Borrar
Un grabado muestra la muerte por garrote vil de un condenado. S. H.
La frialdad de los cuatro asesinos del crimen salmantino de Ituero de Huebra
Crónica Negra en Salamanca

La frialdad de los cuatro asesinos del crimen salmantino de Ituero de Huebra

«Adiós, perdonadme el crimen que cometí, pues ya lo he purgado bastante» se despedía uno de los asesinos antes de ser ejecutado en garrote vil

María Rivas

Salamanca

Domingo, 25 de diciembre 2022, 12:31

La noche del veinte de febrero de 1897 tuvo lugar en la provincia salmantina el conocido como crimen de Ituero de Huebra. La víctima del terrible y premeditado crimen fue el que por aquel entonces era párroco de la localidad, Bonifacio Cabezas García, de setenta ... años de edad. Un ejemplo más de la Crónica Negra Salmantina.

La noche del veinte de febrero, en torno a las doce de la noche, asaltaron el domicilio del párroco cuatro individuos: Tomás Pereña, Pedro Manso, Manuel Sánchez y Sebastián Sánchez. Los cuatro verdugos habían estado hospedados en la casa del sacerdote durante un tiempo.

Los hechos

Bajo la sospecha de que el párroco guardaba dinero en su domicilio, los asesinos se adentraron en el mismo con el objetivo de robarle todo aquello que pudiese ser de valor. Pedro Mano se adentró en el interior del domicilio a través de una tronera, permitiendo así a sus compinches el acceso al mismo por el patio.

Una vez reunidos en el domicilio, los cuatro individuos se dirigieron al dormitorio del párroco y lo atacaron mientras este dormía. Dieron muerte a Bonifacio a través de una asfixia violenta, tapándole la nariz y la boca causándole, en consecuencia, un edema pulmonar.

Una vez fallecido el párroco, los asesinos se hicieron con el manojo de llaves que abrían armarios y estancias y registraron el domicilio en busca del dinero. La criada del sacerdote sorprendida por los ruidos que hacían los asaltantes, se despertó sobresaltada, siendo inmediatamente reducida por Pedro y Manuel, quienes la amordazaron y maniataron a la cama sin provocarle lesión alguna.

Al poco rato de estar buscando el dinero, Pedro Manso manifestó que se había fijado en una losa al pie de la cama del párroco y, acompañado por sus secuaces, cavó debajo de la misma hallando algo de dinero escondido en una especie de taleguito.

Después de robar algunas monedas de cobre más y un pañuelo, salieron de la casa y acordaron quedar durante los siguientes días en el paraje conocido como el 'jaral de Barreras', con el objetivo de repartir el botín.

Los juicios

El día dos de abril del mismo año, comenzaron a celebrarse en la Audiencia Provincial los juicios por el crimen de Ituero de Huebra. Lo cierto es que el desarrollo del juicio apenas tuvo público y en la sentencia emitida el diecisiete de abril se condenaba a los cuatro asesinos a muerte en garrote vil como autores de un delito de robo, con motivo del cuál resultó homicidio. Sentenciaron, además, que debían indemnizar a los herederos de la víctima así como a los de María Juana, la criada.

El verdugo que les dio muerte a los cuatro asesinos se desplazó desde Burgos a Vitigudino y a la ejecución de los mismos acudieron en torno a diez mil personas, tal y como relatan las crónicas de la época.

Pedro Manso, uno de los asesinos, subió solo al patíbulo y sin ayuda de las escaleras del tablado. «Adiós, perdonadme el crimen que cometí, pues ya lo he purgado bastante» se despidió, minutos antes de ser ejecutado.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

salamancahoy La frialdad de los cuatro asesinos del crimen salmantino de Ituero de Huebra