Francisco Javier Blázquez. Hermano mayor
Francisco Javier Blázquez. Hermano mayor
Fundada en octubre de 2016, la Hermandad Franciscana del Santísimo Cristo de la Humildad incorporaba a la Semana Santa de Salamanca el espíritu en favor de la fraternidad y concordia de todos los cristianos de Tierra Santa. Con un reconocible y marcado estilo castellano, libre ... de innovaciones, cada Sábado de Pasión, ataviados con el hábito monacal franciscano, los hermanos parten desde San Martín para escoltar en silencio al Santísimo Cristo de la Humildad, aportación y legado de Fernando Mayoral a la Pasión charra.
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«Ha sido una obra de gran envergadura», nos comenta Francisco Javier Blázquez en la entrada de la iglesia de San Martín. La misa de la mañana ha terminado y es el momento de ponernos ante el Cristo de la Humildad, que preside el renovado altar del reformado monumento que vuelve a ser sede y casa de la Hermandad Franciscana. Desde allí preparan una nueva Semana Santa «con mucha serenidad, conscientes de que es el momento más intenso del año, cuando tenemos una mayor proyección pública y en su inminencia la mayor concentración de actividades. Pero la vida de hermandad va bastante más allá de la Semana Santa y la marcha penitencial. Nuestros objetivos prioritarios son otros y esta actividad no puede distraernos. La hermandad se funda para ayudar a los cristianos de Tierra Santa. Todo lo que hacemos, incluida la procesión, tiene puesta la mirada en esta finalidad. Es una urgencia, porque Tierra Santa se despuebla de cristianos. Nuestra actividad es y será siempre una llamada a concienciar de esta necesidad. Nuestra procesión, un grito que clama para mover las conciencias».
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Álex López
Será este año el primero con Francisco Javier como Hermano Mayor, algo que se toma «como otros años, pero con más responsabilidad y bastante más trabajo. Formo parte de la hermandad desde el primer momento, cuando José Manuel Ferreira concibe la idea de canalizar esta ayuda a Semana Santa a través de una cofradía penitencial. Por lo tanto, no hay valoraciones distintas, solo una implicación diferente».
No es la Hermandad Franciscana una hermandad de novedades. La única «visible» será el regreso a San Martín tras las obras que obligaron a la hermandad a salir de los Capuchinos el pasado Sábado de Pasión. «Este año las inversiones, que en nuestro caso son siempre mínimas, porque no podemos distraer los recursos de su objetivo principal, se dedicarán a mejorar la infraestructura no visible. Esperamos, como es lógico en una hermandad joven, un incremento en las filas. Pero algo comedido. Nuestro crecimiento es lento. Y así debe ser. Poco a poco y con convicción.
En los próximos años, ya con más calma, abordaremos la incorporación de los escasos elementos que, según el plan para el desfile de los fundadores, nos faltan. Pero todo con tranquilidad. No hay ninguna prisa».
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Una procesión sin música, pero con sonidos propios: «Como ya se sabe, en nuestra marcha penitencial no se gasta ni un euro en música ni flores. La procesión es así de austera para quede más dinero con el que ayudar a Tierra Santa. Tampoco acumulamos dinero, sino que, salvo la previsión para los gastos ordinarios, todo se envía a la Custodia de Tierra de Santa para el mantenimiento de los Santos Lugares y las comunidades de cristianos. Pero sonidos hay, como es lógico. Los dos tambores charros que sirven de referencia para los hermanos que llevan el Cristo y la música coral. En el horizonte está disponer de un coro de hermanos, pero a corto plazo es inviable. Por ello, por tercer año consecutivo contamos con la participación, altruista, de la Schola Gregoriana Gaudete, de Zamora, que dirige Víctor Aliste. Intervendrán en el interior de San Martín, antes del comienzo de la marcha penitencial, ante el convento franciscano de la Madre de Dios y el acto central del Patio Chico. Para nosotros, también para la Semana Santa salmantina, es una suerte poder contar con una coral tan importante».
«¿Y quién sabe cómo va a evolucionar la celebración popular de la Semana Santa en esta ciudad? Está claro que el mundo cofrade no es ajeno a la sociedad y a la propia Iglesia. Hay demasiada confusión y pérdida del rumbo. Ese es un hecho constatable. La misma pregunta, equiparando la Semana Santa a las procesiones, ya indica muchas cosas. Pero el problema no reside en que esta asimilación esté en la sociedad. También es así para la mayoría de los cofrades e incluso sus dirigentes. Esto se podría trasladar a la vida parroquial y los sacramentos. Todo se mezcla, se desvirtúa y pierde su sentido. ¿Podría haber cofradías y procesiones al margen de la Iglesia? Pues en lo individual así está siendo mayoritariamente, igual que sucede con los sacramentos de iniciación y los matrimonios. ¿Cuál es el rumbo? Pues que cada uno extraiga sus propias conclusiones, porque si la rama se separa del tronco, acaba por secarse».
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¿Y el rumbo de la Hermandad Franciscana dentro de esa Semana Santa?: «Como es todavía muy joven y en su fundación contó con cofrades muy experimentados, trató de poner los medios para no incurrir en los vicios tradicionales. Y Dios me libre de decir que no se cae en ellos. Digo que se dispusieron los medios. El mismo carácter del desfile, austero, riguroso, minimalista, renunciando a las agrupaciones musicales y hasta las andas para la imagen, ya supone un filtro. La sencillez es hermosa, pero para descubrir su sentido estético es necesario un proceso interior en el que la espiritualización resulta imprescindible. Y en ello estamos».
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