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Corría 1909 y, tal y como relatan las crónicas de la época, la mañana del 16 de mayo Salamanca se doblegaba ante unas lluvias torrenciales.
Un grupo conformado por el Juez Municipal de Béjar, un escribano y un reportero, marcharon a caballo a las ... siete de la mañana con dirección al pueblo de Aldeaciprestre, pues acababan de recibir el aviso de que se había hallado un cadáver en una zona conocida como «El Lanchón del Castrejón».
El Juzgado tardó dos horas y media en poder acceder al lugar donde había tenido lugar el macabro hallazgo.
En medio de dos riscos que conformaban un desfiladero, se encontraba el cuerpo sin vida de Raimundo García, un joven de no más de dieciséis años.
El cadáver se encontraba en posición de cúbito lateral derecho y tenía el cráneo destrozado debido a un fuerte golpe que le había provocado el estallido del mismo y la pérdida de masa encefálica la cual, tal y como relataba la prensa del momento, había dejado regueros.
El juez procedió a ordenar el levantamiento del cadáver y este, fue trasladado con el objetivo de llevar a cabo la autopsia y poder así, determinar la causa de la muerte.
La autopsia fue realizada por el médico forense titular de Béjar junto con el forense de Aldeaciprestre; ambos determinaron que se había producido la destrucción total del cráneo, así como una contusión en el hombro derecho.
Los forenses aseguraron que el joven había recibido un contundente golpe con una piedra de grandes dimensiones arrojada desde lo alto del desfiladero, encontrándose el pastor en su interior.
La principal hipótesis que se barajó durante las investigaciones, corroborada por los resultados de la autopsia, aseguraba que la data de la muerte correspondería con la mañana del 14 de mayo, momento en el que el pastor salió de su domicilio para custodiar ganado vacuno.
Sin embargo, el cadáver no sería hallado hasta la tarde del día siguiente, 15 de mayo, momento en el cual un hermano de la víctima dio la voz de alarma ante la desparación del joven.
Un rudimentario operativo de búsqueda conformado por familiares y amigos del joven sería el que hallaría el cadáver de Raimundo a una distancia de dos kilómetros y medio del pueblo de Aldeaciprestre, en un deasfiladero.
Se dedujo, entonces, que el autor o los autores del sórdido crimen debieron de sorprender al pastor en el sitio indicado y, sin piedad alguna, le propinaron un fuerte golpe en el hombro derecho lo que hizo que este, se desplomase.
Encontrándose el joven indefenso en el suelo, los autores del crimen golpearon el cráneo de su víctima hasta destrozarlo por completo, provocándole la muerte.
Inicialmente, dos individuos fueron detenidos bajo la sospecha de ser los autores materiales del crimen, sin embargo, uno de ellos fue puesto en libertad a las pocas horas al no poder presentar cargo alguno contra él.
El segundo sospechoso contaba por aquel entonces con veinticuatro años de edad, era también pastor y sobre él, se cernían las sospechas.
La prensa del momento cubrió el sórdido crimen y sus ecos traspasaron las fronteras del pueblo de Aldeaciprestre, horrorizando a toda la provincia salmantina al completo.
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