El puerto sin barcos de Salamanca que costó más de 3 millones de euros

Félix Oliva

Salamanca

Martes, 25 de marzo 2025, 18:28

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Desde hace 30 años, el de Vega Terrón es otro de esos proyectos lanzados con insistencia por las instituciones en Salamanca y que, hoy por hoy, tiene una utilidad cuestionable. Ahora, el hundimiento de un viejo barco abandonado ha vuelto a poner de actualidad este remoto lugar, en una de las fronteras más lejanas de la provincia, donde una vez las administraciones vieron una oportunidad de desarrollo que no ha terminado de cuajar.

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El barco a pique fue descubierto este domingo por la Guardia Civil y se puso en marcha el protocolo para evitar que el combustible que pudiera tener en su interior provocara un vertido al río. Precisamente la fuerza que ha llevado este fin de semana el Duero impulsado por sus afluentes estaría detrás del hundimiento ya que la vieja embarcación no soportó el empuje.

En todo caso, el hundido es uno de los pocos barcos que alberga el muelle, levantado hace ahora 30 años y que ha resultado otro de esos proyectos 'bluff' de la provincia. Todavía lo es, porque a pesar de las inversiones hechas su uso es residual y está muy alejado del fin para el que se proyectó.

A principios de los años 90 del pasado siglo, las autoridades de Salamanca decidieron recuperar la actividad de transporte de mercancías fluvial que se desarrollaba en el Oeste de la provincia hasta el siglo XIX; presidía entonces la Diputación el ahora presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco. En 1995, se construye un nuevo muelle en Vega Terrón por 3 millones de euros, aprovechando parte de las instalaciones del histórico de 1860, pero surgen problemas con Portugal por la navegabilidad.

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El muelle tiene una longitud de 100 metros y un ancho de 25. Pueden atracar en él buques de hasta 80 metros de eslora y con un calado máximo de 3,7 metros. Su ventaja para los barcos era una mayor maniobrabilidad al estar en una zona más ancha, además de tener menores corrientes que el Duero.

En 1997 se concede la explotación a una empresa para que atraiga tráfico de mercancías con el sueño de recuperar el transporte fluvial del siglo XIX. En 2011 se monta un centro de recepción de visitantes por 400.000 euros para acoger a los barcos turísticos que lleguen. Sin embargo, la mayoría atracan en el cercano puerto fluvial luso de Barca d'Alva, más grande y equipado, quedando el lado español para algunas maniobras y poco más.

En 2015 se descubre que la empresa concesionaria no ha pagado el canon establecido ni una sola vez en casi 20 años de explotación: la deuda ronda los 500.000 euros. Además, en todo ese tiempo no se ha generado ningún tipo de tráfico mercantil.

La Diputación, dueña del muelle, intenta recuperar el dinero y rompe el contrato, pero la justicia da la razón a la empresa porque nunca en 20 años se le reclamó nada. Hubo que indemnizarla con cerca de 100.000 euros.

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Todavía en 2017 se intentaron vender las bondades de la idea en una visita de mandatarios españoles y portugueses en la que el entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, desembarcó allí en el muelle donde le esperaban las autoridades provinciales.

Para intentar sacarle rendimiento, se anuncian periódicamente iniciativas. Se adjudicó la gestión del muelle y el restaurante del centro de visitantes a una empresa de la zona, pero no prosperó. Se ha vuelto a adjudicar a un empresario portugués en 2023 para dos años por unos 300 euros al mes. La última idea, que sea instalación de referencia para los turistas del Camino de Hierro, que tiene su punto de origen muy cerca. Nada que ver con la idea de recuperar el tráfico fluvial de mercancías que tuvo en el siglo XIX y que se consideró buena idea, sin éxito, para el siglo XX.