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Una abeja entre flores. Álex López

Hoteles de insectos, oasis de mariposas: por qué necesitamos la presencia de estos animales en Salamanca

La renaturalización de las ciudades conlleva acostumbrarnos a convivir con la fauna silvestre, entre la que se encuentran los insectos y otros artrópodos cuyo equilibrio se traduce en entornos más saludables para las personas

Ana Carlos

Salamanca

Sábado, 27 de abril 2024, 12:30

Con la primavera y la subida de temperaturas aparecen ellos. Históricamente los insectos no han despertado demasiadas simpatías y protagonizan muchos titulares negativos. Pero no merecen ese desprestigio.

Félix Torres, profesor de zoología de la USAL considera que afortunadamente la conciencia ciudadana ha cambiado a fuerza de insistir hablando de los beneficios que aportan insectos como las abejas. Desde las propias administraciones incluso se está produciendo un cambio de actitud hacia estos y otros animales. Lo demuestran las renaturalizaciones de las ciudades, que las hacen más accesibles desde el punto de vista de la naturaleza. El discurso también es diferente. Se ha popularizado la idea de que nos quedamos sin abejas y que su presencia es necesaria para la polinización y la agricultura.

Pero hay un prejuicio que permanece. Hablamos de insectos buenos e insectos malos. Y eso no correcto. Los humanos consideramos que cuanto más se parecen a nosotros los animales, son mejores. Y si nos parecen bonitos, les tenemos más aprecio. «A casi nadie le cuesta pisar a un escarabajo, pero no sucede lo mismo con un gatito», argumenta. Quizá se puede pensar que cuanto más carga genética parecida a la nuestra tiene un animal, más le queremos. A lo mejor no somos capaces de llegar a esa distinción. Pero lo hacemos culturalmente.

Centrándonos en los insectos, la vara de medir suele ser utilitarista. ¿Para qué sirve? Las abejas nos parecen buenas porque hemos aprendido cuál es su utilidad y llevamos miles de años obteniendo miel de algunas de ellas. Pero calificamos a las avispas como malas, porque no se ha transmitido que desempeñan también un papel importante para polinizar e incluso para regular plagas. Y tanto las unas como las otras pueden picar o no dependiendo de las circunstancias.

Las moscas y los mosquitos no nos parecen útiles, más bien los consideramos un incordio y los despreciamos. Pero ¿qué pensaría una mosca de nosotros?, se pregunta el profesor.

Un límite marcado por la convivencia

Torres es consciente de que algunos grupos de insectos nos perjudican en distintos aspectos. Unos pueden constituir plagas en los cultivos, otros causar daños en las construcciones de madera, algunos afectan a nuestra vida social porque nos molestan o pueden llegar a picar. Por ello entiende que se combatan en la medida en que no se pueda convivir con ellos, pero no por sistema.

«Yo dentro de mi casa también mato alguna mosca, pero si puedo lo evito», admite. Y acto seguido cuenta que en la entrada de la misma tiene instalados hoteles de insectos para abejas solitarias. Resultan unas vecinas que no solo no le dan problemas, sino que disfruta de observar su comportamiento.

El profesor repudia la visión utilitarista de los insectos y otros artrópodos, como arañas o los ciempiés, entre otros. Destaca que su mera existencia en los ecosistemas favorece su riqueza y equilibrio. Y eso es más que suficiente para respetarlos.

Pero lo cierto es que cuanto más se aprende de estos animales, más descubrimos que los necesitamos. La Sociedad Española de Entomología y Ecologistas en Acción llevan desde algunos años explicando que sin insectos no hay vida. A través de manifiestos y campañas, señalan que el 90 por ciento de la floración de especies vegetales salvajes dependen de la polinización animal, principalmente de insectos.

Además, la polinización que llevan a cabo es fundamental para la agricultura, y la desaparición de los polinizadores pone en peligro nuestra alimentación. Pero hacen mucho más. Contribuyen a la descomposición de hojas, árboles muertos y cadáveres de animales. Ayudan a reciclar nutrientes para que estén de nuevo disponibles. Sirven como alimento a otros animales. Y nos ayudan en la lucha biológica contra plagas, entre sus beneficios más conocidos.

Soluciones para cambiar entornos hostiles para los insectos

Cuanto más aspectos positivos conocemos de los insectos, más nos damos cuenta de que hemos ido destruyendo muchos de sus hábitats y convertido muchos entornos en hostiles para ellos. Ciudades cada vez más grandes y pavimentadas y campos agrícolas en los que se usan potentes insecticidas de forma masiva son un problema. Según estas entidades, la mitad de las especies de insectos están disminuyendo rápidamente y al menos un tercio se encuentran en peligro de extinción.

Desde las administraciones se están tomando medidas para cambiar la situación. Un ejemplo cercano son algunas de las actuaciones que el Ayuntamiento de Salamanca, especialmente desde el LIFE Vía de la Plata, ha llevado a cabo en distintos parques y jardines de la ciudad.

Para ello se han creado una serie de oasis de mariposas y hoteles de insectos. En concreto, se han creado oasis de mariposas en el parque arqueológico del Botánico, la avenida de La Aldehuela, el parque de Los Jerónimos, el parque de La Chinchibarra, Ciudad Jardín, Huertos Urbanos, el parque de Lazarillo de Tormes y el parque de Valhondo.

Por su parte, los hoteles de insectos están instalados en el parque arqueológico del Botánico, el parque de los Jesuítas, el parque de Miguel Delibes, el jardín del Corte Inglés, avenida de La Aldehuela y hay otros seis de pequeño tamaño en Cerro de San Vicente.

¿Pero en qué consisten estas instalaciones? Los hoteles de insectos colocados en Salamanca son estructuras construidas con madera y generalmente con forma de casa. Cuentan con distintos compartimentos en los que se colocan materiales distintos (como rodajas de madera taladrada, cañas huecas y piñas) para recrear los espacios que usan estos animales para refugiarse y reproducirse. Están destinados principalmente a abejas, crisopas y mariquitas.

Su papel es más educativo que funcional, para hacer que los ciudadanos sean conscientes de la importancia de los insectos y de que tienen que ser bienvenidos en las ciudades. Y por ello se acompañan de carteles informativos.

Los oasis de mariposas, por su parte, son simplemente espacios en los que se planta y deja crecer vegetación herbácea con flores que resulta favorable al desarrollo de esas y otras especies polinizadoras. Les sirven en distintas fases de su crecimiento, desde que son orugas a su metamorfosis para transformarse en mariposas y reproducirse.

Educación ambiental para apreciar a esos pequeños vecinos

Sin embargo los ciudadanos todavía no conocen mayoritariamente la importancia de estos espacios. Tampoco están acostumbrados a ver plantas herbáceas altas y en ocasiones pueden pensar que se trata de zonas «descuidadas» que necesitan el paso del cortacésped. Por ello se han colocado pequeños cercados alrededor (que también evitan que los jardineros encargados del mantenimiento se los lleven por delante, como ya ha ocurrido en algún caso), así como paneles con información y fotografías.

Sin duda, los mejores oasis para las mariposas y el mejor refugio para todos estos insectos son los espacios más silvestres de la ciudad: los solares sin usos y las riberas del Tormes y El Zurguén, por ejemplo, que se llenan de vida y flores silvestres. Y ahí todavía tienen mucha labor el Ayuntamiento. Es necesario educar a la población para que entienda que los parques y jardines urbanos poco a poco se deben parecer más a estos lugares. Y que los insectos son unos vecinos más, con los que tenemos que aprender a convivir.

La Universidad de Salamanca ya está trabajando en ello a través del proyecto Asilvestra, en el Complejo de Peñuelas. Allí cuentan con hoteles de insectos, oasis de mariposas y huertos de polinizadores que tienen un papel importante para la investigación sobre la fauna y la flora silvestre en los espacios urbanos. Pero además estos espacios constituyen un recurso educativo para transmitir a los visitantes sobre que no hay insectos buenos o malos y que lo más importante es que convivan distintas especies para que se equilibren de una forma natural.

En eso se basa precisamente el control biológico de plagas que, desde hace bastantes años, se lleva a cabo en Salamanca. El Ayuntamiento incorporó este sistema que consiste en la suelta en parques y jardines de determinados insectos para reducir o eliminar parásitos que puedan perjudicar a las plantas de estos espacios. Se aprovechan los enemigos naturales de cada posible plaga. Un ejemplo son las mariquitas, que se comen a los pulgones.

Con esta práctica se evita el uso de insecticidas que no sólo perjudica al resto de insectos, sino que también pueden dañar a otros animales e incluso la salud de las personas.

Condiciones de bienestar exageradas y alarmismo

Pero todavía queda luchar contra los prejuicios. En muchos municipios y fincas particulares de la provincia se ha utilizado de forma tradicional el paso de ganado, especialmente ovejas, para controlar el crecimiento excesivo de la vegetación silvestre. En algunos se sigue haciendo, pero otros Ayuntamientos han renegado de esa práctica alegando que si lo hicieran el pueblo se llenaría de garrapatas.

Félix Torres lamenta esa decisión y afirma que con ella no se evitan las garrapatas, que también se dispersan a través de los perros o de distintos animales silvestres. Además, defiende que los propios ganaderos llevan actualmente un saneamiento de sus animales mucho más exhaustivo que antes, evitando garrapatas, pulgas y mosquitos, porque eso beneficia a la salud y la productividad de sus animales.

«Hemos exagerado la condición de bienestar, siempre ha habido garrapatas y ahora es cuando los niveles sanitarios son más altos», sentencia. Además, considera que hay que reflexionar sobre el temor exacerbado que existe actualmente ante la transmisión de algunas enfermedades, cuando al mismo tiempo no se piensa en otras.

«Hay muchas enfermedades que pueden ser causadas por un insecto que no se pasan a los humanos, hay que tener tranquilidad. Pero luego le damos besos al pero en el hocico sin pensar si pueden transmitir otras», reflexiona.

Recientemente, medios de comunicación de toda España se han hecho eco de informaciones alarmantes acerca de la necesidad de avisar al 112 ante la presencia de himenópteros, el orden de insectos al que pertenecen abejas, avispas y hormigas. El profesor afirma que muchos de esos contenidos «son el claro ejemplo de que aún somos muy ignorantes en determinados temas y lo que es peor, no nos duele hacerlo público».

Además de generar un miedo desproporcionado e innecesario, desinforman al lector porque están cargados de incorrecciones y errores. «Siempre es bueno contar con la opinión de un experto, aunque a veces el problema es que elegimos al experto equivocado. Aún hay mucho por hacer para acercar el conocimiento de los insectos y de la ciencia en general, a la población».

Es cierto que las personas con alergia tienen que tomar más precauciones ante abejas y avispas. Y que ante la presencia de enjambres hay que actuar con calma y si no se tiene experiencia y es preciso retirarlos porque están en un lugar de paso lo mejor es acudir a un apicultor o avisar a los servicios de emergencias (en la provincia de Salamanca los Bomberos de la Diputación llevan a cabo muchos de esos servicios). Pero eso no significa que haya que señalar de pronto a los himenópteros como un peligro inminente.

De hecho Félix, especializado en las abejas silvestres, ve en ellas a unas vecinas agradables, con las que nunca ha tenido conflictos y a las que le presta refugio a la entrada de su casa. Conocer a quienes viven al lado, como es el caso de los insectos, y aprender a respetarlos es la clave. Y se consigue con educación y buena información.

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