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Al inicio del otoño los murciélagos están de amores. Podríamos decir que es su San Valentín porque se producen sus cortejos y cópulas. Después, cuando bajan tanto las temperaturas como la cantidad de alimento, se van a descansar. Y ese momento, la hibernación, es uno de los más vulnerables para estos animales nocturnos, tan desconocidos como vilipendiados.
El otro momento en el que son más frágiles es durante el periodo de cría. Las hembras guardan el semen en el útero hasta la primavera. Cuando las condiciones son más favorables y con el aumento de la temperatura, vuelven a tener alimento, es decir, insectos. Entonces se produce la ovulación, la gestación es rápida y nacen sus crías.
Así lo explica Luis Hernández Tabernero, naturalista e investigador de la USAL y la Asociación Española para la Conservación y el Estudio de los Murciélagos (SECEMU). Lleva 40 años estudiando y siguiendo sus colonias en la provincia de Salamanca, donde hay más especies de quirópteros de Castilla y León.
500 mosquitos a la hora
Destaca que a pesar de su mala fama, los murciélagos son muy beneficiosos. Después de las aves son los mayores depredadores naturales de los insectos. Los Pipistrellus, que son unos de los quirópteros más pequeños de Europa, pueden comer más de 500 mosquitos a la hora. La mitad de su peso en insectos todas las noches.
Con este voraz apetito acaban con gran cantidad de insectos y de este modo evitan, por ejemplo, plagas en la agricultura y la expansión de muchas enfermedades. Esos datos deberían servir para reflexionar sobre estos animales y cambiar de mentalidad con respecto a falsos estereotipos. Sin embargo, no se les cuida como se debería. Y en Salamanca, tanto en la capital como en la provincia, hay muchos ejemplos de ello.
«Salamanca es una ciudad en la que no se les tiene en cuenta a la hora de la restauración de monumentos arquitectónicos o edificios donde hay colonias de las especies como el Eptesicus serotinus (murciélago hortelano) y el Tadarida teniotis (murciélago rabudo). A lo largo de los años se han destruído muchas colonias», afirma.
«En el año 2000, cuando hicimos el Atlas de Mamíferos de la provincia de Salamanca ya detectamos que había desaparecido entre el 25 y el 30 por ciento de los individuos en la ciudad. Actualmente yo creo que el porcentaje es bastante más del 30 por ciento desaparecidos», lamenta.
Ya no se ve como se veía antes a los murciélagos rabudos y a los hortelanos. «Ni mucho menos», asegura. Con observaciones y estudios nocturnos que realizan con relativa frecuencia han detectado que hay menos. «La causa principal es la destrucción de refugios. Muchas juntas de dilatación de edificios o monumentos donde se refugian habitualmente se tapan, por lo que se van. Encima suele hacerse en los momentos más vulnerables y repercute más negativamente, porque se producen muchas muertes».
Pero esto podría remediarse. «Lo ideal cuando exista una colonia es decirlo y nosotros les asesoramos gustosamente. Les decimos cuál es el momento más idóneo si se quiere hacer una restauración y les damos una solución de cómo hacerlo. Los murciélagos no suelen tener siempre el mismo refugio, suelen tener unos de invernada, otros de cría, y muchas veces temporales en los periodos de cópula. Conociendo su biología podemos orientarles».
El investigador pone ejemplos de daños relevantes a colonias de la capital. «Cuando se restauró la iglesia de Santiago había en ella una colonia importante de Pipistrellus pygmaeus. A pesar de que estuvimos hablando con ellos, explicándoles que se trataba de una colonia importante, no se hizo nada. Nos ningunearon y los echaron y así pasa con muchos refugios».
Otro lugar en el que se maltrató una colonia fue en el polvorín de Tejares. En una de sus observaciones en ese refugio encontraron varios individuos muertos a los que habían disparado con pistolas de airsoft.
Una lástima teniendo en cuenta que en ese lugar habían encontrado ejemplares interesantes, como varios anillados en Portugal del género Miniopterus (murciélago de cueva). También Plecotus austriacus (murciélago orejudo gris); Myotis myotis (murciélago ratonero grande) y Rhinolophus ferrumequinum (murciélago de herradura grande). Posteriormente se instalaron rejas.
Las imágenes de una colonia de murciélagos en una cueva de la provincia de SalamancaVer 31 fotos
En la actualidad, según Luis Hernández, a los murciélagos se les tiene algo más en cuenta por la normativa ambiental. Todos están englobados en algún grado de protección por ser especies amenazadas y cualquier atentado contra ellos debería de estar penado. Lamentablemente no es frecuente que así sea.
Por otra parte, en el lado positivo, en los últimos años se han instalado en la ciudad, como parte de la EDUSI Tormes+ y el LIFE Vía de la Plata, algunas cajas nido para murciélagos. Luis Hernández considera que se trata de una buena iniciativa. Pero no son ocupadas por cualquier especie. Sí son útiles para los que se refugian en fisuras. «Lo más habitual que encontramos es el género Pipistrellus, especialmente Pipistrellus pygmaeus», señala. Son los más abundantes en la ciudad, y los que solemos ver cerca de las farolas o del río.
Si la provincia de Salamanca es la que tiene más especies y refugios murciélagos de Castilla y León, como ya hemos dicho, hay dos zonas que concentran más poblaciones. Una es la Sierra, en concreto algunos puntos en los que tienen su hábitat algunas especies forestales que no pueden ser encontradas en otros lugares.
La otra son Las Arribes del Duero, con minas abandonadas, túneles, presas y otras construcciones que sirven de refugio a grandes colonias. En algunos de esos túneles se juntan las hembras de distintas especies cavernícolas «y organizan un paritorio y un lugar de cría increíble». Cientos de ejemplares, unos pegados a otros, se concentran en estos refugios que presentan unas condiciones de humedad y corrientes de aire muy concretas para que se mantengan. El mismo guano que producen, cuyo olor desagradable no gusta a los visitantes, es un mecanismo de defensa del grupo para protegerse de los predadores.
En los túneles de la Fregeneda había una colonia de cerca de 12.000 ejemplares. El investigador denuncia que cuando la Diputación abrió al turismo el Camino del Hierro, SECEMU solicitó el estudio de impacto, pero no lo había. Cuando se planteó hacer la ruta la asociación explicó que había que proteger dos túneles en los que los murciélagos pasan sus periodos más críticos. En concreto, el 1 por la hibernada y el 3 por la cría.
Al principio no se atendieron las indicaciones de los expertos y la población bajó a la mitad por el impacto de la presión turística. Finalmente consiguieron que se cierre el túnel 3 durante la cría y que se haya hecho una ruta alternativa al 1 durante la hibernada. Ahora la situación ha mejorado en ese sentido.
«Habrá que hacer seguimiento exhaustivo porque la población de murciélagos se ha visto muy perjudicada», lamenta Luis Hernández. Asegura que las poblaciones tardan mucho en recuperarse. Sucede porque aunque son animales bastante longevos (dependiendo de las especies pueden vivir de 15 a 30 años), son muy lentos reproduciéndose. Solo tienen una o dos crías al año. Si se destruye o daña un refugio se pierde relevo generacional. «Muchas colonias terminan por desaparecer», alerta.
Luis Hernández reitera que la presión de la actividad humana es la principal amenaza para los murciélagos. Considera que antes de hacer cualquier intervención en el entorno se debería valorar de manera minuciosa su impacto sobre estos animales. Cita en este sentido a las autovías, carreteras y otras infraestructuras, pero también la apertura de rutas turísticas que pueden llevar a cientos de personas a pasar por enclaves vulnerables en momentos críticos.
Los biocidas empleados en la agricultura son también un problema para estas especies. Por una parte reducen la cantidad de alimento disponible y por otra, cuando los murciélagos comen insectos contaminados por estos productos, se acumula en ellos su carga tóxica y también acaban con su vida.
A nivel mundial, aunque en Salamanca todavía no es relevante, están muriendo millones de murciélagos como consecuencia de los molinos eólicos. En Andalucía, por ejemplo, están tratando de que no funcionen en determinados momentos por la gran mortalidad que ocasionan, asegura.
En cambio, estos mamíferos voladores cuentan con pocos depredadores naturales. Algunas rapaces, urracas, rapaces nocturnas como el búho, el cárabo o la lechuza, pero nada significativo que amenace a las colonias.
Pero hay otro problema que afecta a todos los seres vivos del planeta y que a los murciélagos los hace muy sensibles por diferentes causas. Se trata del cambio climático. Para empezar, afecta a sus refugios de invierno, ya que el fondo de las cuevas cada vez se enfría de forma más lenta y obliga a las colonias a situarse más cerca de las entradas, donde la temperatura es más baja. También hace que la hibernación sea más corta y varíe el ritmo de sus actividades.
Luis Hernández apunta que al hibernar, los murciélagos disminuyen drásticamente su temperatura corporal, su frecuencia cardiaca (incluso a tres o cuatro latidos por minuto) y su ritmo de respiración. Su actividad metabólica baja, y el consumo energético es mínimo. Pero si vienen de pronto días cálidos y se despiertan tienen un gasto de energía muy grande. Si pasa repetidamente puede hacer que no tengan energías para soportar el invierno.
Este problema afecta también a la reproducción. Si interpretan que ha llegado la primavera, antes de tiempo y comienza la gestación, la cría no tiene posibilidades de sobrevivir si vuelve el frío y no hay alimento.
Pero por otra parte con el cambio climático se prevé que «cada vez va a haber más insectos y más peligrosos, que además pueden transmitir otras enfermedades», recuerda el naturalista e investigador. Defiende que los murciélagos pueden ser entonces nuestros grandes protectores, porque se pueden comer esos parásitos para que no enfermen a las personas.
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