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El recibidor del Edificio Dioscórides de la Facultad de Biología lucía como un vergel. Los alumnos curiosos se acercaban a preguntar a los investigadores por las especies vegetales expuestas: quinoa, amaranto, sorgo y chía. También había semillas, tanto de estas plantas como de trigo sarraceno y cáñamo. Se trata de cultivos emergentes con mucho potencial para poder implantarse en la provincia de Salamanca.
Ese despliegue vegetal, junto con una serie de paneles informativos, formaban parte de unas jornadas organizadas conjuntamente por el Centro de Investigación en Agrobiotecnología Agroalimentaria (CIALE), Agrienvironment y la USAL con el objetivo de acercar a la comunidad universitaria y a la sociedad salmantina una serie de cultivos alternativos con un prometedor futuro, tal y como explica Pablo Albertos, investigador en fisiología vegetal del CIALE y profesor de la Facultad de Biología.
Las investigaciones que desarrollan tanto el CIALE como el Instituto de Tecnología Agrario de Castilla y León (ITACYL) se ocupan de estas plantas, valoradas especialmente por su alto contenido nutricional, su mayor capacidad de adaptación a entornos difíciles y su versatilidad de uso. Además, estos cultivos fomentan la diversidad agrícola y la variabilidad genética, presentando una producción y comercialización reciente que los convierte en opciones innovadoras, eficientes y sostenibles.
Su trabajo se centra en ver el potencial de estas especies de reciente introducción en el sistema agrícola y que poseen un excelente potencial de desarrollo en diversas industrias, desde la alimentaria y la ganadera hasta la cosmética, el textil y la farmacéutica.
«Queríamos acercar a la comunidad universitaria a través de un proyecto de innovación docente y a la sociedad, estos cultivos alternativos o cultivos emergentes, que, como su nombre indica, pueden suponer una alternativa a algunos de los cultivos que actualmente se están utilizando en nuestra comunidad», señala Pablo Albertos.
Algunos de estos cultivos ya se están probando en campos de Castilla y León, como la quinoa, el amaranto, la chía y el sorgo, pero aún queda mucho potencial por explotar debido a su capacidad de adaptación a las condiciones ambientales cambiantes y a la calidad nutricional que ofrecen.
En Salamanca, todavía no se han empezado a utilizar estas especies, pero en la zona de Arribes Norte ya han mostrado su interés por estos cultivos a través de Adezos, por ejemplo y en Salamaq, la feria del sector agropecuario también se acercaron a informarse algunos agricultores «interesados en probar nuevas opciones y nuevos cultivos, dado que tienen un potencial de crecimiento y desarrollo muy grande para la industria, para la alimentación, para procesados», destaca.
La adaptación al cambio climático es otro factor clave. Tal y como explica, estos cultivos proceden de regiones como América del Sur, América Central, México y América del Norte, lo que significa que ya están adaptados a ambientes más hostiles, con menores necesidades hídricas y suelos menos ricos.
No obstante, muchas especies actualmente están semidomesticadas, es decir, no están 100% adaptadas, y se están llevando a cabo proyectos de investigación en colaboración con el Instituto de Tecnología Agrario de Castilla y León (ITACYL) y la empresa salmantina con sede en Valladolid, Innovaciones Agroalimentarias (conocida también como Innovatione), para encontrar variedades nuevas más adaptadas a la sequía y las altas temperaturas que se registran en verano en la región.
La utilidad de estos cultivos es diversa. Sus semillas, por ejemplo, no contienen gluten, lo que las convierte en un alimento muy demandado actualmente. Además, pueden utilizarse tanto cocinadas en diversas preparaciones como procesadas para obtener harinas panificables, ideales para la elaboración de panes y bollería con un alto contenido proteico y de ácidos grasos.
Un ejemplo destacado de la investigación en curso es el trabajo de Sandra Macías Naranjo, bióloga y estudiante de doctorado en agrotecnología. Tal y como detalla ella misma, su tesis se centra en analizar el perfil nutricional de diferentes variedades de amaranto (actualmente cuentan con 66 accesiones), especialmente de los brotes, que pueden consumirse en ensaladas ya que pertenecen a la misma familia que las espinacas.
Sus hojas tienen colores atractivos y resultan muy interesantes para incluirlas en las mezclas de brotes que se comercializan actualmente. Su trabajo pretende determinar qué variedades son más nutritivas para este uso.
Otro objetivo fundamental de su investigación es desarrollar una variedad de amaranto que sea resistente a la sequía y a las altas temperaturas, algo especialmente relevante para Castilla y León.
Pero hay más en esta interesante planta. Además de su potencial alimentario, el amaranto presenta una curiosa propiedad: produce un compuesto llamado escualeno, muy similar a la hidratación natural de la piel humana, lo que abre la puerta a su uso en la industria cosmética.
Respecto a los otros cultivos alternativos que investigan, por ejemplo la chía, Pablo Albertos afirma que ya está muy introducida actualmente para desayunos, postres y yogures, entre otros. Se puede utilizar tanto la semilla cocinada como cruda en distintas mezclas, purés, guisos y demás. La semilla procesada se emplea para hacer harina panificable y utilizarla en panes.
Y otra planta, el cáñamo, se planea ya no por sus usos gastronómicos, sino por fundamentalmente para hacer fibras y textiles.
La colaboración con empresas como Innovatione es crucial para la explotación de los resultados de estas investigaciones. Esta empresa de ingeniería agraria, detallan Sandra y Pablo, está apostando por la agricultura sostenible y está explorando el potencial del amaranto y otros nuevos cultivos para la región.
El objetivo final es transferir el conocimiento y las nuevas variedades a los agricultores locales para diversificar la producción y ofrecer alternativas rentables y adaptadas a las condiciones de Salamanca. Estos cultivos, explican, convivirán con los tradicionales de la provincia y pueden suponer una oportunidad para los agricultores que se decidan a apostar por ellos.
Durante las jornadas, los asistentes tuvieron la oportunidad de ver y tocar el material vegetal, preguntar a los investigadores y acceder a información detallada sobre estos cultivos. Incluso se ofrecieron sobres con semillas de amaranto para que los interesados pudieran plantarlas en sus huertos o jardines, animando así a la experimentación a pequeña escala.
Con esta iniciativa en la USAL se pone de manifiesto el interés y el esfuerzo de los investigadores salmantinos por impulsar una agricultura más innovadora, sostenible y adaptada a los retos del futuro, ofreciendo nuevas oportunidades para el campo de Salamanca. Un campo que próximamente podría incorporar el nuevo colorido de estas especies a nuestros paisajes.
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