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Alba Guerra
Jueves, 27 de marzo 2025, 11:50
En la Salamanca que pocos conocen, hay lugares escondidos que han sido testigos de su historia. Más allá de los monumentos icónicos, como la Plaza Mayor o las catedrales, y sus calles más trasitadas, encontramos lugares que cuentan maravillosos relatos y que permanecen a la sombra de la memoria colectiva.
Si caminas por el Paseo del Rector Esperabé y miras con ojos curiosos en el número 85 puedes descubrir lugares con una historia tan fascinante como el Pozo de Nieve, una estructura del siglo XVIII que servía para almacenar y conservar la nieve traída de la sierra.
El Pozo de Nieve formaba parte del Convento del Carmen Calzado de San Andrés, un majestuoso conjunto arquitectónico conocido como el «Escorial salmantino» por sus grandes dimensiones, y su estilo arquitectónico. Con más de siete metros de profundidad, aproximadamente 223 metros cúbicos, y una bóveda de pizarra que lo protege, esta estructura tenía la función de almacenar la nieve recogida en invierno para su uso durante todo el año.
El hielo conservado en su interior era utilizado para mantener frescos los alimentos y medicamentos, fabricar helados o sorbetes y, en algunos casos, con fines terapéuticos.
Al recorrer el Pozo de Nieve, se puede apreciar su ingenioso diseño. La profundidad del pozo y su estructura permitían conservar el frío durante meses, mientras que su ubicación, cerca de la muralla medieval de Salamanca, le otorgaba una protección adicional contra el calor.
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Durante las excavaciones realizadas en 2009 por Elvira Sánchez y Carlos Macarro, se descubrieron galerías subterráneas. Estos pasadizos, de origen incierto, añaden un halo de misterio al lugar, conectándolo con con el propio convento al que pertenecía, cuya función era transportar el agua, aunque no se han quedado libres de especulaciones, sobre propiedades curativas del agua allí almacenada.
Aunque, ahora no hay ni una gota de agua en su interior, salvo la que se filtra por las lluvias, es gracias a esta que se pueden observar pequelas estalactitas de roca caliza en formación que adornan los techos de la galería.
A pesar de su importancia histórica, el Pozo de Nieve ha permanecido en un relativo olvido durante décadas. Sin embargo, en los últimos años, se han impulsado iniciativas para su puesta en valor y su apertura al público, permitiendo a los visitantes descubrir esta joya escondida.
Hoy en día, se pueden realizar visitas guiadas que revelan los secretos de esta construcción, sus usos y su conexión con el pasado de Salamanca. Un recorrido que no solo permite conocer la historia de la ciudad desde otra perspectiva, sino también apreciar la ingeniería y la vida cotidiana de los siglos pasados.
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