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Y llegó el ansiado primer viernes de marzo y los fieles salmantinos volvieron a ponerse a los pies de Nuestro Padre Jesús Rescatado. Desde primera hora de la mañana, momento en el que se abrieron las puertas, la iglesia de San Pablo empezó a acoger a devotos y visitantes que iban a presentar sus respetos a su venerada imagen, unos meditando desde un banco en la distancia, otros besando el pie que asoma bajo la túnica morada, gesto que se recuperaba este año tras las restricciones sanitarias derivadas de la pandemia.
En la parroquia de la plaza de Colón se producían imágenes que ya forman parte de la tradición, que se repiten año tras año, como las miradas emocionadas o los besos a las estampitas. Y otras relacionadas con la actualidad y la pospandemia, como el ramo de flores a los pies del cristo con los colores de la bandera de Ucrania, o aquellos que fueron ataviados con la mascarilla y se conformaron con tocar con la mano el cordón dorado que cuelga del Rescatado. Los asuntos de la Semana Santa regresan a su normalidad, pero toda precaución es poca, como así lo muestra el bote de desinfectante situado justo al lado del pie que hoy se volvió a besar.
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