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La retirada de la política de Inés Arrimadas y su salida de Cs es el último capítulo de la desintegración del partido 'naranja', la formación que una vez pudo ser decisiva en la política española y que ahora se disuelve tras una más de sus decisiones categóricas, la de no presentarse a las inminentes elecciones generales.
Este camino de la cima a la desaparición es el mismo que ha hecho también en Salamanca, donde en el espacio de ocho años el partido ha jugado un papel protagonista en las instituciones, con representación en todas las de la provincia para acabar sus días roto y descompuesto. Su epílogo han sido unas municipales en las que ha perdido la presencia en el Ayuntamiento de Salamanca y buena parte de la que tenía en municipios de la provincia tras unos comicios a los que llegó con su fundador provincial fuera de las listas y buena parte de sus activos desvinculados o desactivados. Insólito final para un partido que fue un ejemplo de éxito.
En Salamanca, Cs no pudo empezar mejor. La división salmantina del partido se creó cuando Albert Rivera decidió recurrir a formaciones localistas para la expansión de una marca electoral muy vinculada a Cataluña. En la provicia el huésped fue Unión del Pueblo Salmantino, un partido localista, de vocación leonesista, presidido desde su fundación por Luis Fuentes. En 2014 se disolvió para integrarse en Cs y poco después lograría su primer gran éxito.
Fuentes logró con el tiempo un gran poder orgánico, incluso a nivel nacional, demostrando el peso que Salamanca ha tenido siempre en el devenir de Cs. Miembro de sus órganos nacionales durante años, decidió listas y fue candidato y presidente de las Cortes. En estas últimas municipales, se autoexcluyó.
2015
En las municipales de 2015, un desconocido Alejandro González Bueno encabezaba la lista a la alcaldía de la capital; en la lista, Ana Suárez, Fernando Castaño y Tina Martín. Los cuatro forman parte de la cabeza visible del grupo fundacional de Cs en Salamanca. Contra todo pronóstico, logran más de 10.000 votos y, como tercera fuerza, sacan cuatro concejales en la capital. En la provincia, los 18.000 votos cosechados les dan 78 concejales, alcaldías, dos diputados provinciales y participación en muchos de los mayores ayuntamientos. En las autonómicas celebradas en la misma fecha, Cs logra 5 procuradores en las Cortes de Castilla y León y también es clave.
Aquel fue el primer gran éxito del partido en Salamanca, pero también el comienzo de una vida política ajetreada. Los concejales de Cs en la capital dan la alcaldía a Fernández Mañueco, al que apoyan en la investidura, una postura muy criticada en su día, pero se mantienen en actitud de oposición toda la legislatura, una de las más fructíferas de la historia reciente. En las Cortes, Fuentes firma un acuerdo programático con Herrera para permitir que el PP presida la comunidad: le había faltado un procurador para la mayoría.
Aquel mismo diciembre de 2015, aterriza en Salamanca un personaje clave, Pablo Yáñez. Miembro, se dice, del círculo más cercano a Rivera, es lo que se denomina un paracaidista: un candidato ajeno al territorio que llega para asegurarse un escaño. La maniobra no gusta, pero Cs está en su momento más dulce y Yáñez logra arrebatar un escaño a PP y PSOE, que siempre se los habían repartido.
El partido supera los 35.000 votantes, pero seis meses después, Yáñez se dejó 4.000 en la repetición electoral y se tuvo que despedir del escaño sin casi estrenarlo. Fuera de Salamanca, se dedicó a gestionar campañas del partido y años después, regresó a Castilla y León donde fue el protagonista del 'pucherazo' para intentar que Silvia Clemente fuera candidata por Cs a presidir la comunidad.
2019
Todavía faltaba para aquello cuando Cs alcanzó su cima electoral en Salamanca. Fueron los 43.000 votos alcanzados por la candidatura de Antonio Mirón al Congreso en las generales de abril de 2019, cuando el partido recuperó su diputado por Salamanca. De nuevo fue efímero y también supuso el comienzo del fin para Cs.
Albert Rivera decide no pactar un gobierno con Pedro Sánchez y Cs inicia su cuesta abajo. En las municipales de mayo de 2019 las candidaturas 'naranjas' en Salamanca alcanan los 24.000 votos, mucho más que en 2015, pero por primera vez se queda por debajo de las anteriores citas electorales. Cs retiene sus cuatro concejales en la capital, dos diputados provinciales y varios ayuntamientos con un comportamiento mejor.
En Castilla y León, doce procuradores permiten al partido entrar en el Gobierno regional tras el acuerdo entre Fernández Mañueco y Francisco Igea. El partido logra nombrar incluso al presidente de las Cortes: el cargo es para su fundador, el salmantino Luis Fuentes. El partido está en Salamanca en su momento de mayor éxito institucional y, cuatro años después de estrenarse en la política territorial, está en gobiernos.
Crisis
En la repetición electoral de noviembre de 2019, Cs inicia su cuesta abajo. En Salamanca cae a 16.000 votos y pierde el diputado nacional en favor de Vox. En el Congreso pasa de 57 a 10 diputados y su suerte queda marcada. Se mantiene en el consistorio de la capital salmantina, donde gobierna con el PP y se ha quedado áreas fundamentales como Turismo, Comercio o Bienestar Social, pero las disensiones internas empiezan a pesar.
El partido, también en Salamanca, ha sido víctima de un permanente cuestionamiento. Aquí el núcleo duro ha sido muy compacto, tanto a nivel local como regional, con bastiones como Fuentes, los hermanos Castaño, David y Fernando, Manuel Hernández o el grupo de asesores y afiliados que les sustentaban. Resistirieron la llegada de personajes como Yáñez, un secretario provincial al que no aceptaron, pasaron de alinearse con Igea contra la idea de nombrar a Silvia Clemente a tenerlas 'tiesas' con el vicepresidente de la Junta.
A pesar de todo, los equipos políticos de Cs siguen gobernando cuando llega la crisis del Covid. Al frente de ayuntamiento y Junta, los representantes salmantinos sufren diferente suerte. En el consistorio, plena sintonía, pero en Valladolid, el gobierno se rompe tras lo peor de la crisis sanitaria.
Cs ya venía tocado. En 2020 no le fue bien en Euskadi y Galicia, en 2021 se hunde en el adelanto electoral de la comunidad de Madrid, donde queda barrido tras haber gobernando con Ayuso, y desaparece de Murcia tras el episodio de la moción de censura fallida. Aquel episodio se traslada a Castilla y León, donde Mañueco disuelve el gobierno a espaldas de Cs, alegando pérdida de confianza: teme que su socio apoye una moción de censura del PSOE (algo que Cs siempre negó) y convoca elecciones anticipadas.
En el adelanto electoral el partido pierde casi toda su representación, empezando por la facción salmantina con Fuentes y David Castaño. Sólo Igea conseva escaño y el partido ya es irrelevante institucionalmente. El desastre empieza a ser inevitable.
2023
La última etapa del partido ha sido, en España y en Salamanca, una cuesta abajo imparable. La formación, que en sus mejores días estuvo lista para gobernar, ha ido menguando a medida que se rompía por dentro. El liderazgo de Arrimadas ha sido cuestionado durante meses, las primarias nacionales no ayudan y las perspectivas electorales previas al 28M son catastróficas.
En Salamanca el partido se rompe por completo. El asunto del 'congreso de los jeques' acaba con Fernando Castaño cesado de sus cargos en el consistorio; el gobierno de coalición no se rompe y Cs escenifica su apoyo al concejal, pero ya no tiene arreglo. Semanas después, Castaño se queda fuera de la lista electoral, en la que sólo sobrevive Suárez.
El grupo municipal, pétreo desde el primer día, se fragmenta. Al partido no le va mejor en la provincia porque la competencia por formar listas en un escenario de multipartidismo dejan a Cs muy tocado, sin gente en sus listas ya muy menguadas, de las que se caen incluso alcaldes de la formación.
Los funestos vaticinios se confirman la noche del 28M. Ana Suárez se queda con poco menos de 2.500 votos, un 3,5%, que en la provincia son 7.000 y todavía un 4%. Resiste mejor que la media del partido, pero desaparece de la capital y la Diputación.
El partido se agarra ahora a una última refundación. Tanto Igea como Castaño, enfrentados en su día, pretenden una plataforma para presentarse a las generales anticipadas. Quizás su fundador, Fuentes, intente reiniciar la formación, pero a nivel nacional el partido va camino de la disolución. Quien albergue la esperanza de volver a ver a Cs en una papeleta tendrá que recoger primero los pedazos de un partido que gobernó en Salamanca y no sobrevivió para contarlo.
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