La conversión del parque inmobiliario del centro de Salamanca al uso turístico sigue su curso. Durante este año son numerosos los proyectos que se han presentado para transformar inmuebles de la ciudad a este uso y, en los próximos meses se va a concretar el cambio de uso de al menos media docena de elementos patrimoniales, edificios con algún tipo de protección por su singularidad y que se van a convertir en instalaciones para dar servicio a los turistas. Ahora se suman dos que inician tendencia: cambiar el uso de edificios educativo y de otros que llevan años apuntalados a pesar de ser de arquitecto conocido.
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Ya sean pisos turísticos, alojamientos o locales de hostelería, numerosos edificios catalogados tienen en marcha licencias para cambiar de uso y albergar actividades turísticas en los próximos meses. Los dos últimos casos son dos céntricas construcciones que bien llevan años abandonadas o van a cambiar su destino principal.
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Se trata, en primer lugar, de una fachada apuntalada en la calle Portales de Camiñas, a un paso de la Gran Vía y la plaza de San Julián. Se trata del solar del número 5, del que solo queda la fachada en pie. En una de las últimas reuniones de la comisión técnico artística se da noticia de la solicitud de licencia para rehabilitarlo.
Del inmueble no queda más que su alzado y se ha presentado un proyecto que ha requerido pronunciamiento de la comisión sobre la instalación de máquinas de aerotermia, un nuevo portal y la carpintería exterior; además, se ha pedido a los solicitantes que mantenga la distribución actual de los huecos exteriores.
El inmueble está considerado suelo urbano sin edificar, pero su construcción forma parte del catálogo de edificios protegidos de Salamanca. Forma un conjunto con los números 1 y 3, aunque en el caso del sólo tiene protencción ambiental.
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El 5 es un edificio fechado en 1910 autoría del prestigioso arquitecto Santiago Madrigal, representativo de su etapa no historicista; fue el autor, entre otros, del trazado de la Gran Vía. Según la ficha, hay que conservar fachada y mantener sus elementos más característicos, pero se puede vaciar (ya lo está), cambiar su distribución interior y repetir sus cubiertas.
El segundo caso está en la calle Bordadores, en pleno centro histórico, a un paso del palacio de Monterrey y del convento de las Úrsulas, además de la casa donde vivió Unamuno. Durante años fue sede de una escuela de idiomas, que es su uso declarado en el catastro. Ha solicitado licencia para un proyecto de reforma para alojamientos turísticos.
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El edificio, datado en el siglo XIX, es de estilo barroco y se encuentra bien conservado. Es obligatorio conservarlo estructuralmente.
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