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A cuatro meses de las elecciones municipales, el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha reactivado un debate que no es nuevo: ¿debe ser alcalde el candidato más votado o el que más concejales sume? La idea ha despertado los primeros análisis de política-ficción ... en torno a qué alcaldes dejarían de serlo si se aplicara esta nueva norma, pero ¿habría cambiado la historia de los alcaldes de Salamanca? La realidad es que sí porque al menos en dos ocasiones el candidato más votado vio marcharse el bastón de mando a otras manos.
La propuesta de que gobierne la lista más votada a nivel municipal obligaría a cambiar la Ley de Régimen Electoral, algo que tampoco es la primera vez que se ha propuesto: de hecho, el propio Núñez Feijóo lo planteó en las anteriores municipales, en 2019, y que fue incluso proposición de ley antes. En caso de afrontarse, habría que modificar la norma para cambiar la elección indirecta por la directa.
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Según está, el alcalde es elegido de manera indirecta por parte de los concejales, que sí obtienen sus actas de manera directa en función de los votos que reciben. En el mismo pleno de toma de posesión de los concejales se vota al alcalde; el candidato cabeza de lista que obtenga mayoría absoluta de concejales en la primera votación será elegido alcalde. Lo curioso es que, cuando ningún candidato es capaz de alcanzar la mayoría, se proclama alcalde de forma automática al concejal que se encuentra al frente de la lista más votada.
En el caso de Salamanca, nunca ha habido que llegar a ello. En las dos últimas citas con las urnas, el candidato del PP no logró suficientes concejales, pero pactó su investidura; en 2015, Mañueco fue investido por mayoría simple con la abstención de los cuatro concejales de Cs y en 2019 García Carbayo lo consiguió por mayoría dando entrada en el Gobierno al mismo grupo.
Sí que ha ocurrido que el cabeza de lista de la candidatura más votada se quedara sin la alcaldía en Salamanca. Ocurrió en 1979, en las primeras elecciones municipales en democracia, y se repitió en 1991 con el mismo protagonista: el socialista Jesús Málaga.
En 1979, las elecciones las ganó UCD, con Pilar Fernández Labrador como cabeza de lista. Logró 13 concejales y más de 28.000 votos, 5.000 más que el PSOE, que logró 11 escaños. Sin embargo, el pacto con el PC del histórico José Castro Rabadán dio su primera alcaldía al joven candidato socialista Jesús Málaga.
Se da la paradoja de que el mecanismo previsto incialmente en el proyecto de la ley de comicios locales, que fue la norma por la que se rigieron los procesos electorales municipales de 1979 y 1983, contemplaba inicialmente la elección de la lista más votada. Sin embargo, una enmienda de última hora instauró el sistema de elección indirecta, por voto de los concejales, que ha llegado hasta nuestros días.
En 1991, cuartas elecciones municipales, el PP logra ser la lista más votada y 13 concejales, pero su candidato, Fernando Fernández de Trocóniz, alcalde desde 1987, no pudo repetir mandato.
El bloque de PSOE (12) e Izquierda Unida (1, Abel Sánchez) sumaban las mismas actas y todo dependía del único concejal del CDS, Carlos Adame; siguiendo lo marcado en el congreso de su partido, apoyó al candidato socialista y Jesús Málaga recuperó la alcaldía perdida en 1987. Fue su último mandato antes de la llegada de Julián Lanzarote que encadenaría cuatro mayorías absolutas hasta los dos últimos gobiernos en minoría y con pactos.
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