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Para que el reciclaje de residuos sea efectivo es fundamental la colaboración de los ciudadanos. Es algo de lo que parece que somos más conscientes cada día como demuestran las cifras que se publican a menudo al respecto. Pero al escuchar algunas afirmaciones de los profesionales que se dedican a ello y comprobar determinadas realidades, es evidente que aún falta mucho por hacer.
«Una piel de jabalí completa, hasta con la cabeza. Juguetes sexuales. Zapatos. Fregonas. Documentación, mucha de ella procedente de robos de carteras, porque los cacos la tiran al contenedor… Hasta dinero», esas eran las palabras de Antonio Antón, responsable de la planta de selección de envases de Salamanca, al preguntarle que se habían encontrado entre los miles de residuos procedentes de todos los contenedores amarillos, los destinados a envases, instalados en toda la provincia de Salamanca, que cada día llegan a las instalaciones de Villamayor.
«Casi todo lo que te puedas imaginar», insistía durante la visita que Ecoembes y la empresa que gestiona esta instalación ubicada muy cerca de Salamanca, donde se ubicaba hace años el antiguo vertedero municipal, organizaron este martes.
Los castellanos y leoneses reciclan unas 70.600 toneladas de envases cada año, tal y como reflejan los últimos datos consolidados, correspondientes a 2022, según avanzó el coordinador de Asuntos Corporativos de Ecoembes, Álvaro Otero, antes de iniciar el recorrido por la planta de selección de envases para su reciclaje, una de las 97 que existen en el país. Cada ciudadano recicla 24,5 kilos de envases al año en la Castilla y León
No obstante, este responsable de Ecoembes insistió en la necesidad de hacer pedagogía sobre los residuos impropios, es decir, aquellos que no deberían depositarse en los contenedores amarillos, según sus palabras, «contenedores de envases, no de plástico», reiteró.
El complejo proceso de selección de los envases residualesVer 15 fotos
Al menos y antes de ver cómo funcionaba la planta y comprobar que allí llega de todo, Otero dio un dato medianamente positivo para los salmantinos, ya que comentó que el porcentaje de impropios alcanza el 30% en todo el país, mientras que en Castilla y León se queda en el 28%, casi tres puntos por encima de la provincia salmantina que apenas supera el 25%. «La parte ciudadana es fundamental», apostilló Otero, quien añadió que este tipo de residuos, muchos de ellos demasiado voluminosos «entorpecen el proceso» y los que no pueden encontrar una salida en el CTR de Gomecello, la siguiente instalación a la que deben ser trasladados, acaban en los vertederos.
Además, explicó que en la planta de selección de residuos de Villamayor se ejecuta la primera parte del proceso de reciclaje, es decir, aquellas labores que tienen que ver con la selección de los deshechos. Envases, según reiteró, que no solo son de plástico, sino también de acero o aluminio y 'brick', y el tipo de material es el criterio de selección de los mismos. Existen, en este sentido, hasta siete fracciones de materiales diferentes, incluyendo varios tipos de plástico, por su dureza, y los objetos metálicos, como latas.
«Aquí se encargan de prepararlos, embalarlos y dejarlos listos para que lleguen los camiones de las empresas de reciclaje y se los lleven. La labor que se hace aquí es clave, un trabajo que no cesa y cuyo el objetivo es transformar un residuo en una nuevo recurso, una materia prima que le estamos ahorrando a la naturaleza», afirmó Álvaro Otero.
Ahondando es esa idea, el ya citado responsable de la planta, Antonio Antón, explicó que la instalación lleva automatizada desde este mismo 2023 y que gestiona unas 4.900 toneladas anuales. Según sus datos, en la infraestructura de Villamayor procesan entre 3,7 y 4 toneladas por hora aunque tienen capacidad para alcanzar las 4,5.
El proceso comienza con la descarga de los residuos en una superficie a la que denominan playa. De ahí se transportan hasta los 'rompebolsas' que se ocupan de quebrar el film de los recipientes de plástico para que los envases pasen liberados por las cintas. Un primer triaje manual sirve para eliminar los residuos impropios, incluyendo, por ejemplo, el film industrial, «porque hay muchos profesionales que echan embalajes y sacos de gran tamaño a los contenedores para residuos domésticos» y el papel y cartón que llega. Pero también «cajas de fruta, garrafas de más 25 litros, palos de escoba, cintas de vídeo, juguetes, que no pueden entrar en el entramado de cintas de transporte, porque ralentizarían todo el proceso de selección automática de residuos».
Otra cosa curiosa es la cantidad de cintas de vídeo que llegan a esta instalación. «Si os fijáis, todos los rodillos sobre los que circula las cintas que transportanlos residuos están llenas de restos de estas cintas, de tiras de plástico que pueden llegar a afectar al funcionamiento de los ejes, y hay que revisarlo muy a menudo», señalaba Antón.
Luego, el material sube a un «balístico» para «separar lo planar de lo rodante» y, de ahí, pasa por dos aspiraciones de aire para las bolsas y films. Posteriormente, un imán atrae los envases de acero y otro repele el aluminio con un campo magnético, A partir de ahí, los residuos pasan por tres líneas de sensores ópticos que, mediante aire, separan los envases.
Una de las líneas es para botellas de PET (tipo de plástico), como las de agua, otro para el 'brick', y otro para el PEAD y el plástico mixto. El tercer óptico hace una clasificación «de calidad», es decir, «separa el material que no está bien ubicado» y, más tarde, ése vuelve a hacer otro ciclo completo, por lo que un mismo envase de difícil selección puede dar hasta tres vuelta por todo el circuito antes de salir por la banda de rechazos» A continuación se hace un nuevo triaje secundario de carácter manual para volver a separar lo que no corresponde. «De ahí cae a unos búnkeres y, cuando hay suficiente material para hacer una bala de cada uno de los tipos de residuos, se compacta y se lleva al almacén hasta que viene el camión del reciclador para retirar el material», concluyó.
Después de este sofisticado proceso, apenas un 3 o 4% del total de los residuos sale de la planta por la cinta transportadora de rechazos, señaló Antonio Antón, que insistió ante los periodistas para que comprobasen la anchura de la cinta y la cantidad de residuos que transportaba al iniciarse el proceso, y la comparase con la de rechazos.
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