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Cementerio para animales de compañía. José Manuel García

El pueblo de Salamanca con cementerio de mascotas: «Como las personas pero sin misa»

Alrededor de 150 animales de compañía descansan en paz en un refugio de animales gestionado por voluntarios

Laura Linacero

Salamanca

Lunes, 14 de noviembre 2022, 08:16

Descanse en paz. Ese es el deseo de los allegados tras el fallecimiento de un ser querido, y dentro de este término tan íntimo también se encuentran las mascotas que acompañan a sus dueños durante buena parte de su vida. Precisamente con esa intención, la ... de extender un descanso eterno también a los animales, la Fundación Luna gestiona un cementerio de mascotas bajo el nombre 'El puente hacia el arcoíris'. Un mensaje que alivia la pérdida de esa compañía y que «pretende ser una digna despedida para ese compañero o compañera que te dio todo en vida».

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Así presenta el propósito de este cementerio la Fundación que bajo la atención de Rosa Hernández, cuidan cada detalle para intentar que sea lo más acogedor posible. En un entorno natural privilegiado y dentro del refugio que la propia asociación también gestiona para dar salida a adopciones, se encuentra este espacio de Beleña donde los animales pueden descansar. En total, unos 150 animales reposan en este espacio de los cuáles alrededor de 35 han sido enterrados en lo que va de año. «Es un cementerio para particulares, para aquellos propietarios que quieran dar una despedida a sus mascotas: perros, gatos, hámster, cobayas, conejos...», aclara Rosa Hernández.

La prohibición de enterrar a las mascotas en terreno privado o público ha aumentado la demanda

El vínculo en algunos casos es tan fuerte, que alguno de los trámites oficiales y permitidos no terminan de satisfacer a los dueños tras la pérdida. Actualmente, la ley no permite enterrar a las mascotas fallecidas en fincas privadas por lo que las posibilidades de encontrar un espacio íntimo para velar al fiel compañero se reducen al mínimo. «Además de esta, quedan dos opciones: incinerarlo, que es hasta más caro, o dejarlo en el veterinario y que a través del Ayuntamiento se proceda a la recogida de cadáveres», apunta la voluntaria.

Con el objetivo de esquivar los formalismo y contar con un lugar donde se instale de forma permanente el recuerdo, muchos dueños optan por la posibilidad que oferta la fundación. Hay quien, además, planta en su lugar un árbol para que otra vida crezca. Es el caso de un chico madrileño que plantó un madroño donde enterró a su perrito, o una chica que decidió plantar un naranjo para verlo crecer en el lugar donde depositó a su mascota.

Poco personal y ninguna ayuda

El refugio y el cementerio cuentan tan solo con tres voluntarios implicados en cubrir todo el trabajo existente. «Aunque tenemos treinta voluntarios porque colaboramos con la Universidad, no vienen por aquí y es mucho trabajo para repartirlo entre tres», lamenta Rosa Hernández, que lucha porque cada vez en el refugio haya menos animales debido a un aumento en las adopciones y que el cementerio esté cada vez más acondicionado para atender a esos dueños que pierden a su mascota.

Además de la escasez de personal, también se enfrentan a la ausencia de subvenciones para mantener el refugio y el cementerio operativo. «Fundación Luna no ha recibido nunca ni recibe en la actualidad ayudas públicas para la atención de los animales rescatados», apunta. El cuidado y manutención de los mismos se lleva a cabo gracias a las donaciones de socios, que están fijadas en 1 euro al mes, y el coste de la inhumación que varía en función del peso y del animal. Desde los 60 euros para los perros más pequeños hasta los 100 euros para aquellos que pesen más de 30 kilogramos. Los gatos, en cambio, tienen un precio único de 60 euros. Así, al enterrar a la mascota no solo se le dará una digna despedida sino que también ayudaría a seguir salvando vidas

Un adiós sostenible

A la hora de proceder a la inhumación, Rosa Hernández comenta que «no se entierra ni con cajas ni con bolsas para respetar al máximo el medio ambiente». En algunos casos, si el dueño así lo prefiere, se puede recurrir a una bolsa biodegradable y siempre tapado con cal para evitar que los zorros entren en la zona. Un protocolo respetuoso con la naturaleza y tan familiar como el propietario lo desee aunque Rosa Hernández asegura que es bastante similar al entierro de las personas, «pero sin misa».

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Tal es así, que el Día de Todos los Santos es también una fecha señalada para este cementerio que abre para recibir a los dueños de las mascotas. Las flores inundan por unas semanas este espacio que ya de por sí se presenta especialmente adornada. Muchos son los dueños que optan por poner una placa con la foto del animal y un mensaje especial. Koky será recordada por ser una «compañera y amiga», Beckam estará «siempre en el corazón» de sus dueños y el propietario de Myko está seguro de que se volverán a reunir: «nos vemos en el arcoíris».

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