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La Plaza Mayor de Salamanca se trata de uno de los enclaves históricos y turísticos de la capital charra, sin embargo, esta no quedó exenta del crimen y el horror.
En 1802, tal y como recordábamos hace unas semanas, tenían lugar en la Plaza Mayor las macabras ejecuciones de varios delincuentes de la ciudad en la época, así como el descuartizamiento de uno de ellos, cuya cabeza se exhibió durante meses, a modo de advertencia, en el Puente Romano de Salamanca. Pero, por desgracia, este no fue el único suceso sangriento acaecido en la Plaza Mayor.
Las piedras que conforman la legendaria e histórica Plaza Mayor de Salamanca están envueltas en leyendas e historias que, con el paso del tiempo, han sido sentenciadas al olvido.
Aún así, hay algunos sucesos que dejaron una huella física para que el tiempo no olvidara a sus víctimas.
En el Arco del Mercado, grabada en piedra, permanece una inscripción datada en 1838 que ha logrado sobrevivir al inclemente paso del tiempo: «Aquí se mató a una mujer, rueguen a Dios por ella», reza el mismo.
El misterio de este tétrico mensaje reside en que nada sabemos de esta misteriosa mujer, así como tampoco del autor del mismo.
Lo que sí sabemos, ateniéndonos a las creencias de la época, es que este tipo de inscripciones eran sumamente habituales.
La muerte se cobraba víctimas repentinamente y, en consecuencia, estas no eran bendecidas con la Extrema Unción.
Ocurría, entonces, que los familiares de las personas que fallecían en estas circunstancias solicitaban realizar este tipo de inscripciones para que, todo aquel que pasase por el punto del horror, se compadeciera de la desgracia que corrió la víctima y poder perdonar así todos los pecados que arrastraba el alma de esta.
Al leer el mensaje que reza la piedra en cuestión, es inevitable preguntarse quién era aquella mujer, cómo falleció y por qué aunque, quizá, nunca lo sepamos.
Sea como fuere, su recuerdo permanece imperturbable en la Plaza Mayor de Salamanca y, aquel que le dedique sus oraciones y pensamientos a la mujer desconocida, estará expiando sus pecados.
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