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Se cumplen 58 años, 1 mes y 16 días del fatídico accidente que conmocionó a Salamanca y a nuestro país vecino, Portugal. Una colisión frontal entre dos trenes acabó con la vida de decenas de personas que no llegaron a celebrar las navidades con sus ... familias. A las 09:11 horas de ese sábado 18 de diciembre de 1965, se paró el tiempo para los viajeros a bordo del Sudexpreso y del Ómnibus.
Pasados los años, este desastre ferroviario continúa en la memoria de los salmantinos, de los supervivientes y de cada una de las personas que voluntariamente se acercaron a Villar de los Álamos a tender su mano.
El suceso ocurrió días previos a la Navidad del 65, cuando cientos de personas regresaban a sus casas para celebrar las fiestas con sus familias. Ambos trenes se dirigían en direcciones contrarias por la misma vía, por lo que, el Sudexpreso número 18 que cubría el trayecto Irún-Lisboa y el Ómnibus número 1.802 que iba desde Fuentes de Oñoro a Medina del Campo colisionaron en la estación de Villar de los Álamos, Salamanca.
El Sudexpreso solía ser una locomotora del tipo 242 que remolcaba un furgón, dos coches camas, un coche restaurante y dos coches de primera clase. La gran solicitud de billetes provocó que su composición contara con dos máquinas de vapor. Por otro lado, el Ómnibus llevaba cinco coches de Renfe, de primera, segunda y tercera clase, remolcados por una máquina de vapor Tanque del modelo 242-T.
El Sudexpreso había salido de Irún la noche anterior a las 21:40 horas, éste viajaba con un retraso bastante prolongado. En Miranda del Ebro tenía una parada de 15 minutos que no llegó a efectuarse (de 00:40 a 00:55 horas) y en Burgos ocurrió lo mismo, pero, al parecer su trayecto tenía una demora de cuatro horas.
Resultaba imposible recuperar el atraso y el maquinista paró tres minutos en Venta de Baños y 8 minutos en Valladolid. Continuó su trayecto por Medina del Campo hasta llegar a Salamanca a las 09:00 horas. Fue tal la demora que este tren tenía su parada en la capital charra a las 04:51 horas para alcanzar la frontera con Portugal en Fuentes de Oñoro a las 07:28 horas. Su llegada a la estación de Lisboa-Santa Apolonia estaba prevista a las 14:45 horas, pero este tren no consiguió llegar a su destino.
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Mientras tanto, el Ómnibus comenzó su recorrido esa misma mañana a las 06:40 horas en Fuentes de Oñoro. Su llegada a Salamanca estaba prevista para las 10:05 horas y a Medina del Campo a las 11:55 horas, allí finalizaría su trayecto.
Cuando se produce en fatal accidente, el Ómnibus se encontraba inmóvil al final de la estación de Villar de los Álamos por el lado de la frontera portuguesa y el Sudexpreso debía entrar en el apeadero por el lado de Medina y pararse para poder hacer el cruce. Finalmente, éste entró por la parte de Salamanca y sin detenerse, se estrelló frontalmente con el otro tren. El retraso con el que viajaba y la espesa niebla que había ese 18 de diciembre, provocó que el maquinista no se percatara de la orden y no cumpliera con lo establecido a tiempo.
31 fallecidos y 60 heridos, son los datos oficiales del accidente más trágico de la historia de Salamanca. Un gran palo para los salmantinos y para el país vecino que, por aquel entonces, ambos se encontraban viviendo en una dictadura. La mayoría de las vidas que se pararon en esos raíles pertenecían a obreros portugueses que trabajaban en Alemana, Francia y Suiza, todos ellos regresaban a casa para pasar la Navidad con sus familiares.
Los charros fueron un gran ejemplo de solidaridad. En cuanto ocurrió el accidente, muchos se desplazaron hasta la zona para buscar cuerpos, ayudar a los supervivientes e incluso transportarlos hasta el hospital en sus propios vehículos. Otros, acudieron a puntos de donación de sangre para ayudar en lo posible.
Tres días después del accidente, la Cruz Roja portuguesa trasladó un tren hasta Salamanca para repatriar a los heridos. Para despedirlos del hospital, se produjo un conmovedor momento entre los sanitarios y los supervivientes. El personal hizo un pasillo en la entrada de los hospitales Provincial y Virgen de la Vega, donde estuvieron ingresados, y les cantaron «¡Ay, Portugal! ¿Por qué te quiero tanto?».
Un trágico suceso difícil de olvidar pase el tiempo que pase.
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