Dicen que el talento no se hereda, se aprende. Para contrastar esta afirmación la familia de artesanos Méndez no es buen ejemplo: fueron aprendices y ahora son reconocidos en la joyería artesanal a nivel mundial pero también son parte de un legado familiar de talentos. «Nuestros abuelos llegan a Tamames en 1928 procedentes de Portugal», explica Luis Méndez, que representa junto a sus hermanos a la tercera generación del negocio. A su llegada a la provincia, montan el primer taller de filigrana en la familia y enseñan a cuatro de sus cinco hijos para seguir su estela.
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Con el paso de los años, van ganando reconocimiento y se convierten en referencia de la joyería tradicional fabricando, de manera totalmente artesanal, piezas de joyería popular. «Mi padre y sus hermanos aprenden a trabajar en el taller y crean el nombre comercial de Hermanos Méndez», comenta Luis. Años dorados de crecimiento que terminaron de asentar a los artesanos Méndez en el comercio de Salamanca. «Mi padre en el año 1968 hace su propio taller y sus hijos empezamos a aprender con él.», apunta. La historia se repite y ya es una tercera generación en 1997 la que lleva el arte en sus manos.
Negocios de toda la vida
Una tercera generación que tampoco se conforma y no concibe ningún límite. Y no hablo del negocio -que también- sino de la capacidad creativa. Precisamente esa faceta artística en la producción artesanal es lo que les lleva a querer incorporar más inspiración a su oficio. Con esa intención, abren la galería Luis Méndez en la calle Meléndez. «Siempre tuvimos la idea de combinar la artesanía con el arte para potenciar esa parte artística de la joyería artesanal», explica Luis. Estas cuatro paredes del centro de Salamanca no son un punto de venta cualquiera, sino una pequeña sala de museo hecho a medida para acoger el ingenio de decenas de artistas.
«Nuestra producción sigue estando en Tamames y aquí vendemos nuestras piezas y las de otros artesanos», completa Luis. Cuadros en las paredes, vitrinas que guardan cuidadosamente piezas únicas de compañeros de profesión -también a la venta- e incluso una escultura que simula el botón charro y refleja que hay muchas formas de admirar el arte.
Esa tercera generación de artesanos afronta el reto de combinar el diseño y las nuevas tecnologías con las técnicas tradicionales. La filigrana consiste en elaborar joyas con estructura de hilo, de oro o de plata. Una técnica muy cuidada que han sabido incorporar a una estética contemporánea de la joyería tradicional. En un primer momento, los modelos antiguos eran especialmente grandes y ahora se han adaptado a los gustos de los clientes sin perder la calidad de las elaboraciones. «Nosotros intentamos encontrar a ese cliente que valore este sector de lujo aunque también tenemos líneas más comerciales», explica.
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La pieza más representativa de la joyería popular salmantina es el botón charro y algunas de las colecciones de Luis Méndez Artesanos han intentado poner en valor esta joya única. «Para nosotros es un orgullo», explica. Una producción que nace en Tamames pero que pasa de generación en generación y adquiere un valor sentimental incalculable. «Son piezas para toda la vida, tenemos unos pendientes charros pequeñitos que pueden costar de trece euros a 7.000», explica.
Adaptarse a los gustos actuales con joyas tradicionales ha sido un retos superado, igual que incorporar algunas técnicas renovados -manteniendo siempre el motor artesanal- para agilizar el trabajo. «Conservamos muchas de las técnicas que utilizaba mi abuelo, que nos enseñó mi padre, y las combinamos con técnicas contemporáneas como el diseño 3D», apunta Luis.
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En Salamanca, un negocio centenario que se ha convertido en referencia la joyería artesanal de Salamanca. A nivel nacional, finalista en un premio nacional de artesanía. A nivel mundial, desde exposiciones en Estados Unidos hasta premios de joyería en Uzbekistán. Pocos territorios les quedan por conquistar aunque no quieren contemplar ningún límite. En esas conferencias y demostraciones alrededor del mundo se inspiran, absorben influencias, comparten creaciones y se valen del talento compartido para continuar desarrollando el propio.
Entre algunas de las piezas más especiales que Luis Méndez recuerda haber expuesto al mundo se encuentran los modelos que realizan en oro completamente a mano, modelos del siglo XVIII -«piezas clásicas que nunca se van a pasar de moda»-, que son una ventana de Salamanca al mundo en Estados Unidos o Londres, donde se venden. También destaca la reinterpretación de un relicario de origen leonés por haber sido capaces de «recuperar una pieza antigua dentro de una estética étnica».
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Suman reconocimientos de diversa índole y son capaces de hacer llegar su arte a la otra punta del mundo. Cuando sus abuelos decidieron montar el taller de Tamames hace casi un siglo, resultaba inimaginable esta realidad que han conseguido construir con tesón las generaciones venideras. Eso sí, algo tiene claro Luis Méndez: «Seguro que estarían satisfechos de ver cómo estamos trabajando», apunta emocionado.
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