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Fachada de la Casa de las Muertes en Salamanca. SalamacaHoy
La historia criminal de la Casa de las Muertes
Crónica Negra Salmantina

La historia criminal de la Casa de las Muertes

La vox populi habla de numerosas muertes, algunas de ellas en extrañas circunstancias, acaecidas entre sus muros.

María Rivas

Salamanca

Lunes, 2 de enero 2023, 18:44

En el número 6 de la calle Bordadores, en pleno centro salmantino, se edifica uno de los enclaves marcados por la tragedia, el misterio y el crimen de la capital charra. Custodiada como si de un cancerbero se tratase por la eterna mirada de Miguel ... de Unamuno , La Casa de las Muertes permanece imperturbable al paso del tiempo y a la leyenda negra que pesa sobre ella y que ha trascendido con el paso de los siglos.

Construida en el siglo XVI y diseñada por el arquitecto vasco Juan de Álava, la Casa de Las Muertes goza de una fachada plateresca única, caracterizada por la presencia de unas calaveras que parecen hacer referencia al horror que se vivió en entre sus muros.

Lo cierto es que la leyenda oscura y macabra que pesa sobre el lugar es la que nos habla de un largo historial de crímenes acaecidos en el interior del domicilio, sin embargo, solo existe un crimen corroborado históricamente, el asesinato de María Lozano.

Los hechos

Corría 1851 y María Lozano, antigua ama de llaves del doctor Guillén, heredó el inmueble tras el fallecimiento de este. Sin embargo, al poco de adquirir el domicilio, la mujer protagonizó uno de los crímenes más misteriosos con los que cuenta Salamanca.

Nunca se dio con el asesino o los asesinos, así como tampoco con el móvil del crimen, lo que dio rienda suelta a los salmantinos del momento para confabular teorías varias sobre aquel extraño crimen.

Se llegó a decir, incluso, que tras aquella muerte se encontraba un algo sobrenatural que habitaba en el enigmático lugar. Sin embargo, la voz popular y la leyenda (que a veces no es tal), nos hablan de que el crimen de María Lozano no fue el primero que acaeció en la Casa de las Muertes.

Historial del crimen

Aparentemente, el primer crimen que acontece en la casa que ocupa el número 6 de la Calle Bordadores es el de Don Diego y Doña Mencía. Don Diego, herido de muerte en el costado, asfixió con sus propias manos y en su último hálito de vida a Doña Mencía, su esposa. Ambos cadáveres fueron hallados a la mañana siguiente de la noche en la que acaeció el crimen y el móvil del mismo, según relata la leyenda, fue el amor.

Licenciado Bolanegra, por su parte, ubica un crimen un tanto Shakesperiano en la emblemática casa. En lugar de Montesco y Capuleto, en Salamanca los bandos nobiliarios enfrentados respondían a los apellidos Manzano y Monroy.

Diego Monroy se enamoró perdidamente de Elvira Manzano pero esta, no le correspondió. Ante la negativa de Elvira, Diego decide llevar a cabo su secuestro.

Sin embargo, durante el desarrollo del mismo en la propia casa de Elvira, Diego es acompañado por un sirviente de los Manzano, quien le guía a través del domicilio. Tras hacerle creer a Diego que su amada está muerta, Altamirano guía al resto de los secuaces de los Monroy hasta una cueva que ocultaba el sótano de la casa.

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Imagen principal - La historia criminal de la Casa de las Muertes
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Allí les esperaba Doña Mencía, la madre de Elvira, con los cadáveres decapitados de sus dos hijos mayores, a quienes dio muerte doña María la Brava. Ante la macabra escena, los secuaces de Diego no supieron reaccionar, lo que le permitió a Mencía y a Altamirano encerrarlos allí para siempre.

Años más tarde, a consecuencia de unas reformas en la casa, los cuatro cadáveres emergieron de las entrañas de la tierra. Aunque estos dos crímenes sean los más sonados, hay quienes hablan de que hubo más.

En el pozo del patio interior de la casa se encontró muerta a una familia completa

El patio interior de la casa cuenta con un pozo, y en una ocasión, una familia entera fue hallada muerta en su interior.

En el pozo también, según cuentan, se le dio muerte una mujer que días antes había despedido a sus criados. El cadáver de esta sería hallado en el pozo de la casa al poco tiempo.

Las calaveras de la fachada son obra del demonio

En el siglo XVIII, Francisco Botello de Moraes y Vasconcelos contaba en su libro «Historias de las cuevas de Salamanca» el «posible» tétrico origen de las calaveras dispuestas en la fachada de la casa de Las Muertes.

En dicho manuscrito, el escritor portugués narraba cómo el demonio habitaba en algún lugar de la madeja de cuevas existentes en Salamanca y todos los años exigía que una salmantina fuese sacrificada en su honor.

Aquella joven que sufriese semejante infortunio y desgracia, era escogida mediante un proceso de selección entre todas las jóvenes de Salamanca, Tejares, Villares, Villamayor, la Aldehuela y Cabrerizos.

El trato era el siguiente: los salmantinos le otorgaban a la joven escogida a cambio de que el demonio no hiciese daño a ninguna de las poblaciones anteriormente mencionadas. Cada año, bajo un cielo negro cerniéndose como un manto de muerte sobre la ciudad de Salamanca, la joven escogida era abandonada en la boca de la cueva.

Un pacto entre el diablo y los salmantinos otorgaba a este el derecho a obtener una joven para su sacrificio

El demonio acababa con su vida y posteriormente arrojaba la calavera de su víctima en el mismo lugar donde esta había sido abandonada su suerte; esto sería lo único que quedaría de ellas.

Escribía Botello que las calaveras de las mujeres encontraron refugio en la calle de las Muertes y se subieron a la pared de una de las más altas casas. La leyenda también nos habla de que, durante mucho tiempo, los vecinos de la ciudad afirmaban oír extraños ruidos procedentes del interior del domicilio.

Cadenas que se arrastran o gemidos de las almas en pena que allí perecieron atormentaban a todo aquel que se acercarse al lugar. Se llegó, incluso, a comentar que había un fantasma a cuya aparición siempre seguía una muerte.

Lo cierto es que las leyendas siempre tienen algo de verdad, pero aún hay quien cree que este particular domicilio recibe el nombre de «Casa de las Muertes» por las calaveras que sonríen a los viandantes desde su fachada. Sea como fuere, la única que conoce la verdad de lo que aconteció entre sus muuros, es la propia casa y todo apunta a que así será con el devenir de los siglos.

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