Cuarenta años en el sector, cuatro décadas entre electrónica. Antonio empezó en el sector cuando apenas tenía veinte años y los próximos que cumpla será sesenta. Toda una vida en este negocio, tan distinto a lo de entonces y tan igual a lo de siempre. Recuerda los primeros años en los que entró a trabajar en lo que entonces era Ecoradio. Esa empresa se disolvió pero de ella nacieron otras dos, y Antonio continuó en una de ellas. «No sé decir cuánto tiempo tiene la empresa porque no encontramos las escrituras de constitución pero son unos 55 años», explica.
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Años más tarde, el propietario de Alcar y Antonio conformaron una sociedad y hace apenas unos años, se quedó con ella. «Compramos su parte en 2019», recuerda. El negocio no ha sido lo único que ha cambiado, sino que el sector al que pertenece también ha vivido una vertiginosa evolución. «Hace 30 años en Salamanca estábamos tres, no existían las grandes superficies», asegura. Eran los años emergían las primeras radios de válvulas, las primeras televisiones, el paso a la emisión a color. «Era muy distinto, todos eran pequeños negocios familiares», asegura.
Lo que antes era lo normal, ahora es la excepción. «Nosotros podemos ser competitivos en cuanto a precios pero no podemos competir en condiciones contra internet», lamenta Antonio que reconoce que la venta online ha sido el gran enemigo para este sector. Sin embargo, hay algo contra lo que ese gigante no tiene nada que hacer: la atención, la experiencia y la especialización.
En el rato que estamos allí entra una pareja mandada por Mediamarkt porque «ahí seguro que lo tienen». Minutos antes, los trabajadores de Alcar nos relataban esta realidad. «Nos llega mucha gente de estos sitios porque conocemos el producto», recalca. Esa es la mayor baza del comercio local, aún más, en un sector tan especializado como este. «Mucha gente no sabe qué necesita y a base de hablar con ellos al final damos con lo que es», comenta Antonio.
Quién le iba a decir a Antonio hace cuarenta años que lo que iba a revolucionar la electrónica sería la inteligencia artificial. Sonaría futurista. Aún hoy lo parece. «Ha evolucionado mucho el tema de la informática, sistemas de seguridad, alarmas y cámaras», comenta. Lo que entonces era novedad ahora ya se ha quedado anticuado, y así es esta constante evolución. «Vienen cosas con mucha rapidez y son cambios muy bruscos, pero tienes que irte adaptando a lo que el cliente y el negocio requiere», confiesa Antonio.
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Y en ese proceso están. Una evolución y aprendizaje para no quedarse atrás en un sector especialmente dinámico. «Nosotros trabajamos mucho con clientes profesionales y hay muchos que llevan con nosotros años», comenta. Esa relación mutua mantenida a lo largo de los años demuestra que Alcar, además de un negocio de toda la vida, es la definición de calidad y buena atención. «Intentamos resolver de la mejor manera posible», concluye.
La mayoría de los clientes que acuden a la tienda Alcar en Gran Vía son personas mayores. «La gente joven compra por internet o en grandes superficies», comentan los trabajadores. Sin embargo, espacios como este resultan un salvavidas para aquellas personas que no tienen las facilidades para la compra online o desplazarse a otras instalaciones. «Es gente que lleva viniendo aquí a comprar toda la vida», asegura. La confianza en los consejos y la relación después de tantos años no caduca, al revés, se afianza con el tiempo.
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