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Entre diez y 40 años. Eso es lo que tardan en recuperarse un monte y todo su entorno tras la acción del fuego, el plazo que llevará la reactivación de la naturaleza, recuperar actividades y productos que nutren a las poblaciones y que el paisaje vuelva a ser, o a parecerse, a lo que era. Una cuenta atrás que en Monsagro afronta este verano el 'año 1' después del mayor incendio de la historia forestal de Salamanca.
Lo que en julio de 2022 eran llamas es hoy un panorama desierto que tiene que dar paso a la recuperación del territorio. Casi desde el día después de extinguido el fuego se trabaja en el futuro, especialmente en el inmediato. Se han llevado a cabo labores que protegerán el terreno ahora vulnerable y una de las principales ha sido la tala de bosques. En total, más de 270.000 m3 de madera, decenas de miles de pies de árboles cortados que ya no están y que han dejado desnudas las laderas. Un trabajo que tiene unas consecuencias y que va a dejar un rendimiento.
Los incendios de 2022 han generado un enorme impacto en el sector maderero que se está notando ahora. Maquinaria y cuadrillas trabajan a todo ritmo en lugares como Tábara o Monsagro para retirar los troncos calcinados en la Sierra de la Culebra y la de Francia, respectivamente. Hay tanto trabajo que ha afectado a la disponibilidad de medios para rematar la retirada de madera quemada que, además, se ha pagado a buen precio.
En Monsagro, los trabajos de tala están muy avanzados. El pasado mes de julio ardieron 8.622 hectáreas, 4.894,43 de arbolado, y buena parte del terreno está ya 'pelado' de árboles. La carretera entre el paso de los Lobos, por donde se accede al santuario de la Peña de Francia, y la localidad de Monsagro es un paisaje casi lunar, de negro sobre verde, donde todavía sobreviven algunos árboles como tizones, pero la gran mayoría han sucumbido bajo la tala. La zona ha sido un ir y venir de camiones con troncos cortados.
A pesar del buen ritmo, la presencia de operarios y bulldozer se va a prolongar todavía unos meses más. El día 24 de julio, la Junta de Castilla y León publicaba la ampliación del plazo de retirada de la madera quemada en montes particulares. El motivo es que hay muchos bosques quemados que talar en la comunidad y en toda España.
Según la orden de la Junta para los montes particulares, se fundamenta la prórroga «debido al elevado volumen de madera quemada existente en la zona afectada por el incendio y limitados medios de explotación disponibles, ya que, también se encuentran trabajando en otros de los incendios forestales acaecidos en el año 2022 en la Comunidad Autónoma de Castilla y León, aún no se han podido concluir estas actuaciones». Así que se ha ampliado el plazo hasta final de año.
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En cuanto al estado de ejecución de los trabajos en los montes de utilidad pública, aquellos que gestionan las administraciones, fuentes de la delegación de la Junta en Salamanca confirman que van muy avanzados y que en algunos sitios se han finalizado. Se han tramitado y concedido las prórrogas oportunas en los contratos. La mayoría se firmaron por ocho meses o hasta el 31 de julio, pero hace falta más tiempo. El motivo es el mismo, gran volumen de madera y limitada disponibilidad de medios.
Los grandes fuegos han generado también un gran stock de madera quemada que, en contra de lo habitual, no ha afectado a su precio, más bien al contrario. Tras los grandes incendios de 2006 en Galicia, el precio de la madera se desplomó un 25% sobre su cotización actual, pero aquí no ha sido inicialmente así.
Cuando el incendio se dio por extinguido, la Junta sacó a concurso la tala urgente de todos los montes públicos afectados. En total, más de 270.000 metros cúbicos de madera repartidos en 26 contratos, de los cuales figuran adjudicados la mayoría. La recaudación ha rozado los 6,4 millones de euros, un 40% por encima del precio de salida. Una buena noticia para la localidad, ya que por norma el 85% de la recaudación acaba en financiación o actuaciones para los municipios afectados.
La clave es la demanda de las empresas portuguesas que tiene que ver con su propia problemática con los incendios forestales. Hace una década que Portugal sufrió su propia crisis de fuegos y entró mucha madera en el mercado, pero ahora escasea y hay que comprarla fuera. Así ha sido en el caso de Monsagro. Buena parte de los lotes se los llevaron licitadores portugueses, también del potente sector gallego, que han pagado muy bien por ellos. Se ha llegado a pujar por más de 600.000 euros por un lote de 10.000 m3 de pino en El Maillo.
Tras el incendio, es habitual que se proceda a talar toda las superficies arboladas afectadas. El motivo es que los ejemplares atacados por el fuego son más propensos a sufrir ataques de plagas que podrían extenderse a masas sanas. Pero, ¿en qué se puede usar esta madera?
Depende del grado en el que esté quemada, pero puede usarse para triturar, para producir biomasa o como material de construcción. Esta última aplicación puede llegar en forma de conglomerados o tableros para fabricar muebles, pasta de papel si la madera no está muy quemada.
También se ha probado su uso incluso como vigas para estructuras, aunque solo en el caso de los troncos menos afectados, porque los muy castigados por el fuego pierden sus cualidades. La gallega Finsa ha dado este destino a lotes comprados en la Sierra de la Culebra y también se ha adjudicado algunas partidas de Monsagro, aunque no ha querido comentar su destino final.
Esos troncos también se han usado para algunas de las medidas que se han tomado sobre el mismo terreno para frenar los efectos futuros del incendio. Se han fabricado albarradas, pequeñas presas hechas con los árboles y piedras para impedir el arrastre de material en caso de lluvias. Evitan la escorrentía y permiten que el agua se filtre a los acuíferos.
En el paisaje quemado de Monsagro se aprecian varias de estas albarradas o fajinas en una de las laderas de la carretera que une el paso de los Lobos con la localidad. También se ha empezado a replantar algunos ejemplares para que consoliden el terreno.
En total, la CHD, una de las administraciones sobre el terreno, informa que ha ejecutado más de 2.800 albarradas, 227 balsas de decantación, fajinas y labores selvícolas de limpieza de vegetación de ribera muerta y plantaciones, con más de 18.000 ejemplares plantados hasta la fecha.
Por su parte, la Junta recurrió a triturar árboles en pie creando un acolchado de astilla repartida sobre el terreno, y suministrar paja y labores de carga para técnicas de 'helimulching', arrojando paja desde helicópteros en zonas muy castigadas para ayudar a que la vegetación asiente. Además, el proyecto contempla la creación de charcas para fauna y como punto de carga contra incendios, la construcción de depósitos de agua, la reparación de cerramientos ganaderos, la siembra y plantación de pastizales para favorecer y acelerar la recuperación de la cubierta vegetal y el tratamiento contra plagas mediante la instalación de trampas contra escolítidos.
Cuando, a final de año, maderistas, camiones y maquinaria hayan retirado lo que falta por talar en los montes de Monsagro, El Maillo, Serradilla y Cepeda, esta zona entre la Sierra de Francia y Ciudad Rodrigo estará lista para iniciar el camino de una recuperación que llevará su tiempo.
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