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Julio Pérez, Hermano Mayor de la Hermandad del Silencio
Desde la parroquia de Jesús Obrero, cada tarde de Sábado Santo, todo un barrio espera al pie de unas empinadas escaleras la llegada de su cristo y su virgen. La Hermandad del Silencio, fundada oficialmente en 1986, se instala en el barrio del Pizarrales al encontrar allí la imagen, que buscaron en varias iglesias de la capital, a la que rendirle culto y en torno a la que construir su hermandad. Un cristo sin nombre, de escayola, al que llamarían Cristo de la Vela al ser este el nombre del cristo que se encontraba en la iglesia de San Sebastián, la primera imagen en la que pensó la hermandad. Quizás sea ese el origen de la devoción y del arraigo de Pizarrales con su hermandad, el cristo humilde y obrero que representa a los habitantes de esta zona de la ciudad. Debido a esta devoción y al crecimiento de la hermandad, se incorporaría a su imaginería Nuestra Señora del Silencio, completando así el binomio Madre-Hijo.
La Hermandad del Silencio afronta ahora una nueva Semana Santa en la que quieren recuperar gente y sensaciones, tras los duros momentos vividos el año pasado en el tramo final de la procesión, provocados por el calor, la falta de gente y el abandono a mitad de recorrido de algunos de los refuerzos externos.
Julio Pérez, Hermano Mayor, nos recibe en la parroquia de Jesús Obrero. De camino a la capilla, dispuestos a hablar de superar dificultades, nos encontramos con una. Tres buenas señoras están limpiando la iglesia. Julio les dice que vamos a la capilla, a lo que la señora que llevaba la fregona y la voz cantante nos dice que no va a poder ser «porque está fregao». Tras unas rápidas, aunque no exentas de dureza, negociaciones, nos permiten pasar por el pasillo central porque ya estaba casi seco, «pero cuidadito por dónde pisáis». Superadas las adversidades presentes, hablamos de las pasadas: «El año pasado fue un poco duro. Necesitamos gente, vinieron a echarnos una mano… Yo agradecí a las hermandades que nos echaran una mano, pero luego la gente no responde como tiene que responder. Porque además de echar una mano, que lo agradecimos muchísimo, cuando uno se compromete a una cosa, tiene que hacerla hasta el final. Gente que salió antes de llegar a la Plaza Mayor, gente que en la plaza se salió… Nos dejaron un poco colgados. Entonces, este año, no hemos pensado pedir ayuda a nadie porque creemos que vamos a salir con nuestra gente y nada más». Ante la duda de si salir con su gente implica dejar algún paso en casa, Julio lo tiene claro: «Sale la procesión entera».
Como buena hermandad de barrio, parece que el Silencio se crece en la adversidad. Así lo demuestra el número de nuevas altas: «Lo que sí agradecemos es que este año tenemos veinticinco altas nuevas, de las que siete han sido en estos últimos días. No lo haríamos tan mal el año pasado cuando hubo dieciocho altas a los ocho días de acabar la procesión». Crecimiento en el patrimonio humano y novedad en el patrimonio artístico: «El paso del cristo saldrá nuevo. Se están haciendo las andas, que están al acabarse, y salen nuevas».
Julio no sólo ve bien a su hermandad, sino que extiende esa opinión a la Semana Santa charra en general, sabiendo que los problemas suyos los comparten otras hermandades: «El estado de salud de la Semana Santa lo veo bueno, pero está bajando un poquito. El problema que hemos tenido nosotros con las cargas lo están teniendo otras hermandades. Porque el año pasado ya hubo que ayudar a otras hermandades igual que a nosotros. Nosotros fuimos los primeros que pedimos ayuda y respondió la gente. Y luego otras hermandades pidieron ayuda, algunos a última hora, sin tiempo para poder echarles una mano.».
¿Pero esos problemas existían antes de la pandemia o fui la misma la principal causa?: «Yo creo que la pandemia fue el principal motivo, porque la gente al principio tenía muchísimo miedo. Yo creo que este año la gente está respondiendo y creo que no va a haber ese problema. Aunque con la pandemia se ha perdido gente, y se va a perder ya para el resto, pero yo creo que la pandemia sí hizo pupa».
Para terminar, en la parroquia de Jesús Obrero tienen claro su deseo para su caminar este año hacia la Plaza Mayor: «Que todo nos salga bien y sobre todo que nuestra procesión tengamos la gran suerte de realizarla como a nosotros nos gusta».
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