teología, especialmente de las ciencias bíblicas, y con la sucesión de las diferentes generaciones, ha visto «derrumbarse» tesis que parecían inamovibles y resultar meras hipótesis. El papa emérito enumera en este sentido la generación liberal (Harnack, Jülicher, etc.), la generación existencialista (Bultmann, etc.) o la generación marxista.
«He visto y veo cómo de la confusión de hipótesis ha surgido y vuelve a surgir lo razonable de la fe. Jesucristo es verdaderamente el camino, la verdad y la vida, y la Iglesia, con todas sus insuficiencias, es verdaderamente su cuerpo», recalca.
En la misma línea, asegura que reza para su tierra siga siendo tierra de fe y ruega a sus compatriotas que no se dejen apartar de la fe. Además, pide perdón «de todo corazón» a todos aquellos a los que ha agraviado de alguna manera y se muestra agradecido a Dios, a sus padres y a sus hermanos.
«Ante todo, doy gracias a Dios mismo, dador de todo bien, que me ha dado la vida y me ha guiado en diversos momentos de confusión; siempre me ha levantado cuando empezaba a resbalar y siempre me ha devuelto la luz de su semblante. En retrospectiva, veo y comprendo que incluso los tramos oscuros y agotadores de este camino fueron para mi salvación y que fue en ellos donde Él me guió bien», asegura Benedicto XVI.
Finalmente, pide humildemente que recen por él, para que el Señor, a pesar de todos su pecados y defectos, le reciba en la «morada eterna». «A todos los que me han sido confiados, van mis oraciones de todo corazón, día a día», concluye.
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