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Tinajas desde donde se extrae el vino a granel en Bodega César Bernardo. José Manuel García
Negocios de toda la vida

La última bodega de Salamanca que aún vende vino a granel desde hace ocho décadas

La Bodega César Bernardo va por su tercera generación tras casi ochenta años de historia y la cercanía como clave de su éxito

Laura Linacero

Salamanca

Lunes, 30 de octubre 2023, 08:21

Un cartel rectangular sobre la puerta de entrada anuncia el acceso a la única bodega de Salamanca que aún vende vino a granel, la Bodega César Bernardo. La última superviviente de un negocio que el paso de los años ha ido atropellando, aunque aún quedan « ... cuadriculados», como él mismo se define, que apuestan por la tradición. Fernando Bernando representa a la tercera generación de un negocio que inició su abuelo hace casi ochenta años y que hoy dirige él con la misma ilusión y prácticamente la misma esencia.

Cuando entras en el establecimiento un olor a vino envuelve el ambiente y, a partir de ahí, un viaje al pasado. Las tinajas con el grifo y una vasija de barro cuidadosamente puesta para que no caiga ni una gota al suelo, el teléfono de rueda con el que su abuelo abrió la tienda aún sigue en la pared rodeado de las botas de vino colgadas, un botellero con botellas de todo tipo, incluso una cronología de las botellas de La Casera adorna uno de los muebles.

Una muestra de que la adaptación al paso del tiempo ha sido casi obligatoria. «Al principio mi abuelo se dedicaba a hacer botas y pellejos de vino, cuando el transporte de vino y aceite se hacía en pellejos, luego se metió en el tema del vino», explica Fernando. Desde entonces, ocho décadas. Continuar el legado de un negocio familiar y seguir el ejemplo de su abuelo y su padre le llevó, a diferencia de sus hermanos, a continuar con la bodega.

¿Dónde ha quedado el blanco diamante de las bodas?

Detrás del mostrador ha visto cómo cambiaban las tendencias, los gustos, las modas y también la ley. «Antes se vendían los licores a granel, ahora no está permitido». Antes era el tinto, «ahora todo tiene que ser Rioja o Ribera». En las bodas el blanco diamante, «¿quién pide ahora eso?». Antes no se bebía cerveza, y ahora se bebe más que el vino. «Todo ha cambiado. Antes en se comía a diario con vino y ahora, por ejemplo, no es tan habitual», asegura Fernando. Renovarse o morir dicen, y con la negativa a dejar que este negocio se extinga, el salmantino se decide por adaptarse. «Al final te tienes que ir adaptando a lo que te pide la clientela, tengo que tener productos que roten», asegura.

Uno de los que más ágiles son en esa rotación es el vermú. «Se vende horrores», asegura. Además, reconoce que vende más litros de vino a granel que embotellado, aunque ha habido gente que se ha pasado a la Bag in Box «por precio y comodidad». Se trata de cajas que tienen en su interior una bolsa con el vino, «la versión moderna de los pellejos que hacía mi padre». Así define Fernando este modalidad basada en el «usar y tirar», que acompaña con un pensamiento en alto, «y luego queremos reciclar».

«Las Bag in Box son la versión moderna de los pellejos que hacía mi padre»

Preparado y actualizado para el día a día, pero también para las temporadas donde el vino corre con más fuerza. Por supuesto, y eso sí que no ha cambiado, en las celebraciones. «Cuando más vendo es en Navidad y en las fiestas de los pueblos para las peñas, siempre es una buena temporada», añade. Distintas clientelas y distintas ocasiones pero la misma finalidad: brindar por lo bueno.

Una foto antigua del reparto en moto. José Manuel García

La esencia de lo «vintage»

En la primera pared que se ve al entrar, una fotografía antigua enmarcada ya anuncia de qué negocio se trata. Uno «vintage», bromea Fernando, que guarda la esencia del comercio de toda la vida que aún sigue latiendo en Salamanca. En esa imagen, una moto conducida por su padre arrastra un carro con el vino para repartir. Antes de la moto, lo hacía en bicicleta: «con las bicicletas y los caminos de antes». Su abuelo se quedaba en la tienda vendiendo y él iba por las calles de la capital despachándolo a domicilio.

Puede que sea también la versión moderna de los repartidores de comida rápida con el patinete eléctrico. Aunque hay cosas que como él dice, si funcionan para qué van a cambiar. El mejor ejemplo de esta afirmación es que aún conserva el mecanismo con el que limpia las garrafas que le traen: un grifo a presión con cuatro agujeros que elimina todos los restos del recipiente. Pequeños rincones que aún se mantienen vivos en grandes negocios que resisten al paso del tiempo.

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